29.6.11

Las rebeliones controladas


Ricardo Gutman
La foto la saqué antes de que empezase la función porque no quise pasar por esos desubicados que sacan fotos en medio de la función. Por vergüenza y por respeto. Se me ocurrió titularla El idioma analítico de John Wilkins, ese cuento de Borges que le rompe la cabeza a los semiólogos, filósofos, diseñadores gráficos  y empleados de Vialidad. Siempre hay tipos que piensan cosas que vos no podés abstraer. Sacale el plano a las cosas y vas a ver que te pasa, vos, que eras tan guapo. Terminás llorando en la falda de tu mamá. Lo loco es que tu mamá nunca va a poder entender porque llorás y lo peor de todo es que nunca te lo va a poder explicar. ¿Quién te hizo esto hijo? Tipos de no mataban una mosca. Borges quizás nunca salió de una biblioteca aunque caminase en un calle cualquiera pero a vos te dejaba tirado en el piso. Y Foucault, que era puto, te dejaba peor que perro en cancha de bochas. Y vos creías que las cosas eran tan fáciles.

No al canon digital




































































































22.6.11

A 25 años de la jugada de todos los tiempos

Esos pequeños detalles




Estuve esperando un tiempo prudencial, el correo me llegó hace unos días. Creí que era un error de tipeo pero al ver el mismo artículo en la web municipal me dije que no podía ser un error. Hasta ayer, cuando escuché a los arquitectos de la Municipalidad en el cable asegurar aquello de que me había percatado.

Leemos:
Hoy por la mañana visitaron la Casa de Cultura, 2 arquitectos del Ministerio de Obras Publicas enviados por el gobierno provincial, con el objetivos de inspeccionar el estado actual de este edifcio y proceder ha realizar el análisis correspondiente para dividir en etapas los trabajos que se comenzarán a realizar en conjunto con el municipio sancristobalense.
Además también se encontraban presentes el Intendente CPN Horacio Rigo, el Concejal Carlos Cattaneo, el Sec. de Obras Públicas Arq. Martín Bongiovani y la Arq. María Luara Chiapero, quienes tiempo atrás a la fecha vienen realizando gestiones para la Restauración completa de Casa de Cultura “Gustavo Gutscher”.
Se prevee que la “Primer Etapa” sea destinada a la cubierta de este edificio, recambio completo de las chapas Galvanizadas, zingería y el 50 % de la tirantería de madera. Pintura y protección de la estructura metálica principal, con un gasto estimativo de dineron aproximado a los $ 200.000.
El monto total para su restauración completa ascendería a $ 1.500.000, con los arreglos de los muros, el cielorraso, pisos, instalación eléctrica, revestimientos, pintura, herrería y vidrios y luego el equipamiento necesario para poner en funcionamiento a este edificio.
La Casa de Cultura es una de los principales edificios patrimoniales de la ciudad, y constituye la mejor sala teatral del Departamento San Cristóbal, actualmente en estado de degradación y abandono, sin poder ser utilizada dado el peligro de los desprendimientos de revoque y cielorraso, las goteras producto del deterioro de la cubierta y los problemas de humedad.
El desuso de esta Sala produce una perdida invalorable para la ciudad y la población toda, dada su jerarquía, su tipología constructiva, sus dimensiones y su valor patrimonial. 
Muy lindo todo pero falta la fecha de comienzo de las obras. Hasta ahora no hay nada. Pero está la promesa. Me quedo más tranquilo. Aunque no hay garantías.

La noticia del día, la noticia del año

19.6.11

Cipayos



Ricardo Gutman

Cipayos era el nombre que identificaba a una de las divisiones de elite de caballería del Imperio Otomano. Para hacerlo más comprensible, gozaban del prestigio que tenía un caballero medieval europeo, incluso con los mismos privilegios. Como se puede ver, los feudos no son solo una cosa europea. Por estas latitudes también ocurría más o menos lo mismo. Pero continuemos por allá. Lo que antes fue una denominación de honor se fue convirtiendo, con el tiempo y gracias a la acción del Imperio Británico, en la denominación del soldado indio nativo más raso del ejército inglés en la India. En nuestro idioma cipayo denomina a aquel vendido, que trabaja a sueldo para el enemigo de la patria. Es evidente la intencionalidad de la denominación. Cosas raras las del lenguaje, de cómo una denominación honorífica termina siendo un adjetivo peyorativo. La historia no está exenta.
Pero hay ciertas diferencias. Hoy cipayo es una persona encargada de reproducir el colonialismo intelectual de las grandes potencias sobre lo que se denomina pensamiento nacional o interés nacional. Por extensión este pensamiento se instala en aquellos que reciben el mensaje y reproducen las condiciones y el pensamiento cipayo, creyendo ellos que la idea, lo que dicen y lo que piensan, es absolutamente personal. Los reproductores difícilmente se percatan de la situación porque tienen el pensamiento colonizado. Los unos y los otros son tangibles, la diferencia que unos son a sueldo, hacen su negocio, y los otros no, lo que los transforma en una mera mercancía de aquellos que perciben un sueldo.

