30.12.10

Ojos de videoclip


Ricardo Gutman
Me dormía. Parecía raro, hacía un rato estaba poseído por la euforia, llegué a Pekos y me tiré en una mesa, esa que está en la ventana. Para coronarla se largó a llover. Duró poco. Por lo menos había hecho lo que tenía que hacer. De un tiempo a esta parte ya no tengo vida. Voy de un lado a otro y diciembre ha sido una furia. Todo junto, a último momento. Y siempre esa sensación latente y constante de que estás al borde de que te puteen. Pero nunca pasa. Lo que molesta es la sensación en sí, sentirla todo el tiempo.

Me pedí una lata de Quilmes y me senté, me puse los auriculares y me quedé. Me dormía. El Daro se sentó un rato pero era sábado y el bar laburaba. Tomo lento. Muy lento. Y la lata se calentó. La lluvia duró un pestañeo. El viento comenzó a moverse, las hojas que le quedan al árbol raquítico que está frente al bar empezaron a moverse. Acá no hay árboles. Acá no hay sombra. Ni siquiera de noche. Ni una sombra decente. Me sorprendió que alguien haya pedido un café con el calor que hacía.
Al costado una pareja tomaba cerveza. Supongo que recién se estaban conociendo, había mucha vergüenza, mucho pudor en las caras, en los movimientos. La chica estaba como esperando algo. El chico también. Se los notaba expectantes, como esperando ver cuando el otro hacía un movimiento decisivo que corriese ese velo. Se gustaban. O al menos eso parecía. O quizás ni una cosa ni la otra. Quizás fuesen amantes. O quizás fuesen de otro lado. O las dos cosas. O las tres cosas. Quién sabe.
Y al mismo tiempo era como si estuviesen solos. Nadie los miraba. Hice como que no los vi. Miré la hora. Para mi pesar todavía era temprano. Darío volvía a colocar en su lugar las mesas y las sillas de plástico en la vereda. Linda noche, incluso con la lluvia a cuestas. Se había puesto fresquito. Estaba escuchando algo que no me acuerdo, me saqué los auriculares y me dispuse a tomar los últimos tragos de la lata, ya a temperatura ambiente. Puse sobre aviso al negro de que me iba a dormir. Fui a la barra, nos pusimos de acuerdo con el Daro y salí. Afuera estaba más fresco que adentro. Había un viento lindo.
Salí sin rumbo fijo aunque la idea era llegar a casa, tirarme en la cama, dormir y con suerte despertar el domingo al mediodía aunque nunca lo haga. Busqué en el directorio de música del celular, puse Bend and Break de Keane y salí a caminar con la intención de llegar a casa cuando fuese necesario. No sé porqué pero ese tema me hace caminar con la cabeza erguida y como si fuese un tic sonrío porque sí. Debe ser el piano. La noche estaba linda. Si levantás la cabeza ves las luces. Y si tenés suerte hasta las estrellas en una noche nublada.  When you, when you forget your name/ When old faces all look the same/ Meet me in the morning when you wake up/ Meet me in the morning then you'll wake up. La lluvia había hecho que todos se escondiesen y empezasen a salir. Un desfile de luces comenzaba a poblar Caseros. Yo caminaba lento como para ver el proceso.
No veía a nadie. Tranquilo tarareaba la canción en mi rudimentario inglés. Usualmente ocurre muy seguido. Camino y no veo las caras, pasan y no las veo. Es algo totalmente involuntario, como caminar entre corrientes de viento. Las luces de los autos y las motos encadilaban demasiado, como cuando mirás fijo al sol o venís caminando de siesta y entras a tu casa y no ves nada apenas abrís la puerta. Algo así. Todo junto. Imposible ver así. La cabeza siempre en otro lado. If only I don't bend and break/ I'll meet you on the other side/ I'll meet you in the light/ If only I don't suffocate / I'll meet you in the morning when you wake.
