31.1.10

El boliche de Peña

Ricardo Gutman

Habíamos quedado con el Aldo en hacerle la nota a Peña el miércoles y el remis nos llevó para el boliche mientras yo me hacía de una bolsa poco masculina con tarjetas en su interior para repartir con el correr de los días. “Con esta bolsa en el boliche de Peña” me dije y recriminé al Aldo porque no me había dado cualquier otra cosa. Cuando llegamos al bar no sabía cómo hacer para esconderla y don Peña sentado en la vereda, bajo el aromo, con otro hombre, hablando de cosas que no sabré jamás. Nos presentamos, explicamos nuestra intención y pasamos al interior del local, sensiblemente más fresco.

La tarde está insoportable y Don Peña accede a esta supuesta entrevista de prepo, sin previo aviso, y se acomoda atrás de la barra, en un acto casi mecánico. Todo el lugar está dominado por el antes, esos tiempos en que nos dicen a nosotros, los de mi edad, que siempre fueron mejores. No puedo evitar pensar que mi grabador (mi celular) está fuera de lugar. Don Peña dice que está en el mismo lugar desde hace 58 años, el tiene 70, así que trabaja en el bar desde los 12 años si las cuentas no me fallan.
El cenicero dorado lentamente consume mi cigarrillo. Imposible saber desde cuando está ahí, dando vueltas, girando de mesa en mesa, herrumbrado y silente, testigo de hechos de los cuales no tengo la más mínima posibilidad de saber y que Don Peña no me dirá en esta tarde de enero que raja la tierra. Y está bien que lo haga; si nos contara todo el lugar perdería la mística. Los viejos saben administrar muy bien esas cosas.

El bar está ahí desde que el barrio eran unas pocas casas aisladas, Alvear al fondo, del lado oeste y siempre fue punto de reunión. Nosotros llegamos antes que el resto de los parroquianos, bastante temprano, y en el tiempo que estuvimos no apareció nadie. A Don Peña le llama la atención que nadie haya llegado, yo pienso que quizás nos hayan visto y decidieran pasar de largo para evitar algo que no querían hacer. Las preguntas siguen saliendo y a medida que se suman Don Peña parece tener menos ánimos de contestar. Pero ahí seguimos, convencidos de algo que no sabemos, acodados en la barra.

El boliche lo inició el padre de Don Peña y en su momento fue almacén de ramos generales, donde uno podía comprar lo que se le ocurriese y todo suelto. El bar era un anexo más que con el correr del tiempo fue convirtiéndose en el centro de la vida comercial del lugar. Don Peña recuerda que se le vendía mucho a las colonias y hacer un pedido llevaba un rato largo porque como todo era suelto había que ser muy rápido para armar un pedido de un mes. Y conseguir la mercadería era todo un problema porque los pedidos venían por ferrocarril y siempre se perdía algo en el camino. “Siempre faltaba mercadería y nunca se sabía donde iba” recuerda.


Haciendo memoria, tratando de traer cosas al lugar, algunas cosas empiezan a surgir: de cuando pasaba el colectivo, cuando se vendían cueros directamente a Santa Fe previa compra a los colonos e incluso el cambio de costumbres. “Se perdieron los cañeros” nos dice el bolichero, dando a entender que los que tomaban caña ya no van por el lugar, hoy solo se vende cerveza y vino, de vez en cuando alguna grapa con miel, la caña con ruda a partir de agosto. Pero los cañeros ya no están. Como las peñas, no tan asiduas como antes.

Costumbres, usos. Cuando los colonos llegaban al boliche lo hacían temprano. Siete y media ya estaban instalados haciendo los pedidos, por lo general para todo el mes, y como llevaba tiempo se tomaban unos tragos en la espera. Hoy don Peña abre a partir de las ocho pero la gente entra a llegar a las diez de la mañana. Hoy el movimiento pasa por otro lado y se lo ve conforme con los cambios en el barrio, las casas nuevas, el asfalto y el ripio le han dado tránsito al lugar.

