5.10.11

Alegría






El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza. 
Arturo Jauretche

3.10.11

Curso para que aprendas a escribir, gil


Puertas


Ricardo Gutman
Para entrar a una casa es necesario abrir una puerta. Esto siempre es así. Cuando se entra a una casa se abre una puerta. Abrir una puerta siempre es una acción cargada de ansiedad, de misterio y sorpresa. Cualquier cosa puede pasar. En este caso, la puerta del pasillo fue casi siempre de chapa hasta hace algunos meses, donde decidió volverse de aluminio. Esa puerta siempre llevó a un pasillo y a un patio de luz. Pero nunca a mi casa. La puerta que lleva a mi casa está después de ese patio de luz y es de madera vieja, desde antes que yo nazca. Esa es la puerta que abre a otras puertas. De hecho es así. Cuando uno abre la puerta de madera, la de bienvenida, uno cree que entra a mi casa pero en realidad entra a otras puertas, cosa que vendría a ser lo mismo. Esa es, en definitiva, una puerta que abre. Porque también hay puertas que cierran y de hecho las tengo. Como todos. Como en cualquier casa. Pero en mi casa no es lo mismo porque apenas se abre la puerta de entrada uno se encuentra indefectiblemente con la puerta del baño. Mi casa es rara. O es como pudo ser. Pero así es. Es la primera puerta que se ve. Siempre creí que estuvo ahí por si uno está apurado. Que se yo. Pero está ahí y no se puede no verla.
Cuando la puerta de madera se cierra uno puede ver lo que el ángulo de abertura le estaba negando: otra puerta, al lado de la puerta del baño, que es la pieza de mi madre, que en otro tiempo fue un living donde nos sacábamos las fotos de cumpleaños pero que el tiempo y la muerte convirtió en dormitorio. Para el visitante desprevenido esto es todo un desafío, usualmente nadie sabe muy bien que hacer si uno no lo guía. Sobrados casos existen de confusiones al por mayor de gente que quiere hablar conmigo y termina en el baño, sin querer, sin pensarlo. Pero ahí no termina la cosa. El tema es que hay otra puerta del lado derecho de la puerta de madera, que vendría a ser la primer puerta cardinalmente hablando pero que mayoritariamente no es visible a primera impresión porque generalmente la gente entra de frente a las casas y en este caso la visual les muestra la puerta del baño, ignorando la primera. Es comprensible, básicamente un laberinto rectangular con cuatro puertas a los lados. Un laberinto exclusivamente de puertas.

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