El viento empezó a hincharme el pecho mientras una tímida euforia, parecida a la que hacía una hora me poseído, subía a medida se sucedían los pasos. Nada del otro mundo pero constante, regular. Crucé la calle entremedio de las luces de los autos, y bordeé la pared amarilla del Nación, primero por Caseros y después por Alvear para entrar en la sombra que viene siempre después del Ficus ese camino a la plazoleta. A lo lejos se veían los autos estacionados. No escuché música, mis auriculares estaban muy altos.
Cómo cambiaría la cosa si la vida tuviese banda de sonido. Diferente sería si, por ejemplo, a la hora de besar a la chica indicada sonara la canción esa que suena en Romeo y Julieta cuando Di Caprio ve a Claire Danes por primera vez a través de la pecera. No pido a la piba vestida de ángel con hermosas alitas en su espalda y una media cola en el cabello porque para ser justo no soy Di Caprio vestido en armadura de caballero pero ponele que si sonase la música en ese momento indicado vos sabrías que acá está la posta y te ahorrarías el trabajo de seguir buscando y metiendo la pata infructuosamente. Sería como una pista que la vida te tira diciéndote “ya está boludo, no jodas más, ésta es”. Sería cuestión de estar atento a escuchar la canción correcta. El problema sería si la misma música la escuchasen, digamos, unos cinco pibes al mismo tiempo, ahí se arma un tole tole que ni te cuento pero a esas alturas lo que se cocina es otra cosa.  Quizás al pibe que tomaba la cerveza con la chica en el bar de Darío le faltaba escuchar la música indicada. O a lo mejor escuchaba algo que no le gustaba. Suele pasar. Quien sabe.
Y así podríamos seguir ad infinitum con miles de temas y con miles de situaciones tan similares como contrarias a las ya expuesta porque los universos musicales lejos están de agotarse aunque en la radio siempre se escuche lo mismo. Dee solo pensarlo cansa. Lo cierto es que las cosas desgraciadamente no son así y a la vida hay que ponerle onda. O arreglársela como uno pueda. A esta altura la caminata se había convertido en un videoclip pero superlativamente mejor porque en un videoclip no se puede sentir el aire en la cara, la continuidad ausente en su lenguaje, los pantalones rozando la rodilla, el envión de los brazos al caminar. Época multimedial si las hay, te la regalo, unos auriculares y la cosa cambia.
Las luces de  la vereda empiezan a dibujarse a medida que los trenes quedan atrás, allá abajo, detrás del tejido de siempre. Los vagones a oscuras cuadriculados están inmóviles  y alguna que otra linterna que se mete por ahí, entre los engranajes  Bitter and hardened hearth/Aching waiting for life to start/Meet me in the morning when you wake up/Meet me in the morning then you'll wake up Desde acá todo es más chico. Ahora la vereda que es un paseo se abre a medida que bajás las escaleras, es un camino de luces lleno de viento. De noche los árboles son majestuosos. Un viento que no es el de arriba te acariciaba. Y yo, caminando, como si nada. Un caminito de luces. No pienso en nada. Contento, así de simple, sin nada que decir. Una alegría simple con cara de estúpido sonriendo por nada. La avenida está desierta. Ni perros hay.  If only I don't bend and break /I'll meet you on the other side/I'll meet you in the light/ If only I don't suffocate/I'll meet you in the morning when you wake, y yo camino tranquilo, siguiendo los faroles, con el pecho hinchado de no sé qué. Crucé la calle sin mirar a los costados. Una moto me pasó por detrás. Sin darme cuenta llego a mi casa, me prendo un pucho en la galería del tío Roberto. Algunos autos doblan por la avenida y se van quién sabe a qué lugar. El trayecto hasta acá se perdió y me saco los auriculares. Se me fue la música y se me acabó la magia. Sin llamarlo el Negro estaciona la camioneta en frente de casa casi al final del cigarrillo, con telepatía. Me pregunté que habrá sido de la parejita que tomaba cerveza en el bar de Darío. Miré la hora. Me desperté.  I'll meet you on the other side y me fui.    

