12.6.10

La lógica binaria

Por Ricardo Gutman

Pero mirá que me esfuerzo,  por más que mi naturaleza me llame a hacer lo contrario,  trato y trato y trato y cada vez  me cuesta más. Crecer implica hacerse cargo, entender que las cosas que nos pasan no porque una mano negra, el azar o el destino maldito se confabulan en que las cosas sean diferentes a lo planificado, a lo esperado, a lo deseado. Crecer, a mi humilde entender, es aprender que las cosas pasan por obra y omisión nuestra, nadie tiene la culpa más que yo de lo que me pasa. Por eso crecer es difícil y doloroso, es asumirse culpable y casi nadie quiere reconocerlo. 
Lo aprendí, lo asimilé y me hizo mal. Pero lo entendí. Y hoy quizás he llevado esa actitud hasta el extremo de pensar que no son los demás, que soy yo el que no logra adaptarse. Que algo debe pasar en mí que no entiende como viene la cosa. Debo ser yo, no los demás, el que está loco, el que no encaja, el que ve otra cosa. Y eso me hace pensar que cada vez estoy más solo. Quizás peque de exagerado al decirlo, quizás no sea el único, estoy seguro de que no, pero si hay otro al que le pasa lo mismo lo más probable es que, al igual que quien suscribe, tienda a aislarse. Por inercia, por cansancio, por hartazgo, por recurrente. Es que es la misma situación siempre, en todo lugar. Y ya pudre. Y yo ya no me callo. Y así me va.