16.6.11

Funes el memorioso

Existen en todos lados, en cada pueblo, en cada ciudad, en cada barrio de cada metropoli. Hombres encargados de llevar consigo los registros que la mayoría ignora. Quien sabe que designio los va transformando en hombres importantes, seguro que un poco queriendo y otro poco sin querer el héroe va aceptando su misión en el mundo, cumplen esa función que casi nadie quiere asumir y que sólo está reservada a unos pocos. Esos son los hombres importantes. Y abundan, silenciosos en su humildad. Pero hoy uno de ellos se ha ido. Ha muerto Funes el memorioso, nuestro Funes.
Hay personas que no habría que dejarlas morir. Don Usen Arta es una de ellas. Ha muerto la memoria de San Cristóbal. Se nos fue un grande, un hombre querido y reconocido por todos, un hombre imposible de ignorar. Y como creo conocer un poco el paño, o por lo menos me lo permito así, ahora me pregunto que será de nosotros. Sólo espero que alguien haya tenido el buen tino de registrar todo lo que había en la cabeza de don Usen, el hombre que tuvo todos los homenajes en vida, que le dio su vida a este lugar tan sufrido, que llevaba la historia grabada en el cuero, porque solo se puede saber lo que el sabía si viviste las cosas, si las palpaste, si estuviste adentro del cuento, siendo protagonista, animándote a serlo.
Don Usen se fue y todo San Cristóbal lo llora. Se lo va a extrañar mucho, demasiado. Gracias igual, muchísimas gracias

Deudas con Borges

Ricardo Gutman

I
En retrospectiva, lo digo sin miramientos, fui un estúpido. Todavía recuerdo aquellos tiempos y me inunda la vergüenza. Lo peor de todo es que yo creía que era original, que la respuesta era una respuesta copada ante la asunción pública de mi ignorancia. Hasta ese entonces, estoy hablando de mi tierna edad de diecinueve años, yo no había leído Borges. Un poco por vago, un poco por miedo, un poco por desconocimiento personal –en ese entonces confiaba mucho menos en mí- había llegado a los 19 años, a la carrera de Letras, sin haber leído Borges. En realidad había llegado a la carrera de Letras sin haber leído lo que había leído la mayoría. Y no era que no había leído. Ocurre que mi biblioteca personal era demasiado outsider del canon académico. Era buena –sigue siendo buena- pero totalmente outsider. Y yo nunca había leído a Borges.
Recuerdo enumerar autores -actividad literaria ególatra si las hay, totalmente autocomplaciente- que nadie conocía. Yo al menos conocía los que los otros habían leído, al menos de nombre y figura, de pasada si se quiere. Pero ellos nada. Es decir, esos autores no les decían nada y por lo tanto no decían nada de mí. En resumen, yo no les decía nada.
Yo respondía que el postre era para el final, frase estúpida si las hay, que a la vez que reconocía no haber leído a Borges de cierta manera complacía al resto, que pensaba que había llegado al final de algo. Creo que por eso no me molieron a trompadas. Lo cierto es que era una frase estúpida, demasiado estúpida, muy de esos años, que a su vez conserva una secreta admiración al genio. A Borges, sin nombres adelante. Él será su apellido para la eternidad. Y si por esas casualidades compartís el apellido lamento decirte que te cagó para el resto del viaje, vas a tener que hacer algo mucho más grande para que la gente no tenga que decir tu nombre antes del apellido.