29.12.10

Dar las gracias



Ricardo Gutman

Se va terminando el 2010 y no voy a llegar a las 100 publicaciones en un año. Que macana. Lejos está esto de ser algún balance pero como siempre en esta época las cosas parecen encaminarse hacia las despedidas, las fiestas, los balances y las recomendaciones del Dr. Cormillot para no quedar de cama después de los desarreglos culinarios de las fiestas de fin de año no es tan malo empezar a hacer un recuento de las cosas positivas y negativas.

Así y todo no haber llegado a los 100 post en un año llegaré a promediar un post cada cuatro días. No está mal. Cuando empezó el 2010 me propuse darle cierta continuidad al blog y creo que lo he logrado. Haber empezado un blog ha incrementado mi creatividad, créase o no, me ha puesto a pensar miles de variantes para sumar tráfico a la página. Es que en eso del tráfico se cuela ese dejo de narcicismo propio de los que escriben: si escribís y no te leen es como escupir para arriba. Es no importarle a nadie, es esa triste sensación de lo que decís pasa desapercibido.
Y eso es una lucha por que gran parte de mi vida sentí esa sensación. En un primer momento miraba con ansias las estadísticas de Google para saber cuántos habían entrado en el día y que habían leído.  Pude comprobar eso de que los números no mienten y me puse a pensar seriamente si convenía seguir escribiendo y posteando en este espacio ya que el número de entradas nunca se correspondió con mis expectativas. Hasta me hice un Facebook para promocionar mis escritos. Estuve así de colgar el blog. Pero la empecé a ver desde otro lugar y tiré al cuerno las estadísticas. Escribir es un acto de resistencia y lo voy a seguir haciendo, por más que no me lea nadie. Lo seguiré haciendo por mí, para no traicionarme. Porque es lo único real que tengo.
Si es por eso de acariciar al enano ególatra he logrado estar en Google. Que sé yo, algo es algo. Una de las cosas que me han quedado en el tintero es que este espacio sea más plural desde los nombres. Siempre deseé no solamente ser yo el que escriba sino que aquellos amigos que lo hacen también lo hagan aquí. Dificultosa tarea la de lograr que un amigo escriba 5000 caracteres porque además de estar cada uno inmerso en su vida cotidiana son lo bastante vagos como para sentarse una vez a la semana a escribir algo y mandarlo por mail. Fallé flagrantemente. Igual no dejaré de insistir.
Fue un año raro, bastante irregular en cuanto al ritmo. La primera mitad estuvo muy tranqui, la segunda se aceleró un poquito y diciembre fue a mil por hora. He tomado decisiones equivocadas y acertadas he evitado tomar decisiones que hubiesen mellado esas cosas en las que creo que tengo que luchar. No me arrepiento. El 2011 empieza bien, con propuestas en todos lados y proyectos copados. Espero que no me desilusione. No creo que lo haga.
He pagado la mayoría de mis cuentas corrientes, las que me quedan se saldarán en los próximos días. Si todo sale bien me esperan unas vacaciones hermosas por el norte del país. Los acreedores sabrán esperar. Me queda como cuenta pendiente empezar a publicar entrevistas a personalidades locales, quizás a algún grosso que venga, si tengo tiempo. Lo más probable es que arranque en los primeros meses de 2011. Soñaré negocios que nunca haré.  Quizás algunas otras cosas.
Muy pronto cumpliré 30 años. Sé dónde estoy parado, aunque no parezca. Sé muy bien quienes son mis enemigos y quienes son mis amigos. Sé de las cosas que me pierdo por estar donde estoy y por no estar cuando debiese estar. Los costos se pagan y son más reales de lo que se cree. Haré la mía. No me queda otra.
A todos aquellos que entraron por estos lugares y han leído mis notas se los agradezco de corazón. A los que han comentado también, un blog se alimenta de los comentarios y hay que dejar un tiempo para ponerse a opinar en la página de un pendejo que va dejando de serlo. Ya no sé si soy periodista. Seguro que no soy escritor. Soy un tipo que trata de escribir más allá de sus paranoias. Y vivir. Algo es algo. Un excelente 2011 para todos. Saludos y buena vida. Nos vemos a la vuelta de la esquina.    

El Cabezón

27.12.10

Y a mí que me importa

Ricardo Gutman
Usualmente no soy de hacer recorridas por los medios para ver que publican ya sí publicarlo en este espacio, soy de aquellos que los leen todos los días para informarse y nada más, este blog no es un blog de medios.
Pero hoy tuve la tentación de hacer este pequeño trabajito para ver la tinta que se gasta en giladas en las redacciones de los principales diarios que, en realidad, a nadie le importa y te la quieren vender como información.