Quizás para darle la razón pero también obligado por el calor, pido una cerveza para mí y para el Aldo, que de los dos es el que más información tiene. A duras penas logra sacarle algo más a Don Peña, que como nosotros mira la hora y aparentemente nadie puede creer que hayamos estado hora y media. Mientras el Aldo habla de algo que creo es el Boca River de la noche, yo miro el boliche y prendo otro pucho. Sé que de acá no me van a echar por eso.

Todo está en otro lugar, en otro tiempo, parece que las cosas no se han movido mucho, sino más bien acumulado en las estanterías, como hacía mi abuelo, que no tiraba nada que fuese posible de usarse en otro momento. Lo peor es que siempre tenía razón. Las mesas, los ceniceros, las estanterías, la barra, las heladeras de infinitas puertas que todavía funcionan, la puerta del bar, las sillas, la balanza, los dibujos de Molina Campos, los banderines de Boca y River. Mis ojos no alcanzan para ver las historias detrás de las cosas. A mis espaldas entran a sonar apellidos de proveedores, marcas de vino que hoy ya no se ven como Franja Amarilla y Tarzán, Facundo y algunas que sobreviven hasta hoy como Ginebra Llave y Tres Plumas. Mientras tanto, el celular sigue grabando.

Ya la charla se va para la política y el fútbol, tiempos actuales y tiempos mejores, la salud y cosas por el estilo, charlas de bar que siempre terminan en lo mismo. Terminamos la cerveza y ya es hora de irnos, el calor ya bajó y nos animamos a ir caminando, yo tengo que ir para casa y el Aldo tiene que hacer trámites. Caminamos una cuadra y Ojeda se percata de que me estoy olvidando algo y me doy cuenta que la bolsa poco masculina quedó en el bar. Volvemos y Peña está en la esquina, con la bolsa en la mano, con el sol atrás. Nos volvemos a despedir, riéndonos entre bromas. Creo que esta crónica bien puede terminar así.





27.1.10

Bueniiiiishimo




¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Esto es distribución de la riqueza y no pelecho!!!!!!!!!!!! que me vienen con chorizos...

Adivinanza 2.0 : Tercera

Como quien dice, me estoy poniendo jodido. Aquí va la tercera, espero que les guste




En unos días tiro una pista. Dejen sus respuestas en los comentarios.

Ponele un poco de onda III

Seguimos con la onda y bueno, a estas alturas el imperdible y agudo comentarista amigo de este blog (nunca se sabe que está queriendo decir este hombre)





21.1.10

Ponele un poco de onda... (II)

Ricardo Gutman *

Está bien, la noticia manda, pero bien podría haber empezado el día de otra manera, ¿no les parece?. La perlita es el "comentarista", este tipo va a hacer historia.



* Estoy empezando a disfrutar del Facebook




16.1.10

Buen viaje Alberto



Muchas gracias Alberto, por tantas fichas y tantas siestas.

Ponele un poco de onda...

Honestidad brutal dentro de un mundo dominado por la racionalidad



La segunda

Por Ricardo Gutman

Bueno, seguimos con las adivinanzas. Como en la anterior entrega muchos me hicieron saber que no se veía muy bien (mmm) he priorizado en esta oportunidad la calidad de la foto por lo que no me van a poder decir nada.  Ah, me olvidaba.... por si las dudas lo intentan, lamento decir que googlear no es una opción. Dejen sus respuestas en los comentarios, lo único que les puedo decir que es un libro hermoso



Si quieren verla mejor deben hacer click en la imagen.