Ocurre que marginarse nunca es bueno. Seductor quizás, cómodo también,  tentador seguramente, pero nunca bueno. Es precisamente esa marginación la que coloca a la persona en riesgo real de aislamiento ante el contexto, ante la dinámica de las cosas. La realidad es una cosa externa que uno interpreta y construye, lo cual no quiere decir que necesariamente sea así. Convencerse de que infaliblemente es así es demasiado peligroso.  Esa posición de superioridad asumida sobre el resto, la de creer que los demás se equivocan en lo que piensan y que uno la tiene clara bien puede llevarnos a los extremos más grandes de la imbecilidad, no sólo por la caricia ególatra sino por la ignorancia solapada. Es, ante todo, la respuesta fácil lo que seduce, la chicana barata. Lo peor es que el imbécil nunca se da cuenta de su imbecilidad. 
La tan mentada Resolución 125 primero  y la Ley de Servicios Audiovisuales después lograron instalar en la agenda de los argentinos el debate político como nunca antes este servidor en sus 29 años de vida había visto en este país. Pero también han logrado polarizar las posiciones a la hora de debatir a extremos que rozan la intolerancia, cuando no la sinrazón. Llegado el caso, no se puede ni opinar. Y si se opina desde un lugar el otro, que no está de acuerdo con lo expuesto, ataca la mayoría de las veces con la intención de defenestrar  y desacreditar al adversario. Y no es por pasión que se defienden las posiciones, sino más bien resentimiento el que se expone.  No es que ocurra esporádicamente, preocupa verlo todos los días, a cada momento, en el super, en la carnicería, en el banco, en los bares. 
Para personas como quien suscribe, que durante su vida han tratado de encontrar y construirse una identidad política más allá del peronismo y sus condicionamientos de cara al resto, resulta extremadamente complejo discutir en estos términos, en estas condiciones. Cualquier opinión es susceptible de ser atacada, etiquetada y vapuleada. No es eso lo que me inquieta, ni siquiera me incomoda, es el hecho de no poder exponer ni plantear una posición alterna sin ser objeto de calificaciones permanentes, de identificaciones maniqueas y binarias. O estás de un lado o estás del otro parece ser la lógica. Es eso lo que me enerva, no el hecho de defender una posición política, cosa a la que estoy acostumbrado y que es lo que quizás más exaspera a mis interlocutores circunstanciales. No todo es como se ve y las cosas siempre son más complicadas de lo que parecen. 
En repetidas ocasiones se torna imposible hablar de manera razonable, dentro de los cánones civilizados de una discusión. Muchas veces he caído en esa trampa y cuando doy cuenta del engaño ya no puedo salir. Tanto de un lado como del otro. Cuando marco alguna deficiencia del gobierno como por ejemplo las deficiencias en cuanto a la política minera y la vista gorda con los movimientos financieros los kirchneristas me tratan de funcional a la derecha, cuando defiendo la Asignación Universal por Hijo  o los fondos jubilatorios en manos del estado los que apoyan al Grupo A me tildan de apoyar el clientelismo, adornado a su vez de muchos epítetos discriminatorios hacia los beneficiarios de la asignación que no proferiré en estas líneas. Y eso que no voy más allá. No me interesa contarle las costillas a nadie porque llegado el caso no sirve. Lo más preocupante  es que cuando escucho a mis interlocutores percibo a los medios de comunicación entre las líneas de sus palabras, en la estructuración de su pensamiento.
El conflicto de intereses entre el gobierno nacional y los medios de comunicación masivos, focalizados en Clarín, se palpa en la calle, en los argumentos de las personas para debatir, en las perspectivas asumidas a la hora de manifestarse. La asimilación de los medios en las lógicas discursivas de las personas es tanta que al escuchar hablar a alguien uno ya sabe, o al menos intuye, que medios consume esta persona. Es que en esta necesidad de tomar parte el conjunto busca argumentos en los medios cuando debería buscarlos en la política. Y eso debiese preocupar a los políticos, que ni se mosquean, evidentemente subyugados a los intereses económicos de tal o cual empresa, pobres peones mediáticos conscientes de su imposibilidad de llegar a la gente, de ser efectivamente representantes, sin televisor mediante.
No está mal ni es incorrecto tomar posición ante las cosas, es absolutamente necesario. Lo incorrecto (o lo inmoral, al decir de Oscar Wilde) es que te digan que es lo que tenés que decir. No importa si es 6-7-8 o Bonelli y Sylvestre, no importa, lo central a la hora de plantarse es tener argumentos propios producto del análisis de la realidad. No se puede ser promiscuo en esos aspectos porque si no se está sujeto a la línea editorial de una empresa que tienen intereses económicos bien definidos. No se puede ser oficialista hoy y opositor mañana. No es que no ocurra, es que no debiese ocurrir si se tuviese una pizca de honor. Si aseguro que gana Néstor en el 2011, Néstor, Cristina o el nombre que sea dentro de Frente para la Victoria no quiere decir que soy kirchnerista, quiere decir que como van las cosas, con esta oposición insulsa e inservible, sin ningún referente decente, que pretende “jerarquizar el Congreso”,  que no marca agenda con mayoría y sin ningún plan de gobierno diferente al de Carlos Saúl, el FPV tiene las presidenciales mucho más accesibles. 
Ser alterno, prescindir de las mayorías circunstanciales, no quiere decir no tener identidad, evitar ser parte de lo que te rodea. Tampoco otorga autoridad ni suficiencia, la realidad se encarga de mostrarte tus errores. Etiquetar es ser funcional. Pertenecer, sentirse parte de un proyecto, es diferente. Es la lógica la diferencia. Una cosa es la política de unidad básica y otra cosa es intentar analizar, entender la política desde los hechos políticos visibles. Definirse políticamente es necesario para cualquier individuo, pero alienarse también es alarmante. Quita perspectiva. Pero no se puede andar toda la vida desde el no lugar, alguna vez hay que jugarse. Y nunca me jugaría por Macri, por ejemplo. No tengo nada en común con Macri. Ni con De Narvaez. Ni Carrió. Mucho menos Duhalde.  ¿Reutemann? No de nuevo. ¿Cobos? Ya voté a De la Rúa una vez, dos veces el mismo error no hablaría bien de mí. ¿Cristina? No me cae mal. ¿Sabbattela? Ojalá alguna pueda votarlo. Cada vez quedan menos opciones y las opciones que se eligen hablan de quienes somos. 
Dicen que vivimos en tiempos de crispación. Dentro de este contexto tan revuelto y agresivo, la tentación de aislarse, de marginarse, crece segundo a segundo. No se puede pelear con todos todos los días pero tampoco se puede dar crédito y dejar pasar afirmaciones descabelladas soltadas en cualquier lugar sin la más mínima consciencia de la gravedad de lo dicho. “El problema es que te ponen entre la espada y la pared” me dijo un amigo mientras soltaba el humo de su cigarrillo con el suficiente hastío. He ahí, quizás, el quid.  Es, al fin y al cabo, una cuestión de percepción. Para el que te pone entre la espada y la pared existen la espada y la pared. Para mí existe solamente la espada, venga del lugar que venga. La pared no existe. De hecho, ni siquiera la siento.


10.6.10

Sonia Alesso en San Cristóbal

Ricardo Gutman

Sonia Alesso estuvo en la zona con motivo de las elecciones del próximo 16 de junio recorriendo escuelas en San Cristóbal y Ceres y brindó una conferencia de prensa durante la mañana del martes a los medios de San Cristóbal. En líneas generales la conferencia se puede consultar acá , para algo mucho más específico aquí les dejo el audio de la conferencia.