Clarín



La Nación

























































Perfil













































 

21.12.10

Recetas a seguir



Cómo ser un Gran Escritor

tienes que cojerte a muchas mujeres
bellas mujeres,
y escribir unos pocos poemas de amor decentes
y no te preocupes por la edad
y los nuevos talentos.
Sólo toma más cerveza, más y más cerveza.
Anda al hipódromo por lo menos una vez
a la semana
y gana
si es posible.
aprender a ganar es difícil,
cualquier pendejo puede ser un buen perdedor.
y no olvides tu Brahms,
tu Bach y tu
cerveza.
no te exijas.
duerme hasta el mediodía.
evita las tarjetas de crédito
o pagar cualquier cosa en término.
acuérdate de que no hay un pedazo de culo
en este mundo que valga más de 50 dólares
(en 1977).
y si tienes capacidad de amar
ámate a ti mismo primero
pero siempre sé consciente de la posibilidad de
la total derrota
ya sea por buenas o malas razones.
un sabor temprano de la muerte no es necesariamente
una mala cosa.
quédate afuera de las iglesias y los bares y los museos
y como las arañas, sé
paciente,
el tiempo es la cruz de todos.
más
el exilio
la derrota
la traición
toda esa basura.
quédate con la cerveza,
la cerveza es continua sangre.
una amante continua.
agarra una buena máquina de escribir
y mientras los pasos van y vienen
más allá de tu ventana
dale duro a esa cosa,
dale duro.
haz de eso una pelea de peso pesado.
haz como el toro en la primer embestida.
y recuerda a los perros viejos,
que pelearon tan bien:
Hemingway, Celine, Dostoievski, Hamsun.
si crees que no se volvieron locos en habitaciones minúsculas
como te está pasando a ti ahora,
sin mujeres
sin comida
sin esperanza...
entonces no estás listo
toma más cerveza.
hay tiempo.
y si no hay,
está bien
igual.

Charles Bukowski

13.12.10

Biblioburro

Ricardo Gutman
"Yo descubro de que debemos llevarle cuentos a los niños porque si no no tienen biblioteca, hay que inventar una". Esas simples palabras convierten a Luis Soriano Borges en esas personas que valen la pena, las que hacen de este mundo un mundo mejor. Desde este humilde espacio doy gracias que todavía existan personas como Luis Soriano Borges. Fuerza amigo, fuerza compañero.

10.12.10

Cien años más en la foto


Ricardo Gutman
Cien años más. Sé que no está bien decirlo. Sé que no hay que nivelar para abajo pero se me sale. Cien años más. Si Macri va a ser el representante de la derecha, si Macri es lo mejorcito que tiene la derecha lo pido por cien años más. No se puede ser tan horrible, tan ignorante. Puede ser todo lo que es, eso no se puede cambiar, es parte de su ser. Xenófobo, vendepatria, privatista, discriminador, miope político, hemipléjico mental. Eso es parte de él. Pero si Macri va a ser el representante de la derecha argentina lo quiero cien años más. Pero no en la gestión, si en las fotos, hablando con una papa en la boca, de referente, porque cuando gestiona pasa lo de Villa Soldatti.