15.1.10

13.1.10

Postales de acá

Por Ricardo Gutman

Como una cosa lleva a la otra y lo que me sobra es tiempo (cuac!) y dinero (cuac!x2) tarde o temprano la cosa tenía que terminar en esto.  Postales de acá es otro lugar de expresión, otra manera de ver la ciudad y la región, que ojalá no sea sólo la que mi cámara pueda captar si no la de un conjunto que quiera mostrarle al resto de la gente que deambula por esta web tan inmensa las cosas hermosas que nos rodean y que por acostumbramiento o rutina simplemente nos olvidamos de ver.
Lejos, bien lejos estoy de ser fotógrafo, me conformo conque lo que quiero mostrar se encuadre dentro de las 2.4´´ del LCD de la cámara. Espero que lo disfruten y lo hagan crecer con sus aportes.

11.1.10

Elda siempre tejía




Por Ricardo Gutman
Este texto tendría que terminar diciendo que Elda Alma Cremona falleció el día x a las xx.xx horas a la edad de xx años. Pero llegado el caso no importa saber que ya no está. ¿Por qué destacar la muerte de una persona si lo importante fue su vida? Lo importante fue que vivió, que estuvo, que estuvo acá  y que no pasó desapercibida. Que hizo lo posible y lo imposible para conseguir sus sueños. Y que se animó a vivirlos a pesar de los riesgos.