13.6.11

Palermo, ese tipo que hace goles


Ricardo Gutman

Estoy futbolero. Sí. Es que el fútbol genera muchas cosas, entre ellas, escribir. Es un buen momento para escribir. El ambiente está tranquilo, por lo menos por acá. Yo hago tiempo para que el café llegue justo cuando empieza el partido. No podría haber sido otro día. Tenía que ser un domingo. Me llama la atención que todavía no haya nadie. Rose mira desde el fondo y Carlitos espera a reaccionar. La bombonera explota. Palermo juega su último partido. Acá parece que nadie se enteró. O seguro que la mayoría está en sus casas. El mundo lo está esperando y el insufrible de Araujo no para de repetir su apellido. La gente empieza a corear el nombre del ídolo. Una cámara se cola en el túnel y lo muestra al esperado a punto de salir. Está nervioso y se nota. Está emocionado. Es mucho para cualquiera, por más que seas un Titán. Es mucho para cualquiera.
La mayoría de nosotros, simples mortales, nunca vivirá algo parecido. Nunca moveremos multitudes con solo pisar el césped  de una cancha. Nunca nuestro nombre sonará en el aire coreado por miles de voces fundidas en una sola voz. Esos lugares están reservados para las leyendas, héroes modernos de otras arenas, más modestas pero igual de épicas. Porque aunque parezca menor las épicas existen porque alguien las cuenta, haciendo que el relato perdure a través del tiempo. Nuestra ventaja es que nuestra modernidad ofrece la garantía del relato, la imagen, el archivo, que muchas veces se convierte ella misma en la leyenda misma. Porque hay cosas que no se pueden creer por más que te las cuenten un millón de veces. Si no las vivís no es lo mismo. Y si no pensemos en el gol del Diego a los ingleses, si te lo contasen no lo podrías creer.

12.6.11

Un día perfecto

Olimpo Newells


Ricardo Gutman

“Si la Historia la escribe los que ganan, eso quiere decir que la Historia es bilardista”
Barcelona N°212 pag.20

Viernes. Olimpo Newells. Que agenda. Como siempre que le pido un café chico, Carlitos me trae un café mediano. Va mejorando. Al menos ahora no los chorrea por los costados. Y me trae el azúcar. Y hasta la cuchara. Supongo que Bahía Blanca estaba pendiente del partido. El Tano, que es hincha de River, dio la orden de no mover de canal. Parece mentira. Un viernes a la noche mirando Olimpo Newells. Y yo que no soy hincha de ninguno de los tres.
Hay cosas que son lógicas que pasen. Verlo jugar a Olimpo es entender porque Olimpo está peleando la promoción. Uno no ve el partido por el volumen de juego. A lo sumo lo ve por el suspenso. Y porque siempre hay un amigo hincha de River al que es lindo gastar. En Bahía Blanca se deben querer morir. Alambrar por un equipo que juega horrible. Pero alambrar igual. Eso es amor. Y es admirable.

“Buscan la oportunidad para disolvernos”

“Deformaron lo que dije, lo tergiversaron con mala intención”, explica la presidenta de Abuelas sobre sus supuestas declaraciones contra Hebe de Bonafini. Carlotto asegura que hay una campaña para enemistar a los organismos de derechos humanos.

 Por Victoria Ginzberg
“Tratan de dividirnos, de que nos desconfiemos”, asegura Estela de Carlotto. La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo dice que se sorprendió al ver declaraciones suyas en la tapa los diarios Clarín y La Nación con las que supuestamente acusaba a la presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, de estar comprometida en los delitos por los que fue denunciado el ex apoderado de la Fundación de las Madres Sergio Schoklender. “Deformaron lo que dije, lo tergiversaron con mala intención”, explica. No niega las diferencias que tuvo y mantiene con Bonafini, pero también destaca la historia en común. Y está convencida de que hay una campaña para enemistar a los organismos de derechos humanos y obstaculizar las políticas implementadas en ese área. En el mismo sentido, Abuelas junto con Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas e HIJOS (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) dieron a conocer un comunicado en el que señalan que “la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia no puede ser manchada ni atacada por ningún grupo económico ni político que intente desprestigiar el arduo y comprometido camino que hemos recorrido en más de treinta años” (ver aparte).