Es bueno saber dónde está cada uno. El hecho de que en este país la derecha nunca se haya reconocido como tal en una organicidad partidaria determinada traía el problema de que, en definitiva, de última, uno no sabía a quién insultar. Existían los militares, la Sociedad Rural, los grupos empresarios, las familias patricias pero no un partido, un partido fuerte, de mayorías donde todos se reuniesen a tomar brandy, fumar puros y bastardear a los trabajadores. Costumbres importadas.
Es que, en verdad, nunca necesitaron de un partido político. Si algo les parecía que se les iba de mambo te hacían un golpe de estado y te derrocaban un presidente. Eso hasta que vino el Proceso de Reorganización Nacional (que casualidad… PRO) y mostró lo peor. Si ya de por sí es grave destituir presidentes matar gente es ir contra de la vida. Pero eso ya lo sabemos. Corrijo: pero eso siempre hay que saberlo. Y nunca olvidarlo. No creo que esté de más la aclaración.
Ya en democracia la cosa se les complicó un poco pero no por mucho tiempo. Hicieron la fácil. Cooptaron a los grandes partidos de mayoría. Eso es estrategia. Comer por adentro. Y así nos fue. Porque si no no se explica que un tipo como Reutemann sea peronista, por poner un ejemplo. Del de Anillaco se puede decir que fue una traición, ya que venía de adentro, pero que Reutemann, patrón por excelencia, explotador, terrateniente, haya tenido tanto éxito dentro del peronismo es sólo posible en cuentos de terror o parte de un plan premeditado. De la misma manera Miguel Ángel Solá, Juan Carlos Romero, Carlos Ruckauf. Eduardo Duhalde. Ni hablar del prontuario de Juanchi Mercier en la provincia de Santa Fe.
Por el radicalismo la cosa no venía tan distinta. Que en un mismo partido hayan convivido Alfonsín (el padre), De la Rua, López Murphy y Carrió se enmarca también dentro de esa lógica movimentista tan funcional a todos los intereses, tan permeable a extraños. En un mismo lugar pueden estar todos, desde el progresismo más posible dentro del a UCR como Alfonsín – no sólo dentro de la UCR, Alfonsín en su momento estaba a la izquierda de la sociedad argentina de entonces- y López Murphy. Carrió es otra cosa, es como el cuento de gallegos en el que el tipo dice que nunca cambió de idea cuando le achacan que estuvo en todos los partidos porque la idea de él siempre fue ser alcalde.
La cosa, para ser sincero, se confundía demasiado. Hoy ya no tanto. Por lo menos en lo discursivo están polarizadas, a la hora de ubicar a cada uno dentro de un espectro ideológico es fácil hacerlo. Si vamos a los hechos, si esto fuese una fría ecuación, Macri despeja todas las incógnitas. Hoy Mauricio Macri es el representante de la derecha y todos lo saben. A lo sumo hay una pelea por el espacio de referencia de la derecha entre él, De Narvaez, Rodríguez  Saa y alguno que otro más que intenta subirse a la carrera. Pero Macri está al frente. Y eso, aunque parezca un chiste, es bueno. Bueno para uno que puede dar cuerpo a la crítica y bueno para todos en último caso porque es parte de una maduración política.
El problema es cuando accionan. Han entendido solo la mitad de las cosas. O quizás es la única manera que tienen de entenderlo, lo cual es mucho más grave. Eso se ve a la hora de la praxis porque institucionalmente se encuadran dentro de un partido pero a la hora de la acción política se mandan una brutalidad digna de un cavernícola como la del miércoles pasado en Soldatti. La lógica sería acceder al poder político para manejar la policía, se calman las aguas por la fuerza y hacemos los negocios que tenemos que hacer entre nosotros porque en última instancia esta gente solamente vive para hacer negocios. Es lo único que saben hacer.
Lo del Indoamericano en Soldatti es una muestra, una desgraciada muestra de la lógica política de Macri y la derecha nacional. En estos años de gestión Mauricio Macri construyó 33 viviendas en Capital Federal cuando son necesarias al menos unas 130 mil viviendas para solucionar el déficit ocupacional de Capital Federal. No hay que ser un genio para comprender que a este ritmo de construcción de viviendas en Capital Federal las ocupaciones se van a seguir ocurriendo y el problema será cada vez peor. Si se lo piensa bien ¿qué epíteto merece alguien que avala la orden de ocupar las casas construidas por las Madres de Plaza de Mayo, el mayor constructor de viviendas sociales de la Capital Federal?
Desde que Macri se hizo cargo de la ciudad de Buenos Aires los papelones y brutalidades han sido moneda corriente, casi diaria en los noticieros de alcance nacional que ya no pueden esforzarse más para disimular semejante incapacidad. Enumerar las barrabasadas que ha hecho, desde las escuchas hasta esto último en Soldatti, pasando por la designación de Abel Posse, los derrumbes, los paros docentes, las declaraciones xenófobas, las excusas idiotas, las bicisendas, la metropolitana, el soplón ese que tiene atrás y que le dicta lo que tiene que decir, las pistolas eléctricas, las escuchas, Ciro James, las escuelas tomadas (y siguen las firmas) solo demuestra la incapacidad de gestión tantas veces brindadas por transitividad y ósmosis a los empresarios devenidos en dirigentes políticos. Parece que todavía nadie entendió que al Estado no se lo puede manejar como a una empresa. Quizás esto sirva de ejemplo. Un triste ejemplo. Y este tipo quiere ser Presidente de la Nación. Dios nos libre.