Yo la vi una sola vez, en un homenaje que le hacía el Partido Justicialista por haber sido la primera afiliada peronista. Como usualmente me pasa, yo conocía de nombre a la Srta. Elda Alma Cremona, la sabía motor del Hogar de Ancianos Alma y que había sido profesora de Dibujo en el Nacional, pero nada más. Lo poco que sé de ella me llegó del testimonio directo de Nelva Sosa y de la obra de Alberto Rodríguez Vidi, Alma de Luchadora (2002), una excelente recopilación de su vida que bien merece una reedición y que llegó a mis manos por intermedio de la mismísima Nelva Sosa.
Para no faltar a la verdad, para empezar, debo decir que Elda Alma Cremona nació el 24 de febrero de 1922 en Rafaela en una familia de inmigrantes italianos oriundos de Rivarola, provincia de Mantua, que escapaban de la guerra y que era la menor de tres hermanas. Y así y todo quizás no diga mucho. Quizás no sirva. Quizás no alcance. A lo mejor las cosas se llenen un poco si digo que hasta el 15 de octubre de 1945 vivió en Rafaela, hizo sus estudios primarios e ingresó a la academia de Dibujo y Pintura incorporada al Liceo de Bellas Artes de Rosario de la cual se recibió con el título de Profesoras de Artes Plásticas. Quizás ahí esto que quiere ser una semblanza tome su rumbo, ya que esa circunstancia trajo a Elda para estos lares.
Llegó un 15 de octubre de 1945 y aquí, en San Cristóbal, comenzó su carrera docente en el Colegio Incorporado Yapeyú, que luego sería el Colegio Nacional N° 40 Mariano Moreno, dictando clases de Dibujo e Historia del Arte. Docente, artista plástica, escritora, periodista, militante política, gestora cultural, peronista de alma, trabajadora social, funcionaria política ad honorem, Elda Cremona fue una mujer activa, una activista podríamos decir. Pero además, y sobre todo, fue un ejemplo.
La historia de Elda Cremona impresiona no sólo por la singularidad propia de su personalidad, de su fuerza y de su empuje sino también por esa capacidad de proyectar socialmente, hacia el conjunto, inquietudes propias, individuales, motorizarlas y concretarlas. Cuarenta y cinco años de de docencia activa con tres cargos diferentes en el mismo establecimiento fueron el germen donde Elda encontró en sus alumnos y ex alumnos esos grupos de trabajo que ella conseguía  amalgamar con admirable cohesión.
“Siempre trabajaba con sus ex alumnos” decía Nelva Sosa, ex alumna y amiga. Todo giraba bajo su órbita, era ella quien coordinaba las actividades, siempre pensadas para el bien social. Como sus libros. Elda editó seis libros,  todos publicados en la vieja imprenta Atenas: Mensaje de abril (1970), Prosa de un otoño (1972), Caravana de sueños (1973), Tiempo de estrellas y hastío (1975), Teatro pequeño – para niños- (1985) y  Este largo camino (1986) fueron sus obras, todas financiadas por ella misma. La ausencia de mezquindad se ve reflejada en el destino de estos emprendimientos editoriales: “quizás no se sepa pero ella destinaba la recaudación a instituciones de la ciudad” recordaba Nelva.
Mujer activa y amante de la belleza, era sumamente sensible aunque por fuera no lo demostrase. Su casa era el punto de reunión obligado para todos aquellos amantes de la cultura que querían disfrutar de charlas sobre distintos temas. Siempre se hacía una fiesta, un encuentro, donde Elda cocinaba para todos (“la cocina era una actividad que le gustaba” rememoraba Nelva) y en su mismo hogar fundó el Museo 15 de octubre en 1976, donde hasta hoy se encuentran óleos y acuarelas de Elda y sus alumnos, además de guardar recuerdos de artistas reconocidos como Quinquela Martín, Francisco Ramoneda, Horacio Guaraní y Rubén Durán entre otros. Hoy esa casa es propiedad de los sancristobalenses ya que Elda dejó establecido en su testamento que quedaba en posesión de la Municipalidad para el uso público.
Colaboró para el Diario La Opinión, desempeño tareas ad-hoc en la secretaría de Cultura de la Municipalidad de San Cristóbal, fue Presidenta de la Biblioteca Popular San Martín, transformándola en un espacio de debate cultural, sus letras fueron llevadas por el país de la mano del pianista Rubén Duran, su amor por las cosas bellas la llevó a recorrer el país y el extranjero y su curiosidad incursionaba en cuanto cursillo se presentase, desde parapsicología a taxidermia.
Pero quizás la obra más importante en una vida plagada de dinamismo sea la concreción del Hogar de Ancianos Alma, otra expresión cabal de la personalidad de Elda. Cómo ya se ha dicho, Elda tenía la capacidad proyectar en el conjunto las necesidades personales y el hogar de ancianos es la muestra más cabal de esta “pobre e indefensa mujer”, como ella se solía definir, que nunca paró de generar y movilizar y el hogar es una muestra más de esa preocupación que Elda tenía sobre sí, basada en su realidad y en su historia. Elda se preocupaba mucho por su vejez, que intuía que no iba a tener a nadie que la cuidase y pensaba que a su vez había muchos en su situación entonces decidió, una noche que juntó a su grupo de amigos y ex alumnos, comunicarle la idea a los demás. Ya había plantado la semilla.
Y es así que algo que nació en 1980 en 1987 ya estaba instalado en un edificio que anteriormente perteneció a Rentas de la provincia, luego de innumerables beneficios y muchísima colaboración local, que quizás en un primer momento desconfió pero que luego apoyó al ver la seriedad del proyecto, el mismo lugar donde ella pasó los últimos años por propia decisión.
La pregunta es, cuanto menos, inevitable. Hasta da vergüenza hacerla pero es absolutamente necesario: ¿cómo hizo esta mujer para hacer todo lo que hizo? Tres cargos docentes en el mismo establecimiento no dejan mucho tiempo libre, la misma actividad docente es agotadora. Y después pintar. Y escribir. Y generar. La respuesta, creo, viene por otro lado.
“Ella siempre decía que tenía las manos vacías pero yo creo que tenía las manos llenas de bien” me decía Nelva mientras veíamos las fotos y los reconocimientos que, gracias al destino, se le hicieron en vida. Elda Cremona se sentía vacía, seca. ¿Por qué una mujer así sentía eso? “Ella siempre añoró el amor, tuvo el amor, el amor con mayúscula y no llegó a nada y quedó sin hijos, soltera, con un amor de toda la vida, un hombre muy bueno que la quería mucho al que le dedicó poemas pero que no pudo ser … ella decía que su vida era seca”.
Parece mentira. Tranquilamente uno puede considerar que si algo no era la vida de Elda Cremona era precisamente una vida seca. Pero esos dolores siempre están y nunca cicatrizan. Al fin y al cabo todo es amor, un amor que no fue, cosas que no se cumplieron pero quizás esa misma angustia y soledad tuvieron que salir por otro lado y dejaron un legado que mucha gente quiere continuar. Hoy Elda ya no está, se fue de viaje. O quizás no se fue y anda por ahí con su paraguas, su cartera y sus agujas de tejer por encima del cierre de la cartera. Porque Elda siempre tejía. Como Penélope, pero al revés.  




