Nota completa

2.6.11

Cero negativo



Ricardo Gutman
@rickygutman

Vuelvo a decirte, una vez más, para que te quedes tranquilo: estoy bien. Es que no parezca no quiere decir que así sea. Estoy mejor que antes, medilo en años luz si querés. Quisiera poder explicártelo pero no puedo. Juro que no exagero. Es que ya no me como los amagues. Estos días han sido fructíferos en amagues. Todos tienen algo para decirte, todos te susurran algo y siempre te quedás con el que le acierta al diario del lunes. Porque ese es el que hace el diario. Es que ha sido todo tan previsible. Siempre es más fácil con el diario del lunes. No repitas lo que yo dije. Pero hay cosas que se ven venir y yo soy cronista, es mi obligación ver venir las cosas. Y es hermoso. Porque mientras estás a vos no te ven, un extraño privilegio que pesa. Y como.
Pero no siempre te pasan las cosas por el costado. Como esa vez que me abrí la mano de punta a punta por buscar mielcitas. Todavía tengo la cicatriz en la mano izquierda. Casi me desangro. El médico me dijo que estuve a punto de perder la movilidad de la mano. Yo ni cuenta me di. Tenía que buscar esas mielcitas, entendés. Estaban en un árbol a una cuadra de la casa de mi abuela y a tres de la escuela. Era antes de ir a la escuela, en el camino. Las había probado pero conseguirlas era todo un desafío. Era de siesta, antes de ir a la escuela, después de comer. Yo iba con un compañero de grado del cual ahora no recuerdo el nombre. Para llegar a la rama tenía que subirme a un tejido de alambres, de esos tejidos que terminan en punta, oxidados por el tiempo. Estaban altas. Trepé al tejido y para agarrarme bien me sujeté de los alambres que salían para afuera. No eran grandes pero mi mano era chiquita. Hasta el día de hoy me miro la cicatriz, a mano siempre, y me pregunto lo que habrá sido en ese entonces esa cicatriz en esa mano pequeña, siempre ahí, en el medio de la palma.
Alcancé las mielcitas y me fui chorreando sangre hasta la escuela en vez de volver a lo de mi abuela. Mi compañero se asustó, yo le dije que no pasaba nada, lo tranquilicé diciendo que tenía un método para tratar las cortadas que me hacía, que por ese entonces eran considerables y seguidas. Un caminito de gotas nos delataba y yo adelante de cada gota. Siempre fui torpe. Me envolví la mano en papel higiénico y así fuimos hasta la escuela. Igual sangraba. Yo le decía que el agua iba a hacer que parara el sangrado apenas llegásemos a los baños de la escuela. Sabía lo que decía. Ya varias veces había probado el método, lo que pasaba era que las heridas anteriores eran pequeñas, nada comparadas a esta. Yo no sentía nada, simplemente me preguntaba porque no paraba de sangrar mientras la sangre se seguía yendo. El bebedero se inundó de agua ensangrentada, las porteras llamaron a mi mamá urgente y a los gritos y en dos patadas estaba en el médico. Me cosieron a lo guacho, tanto que hoy todavía puedo ver los puntos. Estuve quince días con la mano vendada. Parecía un yeso. Pero las mielcitas estaban riquísimas.
Todo por unas mielcitas. Nunca fui un niño audaz, por eso eso sorprendió. Una conducta inesperada, incomprensible. Como evitar la tentación si todas las tardes, antes de tomar la leche en lo de mi abuela viendo Robotech todos saltaban a las ramas y se llevaban sus mielcitas. Yo también quería. Después, durante mucho tiempo, pasé respondiendo preguntas que me hacían desde la familia. Yo respondí con la sinceridad brutal de un chico de seis años. Algunas respuestas gustaron y otras no. Todo tiene su costo. Incluso las mielcitas. Y esto también es parecido. Estoy bien aunque no lo parezca. Es como esa vez. Así, bastante parecido para serte sincero. Me he vuelto a caer, a raspar, a cortar, pero nunca como esa vez. Esa vez sirvió, fue un aprendizaje real. Fue mucha la sangre que se me fue pero no pasó nada. O por lo menos no me di cuenta.  Desde ese día he tenido una relación amor odio con la sangre. Esa misma sangre que se iba sin pedir permiso es la que doy a todo el mundo cada vez que puedo o me lo piden, aunque pocos puedan darme a mí. No es jodido, a veces te toca una enfermera primeriza y te destroza el brazo y otras veces te tocan enfermeras a las cuales les darías toda tu sangre por esa sonrisa que te ofrecen mientras te exprimen. Que bellas vampiras. Doscientos setenta mililitros, creo que es lo permitido. Soy cero negativo, a mí me sacan medio litro. No te asustes. Estoy acostumbrado.

Me aplastó ver al gigante

Pobre, pobre Alex




Ricardo Gutman
@rickygutman
Ayer se cumplieron 40 años del estreno de A Clockwork Orange, una obra monstruosa del cine hecha por otro monstruo del séptimo arte, Stanley Kubric. Tristemente no es una película que circule por las agendas de los canales de televisión y eso dificulta su acceso. En lo personal nunca la he visto en TV y mi acceso a ella se dio gracias a Internet y al Guille. Que sería de mi cultura cinéfila sin el. Que sería de nosotros sin Kubric.
1971. La Naranja Mecánica fue una patada en la cabeza al común de la gente, un relato cortazariano distópico de la realidad que muestra aquello que sabemos que está pero lo pasamos de lado, no por nada suscitó tanta polémica. Los simplistas acusaron a la película de alentar conductas violentas como siempre ocurre entre los exegetas funcionales que tratan de llevar el agua para su molino. O para el molino ajeno si no les conviene.

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