No me banco la naturaleza pero en casa estoy pior

9.12.10

Impresiones


Ricardo Gutman
Debo confesarlo. El cansancio me pesa, me estruja el cerebro, las piernas no me responden, los ojos se me cierran y apenas puedo subir los brazos al teclado. Salimos de Rosario a las 23 pero el colectivo pinchó un neumático, no tenía las herramientas, llamaron al auxilio del peaje que volvió a llamar a otro auxilio porque el primer auxilio no tenía las herramientas y tipo 1.30 de la madrugada salimos definitivamente de Rosario. Llegamos a San Cristóbal cerca de las 6.30, todos molidos. Y después a trabajar con las complicaciones de siempre o peor. Pero el día fue hermoso. Hasta el viaje desde San Cristóbal. Salimos a las 10.30. Llegamos a Rosario 17.30 con dos paradas en el intermedio.
En la YPF cerca del peaje se empezó a tomar conciencia de la cantidad de gente que llegaría a Rosario para la presentación de la candidatura a Gobernador de Agustín Rossi. Las combis y los colectivos haciendo fila india, metiéndose por donde había un lugar, la gente cargando agua caliente, yendo al baño, las colas interminables, anunciaban lo que fue después el acto en la bajada Sargento Cabral. Había un sol. En la YPF le dije a Claudio que el acto no empezaría hasta cerca de las 19.30. Cuando lo dije eran las 16.30. En plena ruta. Las bocinas se multiplicaban a los costados del camino. La gente se preguntaba desde donde venían, reconociéndose.

Había un sol. La bajada estaba llena de gente, llena de pibes. Para llegar seguimos a la multitud. La gente estaba feliz. Había un sol. Poco a poco nos fuimos buscando el lugar, lo más cerca posible del escenario. Tuvimos que conformarnos con un lugar al costado, donde difícilmente se lo pudo ver a Kunkel y a Rossi hablar de tantas banderas que había en el frente. Por más que Agustín pidió que bajasen las banderas pocos le hicieron caso. La única vez que arriaron las banderas fue con el himno, versión Bicentenario, la interpretada por Fito en la 9 de Julio, con video detrás. El himno argentino es la canción más hermosa del mundo. A mí me gusta la versión de Jairo. La haría obligatoria en todas las escuelas. Me enerva ese coro de voces de minitas de voz finita en los actos, es como si les faltase contenido, cuerpo. Es una impresión. Si vas a poner una voz femenina ponela a Julia Zenko, que se yo. Hay muchas. Miles que podrían hacer una versión mejor.
Pero al escuchar la “versión” Bicentenario, esa, con la gente en la calle coreando las partes musicales, entendía como canta mi pueblo el himno. Nació en las canchas y poco a poco se fue imponiendo. A los argentinos no les alcanza con cantar las estrofas, necesitan también entonar la música, de allí ese oh! que se extiende, que le da una musicalidad única que no tiene otro himno. Hay una intención de continuidad en ese coro, de que hay algo que no se tiene que cortar. Digo, de pronto, me parece. Es una impresión. Vi gente con la mano en el corazón mientras cantaba el himno. Yo lo canté como me enseñaron en la escuela primaria, paradito, bien derecho, con los brazos atrás, con respeto y orgullo. Como me inculcó mi mamá, maestra. Había un sol.
No pude conseguir una foto de Agustín, las banderas no me dejaron, pero lo escuché. Hacía tiempo que un político de estas latitudes no me predisponía a escucharlo. El último fue Binner pero había algo en su tono, en sus convicciones, en su manera de decir las cosas que me hacía desconfiar. Por ese entonces me dije que le iba a dar un año y medio de changüí, un tiempo considerable para ver como encaraba las cosas. No hizo nada distinto. Hasta me atrevería a decir que no hizo nada. Ni siquiera crecer territorialmente, cosa que los radicales si han aprovechado. Con este tipo la cosa vienen por otro lado me parece. Las diferencias son inmensas.
Dijo muchas cosas. Habló de inseguridad, de empleo joven, de acceso a la vivienda para matrimonios jóvenes, de generación de empleo y del desarrollo de valor agregado para las economías del interior de la provincia como herramienta de prevención del desarraigo. Palazo para rancho ajeno y a manera de conexión, reprobó que la oposición no haya aprobado el presupuesto 2010 que, entre otras cosas, traía presupuestado el gasoducto del NEA con financiación propia, hasta ahora la única obra pública que abastecería de gas natural al olvidado norte santafesino. Incluso hasta enumeró las obras públicas más importantes que el gobierno nacional realizó y viene realizando en la provincia como el dragado del Paraná, la autopista Rosario-Córdoba y el único acueducto (¿te acordás de los acueductos? quince años de espera para nosotros, los ignorantes del norte) de la provincia hasta el momento, el acueducto Centro.
Enumeró muchas cosas más, pero las cosas que más me llamaron la atención del discurso fue cuando dijo que en Santa Fe se pueden llevar adelante los sueños y que es necesario empezar a implementar jornadas horarias extendidas en las escuelas para que los chicos pasen más tiempo en los establecimientos educativos. Por fin alguien que lo dice. Al parecer Rossi interpreta bien que es lo que está pasando; ahora es posible soñar, y si es posible soñar permítanme soñar con el atisbo, aunque sea mínimo, el inicio si se quiere, la punta, de una escuela de inteligencias múltiples. Los pibes en las escuelas en vez de estar en la calle. Doble turno. Quizás Howard Gardner no esté tan loco, quizás lo único que hay que hacer es tener la decisión política de poner plata en educación. Prometió hacerse cargo de los problemas. Por lo visto hasta ahora no tengo porqué no creerle. El día estuvo lindo a pesar de los inconvenientes. Había un sol.    