7.1.10

CASANDRA: esperta en adivinansas

Por César Bruto *



Todo el que quiera istalarse con un consultorio de adivinansaS tiene que luchar con 2 contras muy serias: el allanamiento de la polisíA (cosa inposible de adivinar porque nadies sabe jamás qué cosas hará la polisíA), y que la clientela no tenga confiansa en los augurios del adivino. Y contra esos 2 inconvenientes tuvo que luchar casandrA, la hija de príamO, aquel que perdió su trono a causa de un tremendo insendio que no pudo ser sofocado a tienpo.
Se sabe que la seniorita casandrA tenía un privilejio enorme: podía antisipar el futuro de todas las cosas, indicando en forma infalible el día y la hora en que susedería cualquier acontesimiento(1). Y esa virtú tuvo su orijen en que siendo casandrA saserdotisA de apolO había sido dotada del don de la profesía, hasta que un día la tipa enpesó a conpadrear con sus poderes y a ser indiscreta con sus adivinansas, y entonses la condenaron a lo peor que puede ser condenado un adivinO: ¡a que nadies le llevara el apunte en sus pronósticos, o sea masomenos lo mismo que haora le ocurre al odservatoriO meteorolójicO que cuando anunsia buen tienpO todo el mundO sale con piloto, y viseversa.
Era inútil que la pobre casandrA se arruinase el órgano produbtor de la voz (la larinjE) tratando de ser escuchada por sus parientes y amigos...
-¡Tené cuidado, no te metás! -le dijo a su padre, cuando los sitiadores de la siudá de troyA le ofresieron de regalo un tremendo caballo de madera-. ¡Mirá que te van a meter la mulA!
-¡Ja ja ja ja jaja! -contestó el reY troyano y padre suyo como ya digimos-. ¡Dejate denbromar con tus adivinansas!
¡Y si no fue sierto lo que desía casandrA, que venga homerO y lo diga!
Llena de tristeza, porque sabía todo lo que iba a suseder, la muchacha llegó a misenaS como esclava del reY agamenóN, que regresaba triunfante, contento y con grandes proyebtos para el futuro... Y la casandrA hubiera querido desirle a gritos: "Dispará, que vas a morir asesinado! ¡No volvás a tu casa, que tu muger tengaña con el amigo mas fiel!", pero se calló la bocA y dejó que la marcha de los acontesimientos siguiera su curso por el férreo camino de la fatalidá... Y agamenóN fue asesinado, como es del dominio público; y casandrA -¡y eso tanbién lo sabía!-, fue asesinada cuando le llegó el turno.
Triste final el de algunas adivinaS: ¡cuando no las persigue la polisíA, las revienta el esetisismo de la jente!



NOTAS: (1) Todo en el mas alto nivel, sentiende, o sea que casandrA no daba datos para las carreraS de caballos, ni para la lotería, ni la quiniela ni nada.

* de "brutaS biografiaS de bolsillO".  http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Warnes_(César_Bruto)

2.1.10

Adivinanza 2.0

Nueva versión de  un entretenimiento milenario. La idea es simple: mire la foto. Mire muy bien. Y ahora responda la siguiente pregunta: ¿Qué libro es el que está en la foto?. Puede dejar las respuestas en el cuadro de comentarios, no hay premio alguno pero, si le alcanza, se ganará mi admiración. Para más detalles haga click en la foto.


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