6.6.10

Santa Maradona pide fútbol

Ricardo Gutman

No recuerdo las veces que le pedí al Tano que cambie de canal, que por favor no lo dejase en una señal de noticias. En todas pasan lo mismo. Terminé mi café y cuando terminó Capusotto salí del Drugstore rumbo a Peko´s,  hastiado de los relojes en cuenta regresiva. Ni siquiera hablan de fútbol. Muertos y accidentes coronados de los relojes en cuenta regresiva al día D. Camino al bar las vidrieras se han vestido de banderas, cintas, escarapelas y pelotas celestes y blancas. Y por donde pasás relojes en cuenta regresiva. Canales de televisión, páginas web, mensajes en el celular, radios, todos con la cuenta regresiva al comienzo del mundial.  A medida que pasa la gente se va dando cuenta de que está más cerca. Adentro del bar nadie habla de fútbol, están remodelando, pintando, revocando en cuenta regresiva para el sábado reabrir  y no están para hablar de fútbol. El tiempo corre por cosas más importantes.
No entiendo bien que pasa pero salvo en Peko´s todos quieren el mundial. Fiebre de mundial.  Y Santa Maradona pide fútbol. Ya no se puede ver la tele de tanta temperatura. La golosina del mundial, los televisores del mundial, las pilas del mundial, las heladeras del mundial, los canales del mundial, los chicles del mundial, las promociones del mundial,  los desodorantes del mundial, la pelota del mundial, las gaseosas del mundial, los autos del mundial, la vacuna del mundial, los grupos en facebook del mundial, los DVD del mundial, los celulares del mundial, los sponsors del mundial, la televisión satelital del mundial. Y los relojes en cuenta regresiva. Y los periodistas deportivos deambulando por Sudáfrica tratando de justificar tanto tiempo de rosca para estar en la competencia.
Andan con el rostro cortado. Ya no es USA 94, esos tiempos en que los jugadores de la selección se calzaban una gorrita y daban notas a cualquier hora por unos cuantos billetes verdes. Y ya no saben que hacer. Y hablan del mundial pero no de fútbol, se hacen notas entre ellos, encuentran barras bravas y por cada pastizal sudafricano hay un elefante rosado. Entonces buscan cualquier cosa para publicar.  Grondona le pasa factura al Diego. Recurren al Twitter de Agüero. Recurren al Twitter de Mascherano. Que Mascherano sale a desmentir vía Twitter de Agüero que él no tiene Twitter. Por ahí anda el sudafricano cadete de un hotel que sabe más de fútbol argentino que los mismos periodistas argentinos que no son capaces de explicarle porque Riquelme no está en la lista. Y cuando habla Santa Maradona les registra tres frases y los deja contentos. Pero siguen  preocupados por el tobillo de Messi. Que si Higuaín o  Milito.  Que los brasileros no están muy preocupados que digamos por Argentina. Garcé trae alfajores.  Y el infaltable clásico documental de Héroes por Volver y alguna cosa más como movileros burlándose del resto de las personas que andan en los alrededores de los estadios por hablar otro idioma. Programación repetida hasta el hartazgo.   
Pero eso no es lo peor. Lo peor son las publicidades de Quilmes. Cada mundial espero la publicidad de Quilmes para saber con que se vienen.  Son buenas. Son efectivas. Cada vez mejores. Explotan en nosotros esas cosas que asoman en estos momentos y que nunca nos damos cuenta. Pertenencia creo que se dice, un maquillaje del patriotismo.  Nos hacen creer que le vamos a comer el hígado a Brasil en la final pero siempre nos volvemos en octavos. Cada vez más efusivas.  A mí, que todavía me emocionan varias cosas, las detesto por ser casi perfectas. Ahora Dios nos habla y nos dice que los de abajo también juegan. Que cree en nosotros. Que somos el pueblo elegido. Que manga de desgraciados, mi humilde reconocimiento a los creativos publicitarios.  El resto de las empresas están bien atrás, no largan. Los relojes siguen en cuenta regresiva. Mientras tanto, Santa Maradona pide fútbol.  Y el resto le responde con  Mundial.  
Segundo a segundo, como una pequeña muerte, los días nos acercan al partido ese entre Samoa y Pakistán que tanto estamos esperando. Partidos que nunca miraríamos ni en nuestros sueños más revulsivos se vuelven parte de la rutina mensual de los junios. ¿Qué Samoa ni Pakistán clasificaron? Disculpen, todavía no tengo mi fixture ni sé cuál es el grupo de la muerte. Menos que menos estoy al tanto de quienes nos tocarían en caso de pasar a segunda ronda. Ni la diferencia horaria. Quizás estoy perdido aunque abundan los informes especiales de los 32 equipos que llegan al mundial. El mejor de todos es el de la Barcelona. Abunda el mundial. Pero de fútbol nada. Santa Maradona pide fútbol.  Y los argentinos un título. Y un LCD. Te los tiran por la cabeza. En Cincuenta cuotas. Fuera de joda. Es una verdadera ganga. Todos especulan con la inflación de acá a dos años. No pagás nada, agarrá viaje. 