7.12.10

Rogelio Roldán


Ricardo Gutman
Obsérvese con detenimiento. Fíjese. Cuando algo salta fuera de los bordes los mismos de siempre son los que se exasperan. Es un mecanismo recurrente, peligrosamente repetitivo. Resulta que el otro día, no me acuerdo cual, trabajadores tercerizados de IBM realizaron un corte de ruta en el ramal de provincia de la Panamericana bloqueando la colectora, lo que ocasionó caos vehicular por 40 minutos.  Repito: empleados tercerizados de IBM cortaron la Panamericana. Digo, para los que dicen que los piquetes son cosa de negros. Seguimos. Me entero de la noticia mirando el noticiero de América -grave lo mío- que presenta la nota más que como un reclamo gremial como caos en el tránsito. Hasta aquí nada del otro mundo. El noticiero de América da asco, ya lo sabemos todos.

La nota en sí no fue otra cosa que la monopolización de insultos y agravios por parte de una automovilista que representa a “la gente que trabaja” hacia los trabajadores tercerizados de una de las multinacionales más grande del mundo. Siempre lo mismo, como todos los días. Lo que el noticiero no pasó es la acusación de los trabajadores de que esta mujer los quiso pasar por arriba con su auto. Ni siquiera imagen le dieron mientras la señora seguía con su rosario de insultos y se excusaba.
Esto no me asusta. Ya no me asusta. A lo sumo me enerva, me enciende, me prende fuego. Porque ese es el costado más violento de un discurso políticamente correcto pero socialmente paralizante. Plantea que aquel que está indefenso no tiene el derecho, el tupé diría, de afectar al “que trabaja”, aquel que va al trabajo en auto. Algo así como “vos no podés molestarme a mí”. Es una situación complicada. Y como ante situaciones complicadas todos eligen el lugar desde donde hablar este escriba se pone del lado del indefenso, del lado del trabajador, del lado del que no tiene nada. Si los demás eligen mostrar una protesta como un acto vandálico yo estoy del otro lado.
A la hora de presentarse, el discurso paralizante se muestra comprensivo, conciliador, buenito a lo Cynthia Hotton. El discurso paralizante plantea que es lícito que las personas protesten pero que deberían buscarse otros métodos para no afectar a los que circulan. Punto aparte, eso es reconocer, indirectamente, no de manera explícita, que hay una parte que está atascada. Continuemos.
Esa lógica plantea que los conflictos sociales y laborales deben solucionarse mediante formas más civilizadas y conciliatorias como la entrega de petitorios, reuniones similares a paritarias pero no tanto, invocando al consenso entre las partes, cuando no la visita del empleado al patrón cual Rogelio Roldán. Hermoso si esto fuera real, si los petitorios no se encajonaran, si las reuniones tuviesen seriedad y la patronal fuese comprensiva. Pero ya todos sabemos que esto no es así y si por la patronal fuera todos seríamos Rogelio Roldán.
De acuerdo a esta posición aparentemente correcta desde el punto de vista político es necesario evitar los conflictos. Por consecuencia si no hay conflicto hay orden y si hay orden hay paz. Y todos contentos. El problema es que así no quedan todos contentos porque una realidad sin conflictos es funcional a ciertos intereses, siempre ligados al establishment económico, sea donde este esté y el sector al que pertenezca. Los revoltosos no son los que tienen plata, son los que no la tienen o son explotados, los que no tienen laburo o no les alcanza para comer. Y cuando a la gente no le alcanza para comer no entiende razones.