Esta indiferencia que vivo ante el mundial me sorprende a mí mismo. No me compré un LCD. Ni siquiera como Mantecol, que se anda chamuyando chinos y jamaiquinos para que nos hagan el aguante.  Ya ni discuto los candidatos, por ejemplo. No tiene sentido, todos saben que primero, siempre, está Brasil y resto dos escalones más abajo. Pero los periodistas siguen preocupados por el tobillo de Messi. Así y todo no puedo estar ajeno a lo que pasa en la selección.  Lo único que me prende fuego es que han llevado a Verón para que, encima, sea el guía de Messi. Así va a terminar el pibe. Zafamos del Capitán Frío pero del pirata no, que se le va hacer. A los únicos que banco son a Tevez y a Mascherano. Aunque no tenga Twitter. Y a Palermo carajo.  
Los relojes corren y los días avanzan pero el misterio sigue en pie: ¿Qué piensa el Diego? Santa Maradona pide fútbol y los periodistas hacen la vista gorda. No hay data entonces aparece el sexo y asado en la tapa de Clarín.  Santa Maradona pide fútbol y el resto quiere otra cosa. El DT les tapa la práctica, no les larga prenda. Y todos se siguen preguntando si al pibe del Barcelona le seguirá pesando la camiseta argentina.  Encima no hay amistosos. Y eso es otro problema. No saben si es bueno o no jugar amistosos antes del Mundial. Ahora todos adoran a Mourinho. Entonces es obvio que no quieren fútbol.  Y se siguen sumando los barrabravas en Pretoria. Qué cosa ¿no? Habrase visto. Como si nunca hubiese pasado.  
Los cronómetros siguen atrasando  o adelantando, ya no sé bien. Confieso que el fútbol es una de las cosas de las que menos sé. No puedo de hablar de táctica y estrategia. Soy horrible, lo reconozco. Por lo menos no miento ni ando a los gritos en los bares.  Simplemente lo veo y con eso me alcanza.  De vez en cuando sigo algún partido de Unión pero nada más. Lo poco que sé de posiciones lo aprendí del Pro Evolution Soccer a diferencia de mi hermano, que sigue escuchando los partidos por radio y que gracias a él conocí la genialidad de Víctor Hugo, tan clarividente el uruguayo. Yo no sé nada. Pero sé que no quiero a Mourinho. No quiero ese fútbol, admirable desde lo táctico por su funcionamiento y rentabilidad pero que da poco a la gente. Incluso creo que Mourinho y Real Madrid es una contradicción de términos solo posible de suceder en contextos de exitismo y búsqueda de resultados.  Al parecer eso es lo que quieren.  
Y en el medio de todo este negocio están las ilusiones y las expectativas  de la gente. No lo niego, hace falta un título y para conseguir un título es necesario ganar. Pero no me come la cabeza ganar como sea, no me seduce el dramatismo con el que se vive el fútbol por estas latitudes. Me revientan las injusticias, como a todos. Por eso me gustan Borghi y Cappa. Sería hermoso volver a ganar un mundial con el as de espadas jugando para vos. Santa Maradona pide fútbol. Yo no le pido tanto, solo pido que jueguen a la pelota. Y que me dejen verlo por Canal 7, ¿puede ser?

P/D: aquí les dejo un regalito

3.6.10

Fuera de Serie

Ricardo Gutman

Hace un tiempo explayé mi "frustración" porque el Pancho no me conseguía la Barcelona. Nobleza obliga, debo reconocer que el Pancho es un fuera de serie porque desde la edición 187 la Barcelona llega a San Cristóbal y ya no tengo que esperar un viaje a Santa Fe, que mis hermanos me la traigan cada vez que sale o molestar a Paola Lagger y Guillermo Quiroga para conseguir un número. 
Una vez más el Pancho logró lo imposible. Para aquellos que quieran comprarla peguense una vuelta  por el kiosco de Francisco Bassano a media cuadra de la escuela Belgrano, por calle no me acuerdo el nombre entre Pueyrredón y Chacabuco y la encargan. Si está cerrado le tocan el timbre de la casa. Y si no pregunte a los vecinos, que tanto joder. Mire si se la va a perder.

P/D: No la lea en lugares públicos, la gente no entiende porque una persona se puede reír sin ninguna razón aparente. No intente explicar la razón de su risa, para que se va a gastar. Disfrute, que para eso está  


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