Esta visión niega la conflictividad de la política y de las relaciones sociales, plantea una praxis política inocua, aséptica, con olor a farmacia o a hospital. Desde esta posición los crispados son siempre los otros. Negar la conflictividad de los procesos políticos es querer esconder la realidad. Si la ideología no es otra cosa que una manera de ver el mundo, si la política es una lucha de intereses, siempre va a haber conflictividad. Lucha de clases dijo una vez un sociólogo. Y es lógico que así sea. Si no le puedo dar de comer a mis hijos sabés lo crispado que me pongo ¿no?
Es que es muy fácil predicar la paz con el bolsillo lleno. Eso es lo que enoja, lo que subvierte. A primera vista puede decirse que una persona así, que podríamos calificar de amarga, es un inútil político, un ingenuo. Pero lejos están de ser ingenuos. Dicen lo que dicen convencidos de lo que dicen, seguros de decirlo, y no es casual. Que digan lo que digan es parte de un diseño, de una estrategia, potenciados por su excepcional y simbiótica difusión en los medios de comunicación. Cuando ese discurso está internalizado el sujeto que lo repite ya está interpretado y estalla en insultos en cámaras frente a aquellos que protestan por mejorar su situación. No hay mejor chivo expiatorio que dos pobres peleándose.
La política en tanto conflicto de intereses es la expresión del dinamismo social, está sujeta a esas tensiones, es imposible evitarlas. Si tomo una medida que beneficia a un sector y afecta a otro van a existir tensiones. Si se trata de evitarlas la cosa se convierte en una olla a presión. Los conflictos no se tapan, a lo sumo se postergan. Pero siempre es peor si se deja correr el tiempo. Algunos llaman gobernabilidad a esa aparente calma pero gobernabilidad dista mucho de ser lo que esos gurúes dicen que es. Gobernabilidad es la capacidad de un gobierno de dar respuesta en el menor tiempo posible a las demandas sociales. Si se las ignora tarde o temprano te llega un 19 y 20 de diciembre como el del 2001.
El tema es que aquellos que plantean el consenso sin conflicto, la política de quirófano, ocupan lugares electivos, son funcionarios, y piden el voto de esa masa de gente que “ya no aguanta más”. Foguean día y noche. Aburren. Cansan. Pero son insistentes. El tema es que te piden el voto para ser gobierno y a la hora de gobernar, disculpame que te lo diga, no van a gobernar para vos sino para los que quieren orden, paz, calma disciplinadora. No van a gobernar para vos. Van a gobernar para ellos. Olvidate. Avivame. Avivate.

3.12.10

Una tarde tranquila


Ricardo Gutman
Lo estuve pensando seriamente en estos días de Wikiescándalo: estaría muy copado salir a tomarse un porroncito con Julian Assange, hablar un poco de la vida, sentados en una mesita de Peko´s, jugar un pool. Estoy plenamente convencido de que si Julian Assange estuviese refugiado en San Cristóbal andaría de lo más campante y tranquilo por las calles de esta ciudad; si en pleno sigo XXI vivimos en algunas cosas como en el siglo XIX nadie se daría por enterado de que el tipo más buscado del mundo duerme la siesta en Sancris. Acá no llega nada ni nadie y el que llega cae al hotel del Chano. Internet es cada día peor.  Podría levantarse todos los días en el hotel del Chano, desayunarse un cafecito en la cafetería y a media mañana hacerse un vermú en el Club o en el Central, comer en el Unidad al mediodía, tirarse una siesta con aire acondicionado en el hotel, pegarse una vuelta por la básica de la JK tipo 19.30 y un rato después nos tomaríamos ese porroncito en Peko´s o en el Drugstore bien frío. Para variar ahora que se viene el veranito nos pegaríamos una vuelta por las piletas y los fines de semana lo llevaría a comer un asadito en La Verde hecho por el Puchi. Podría vivir re tranquilo, estoy convencido.

Supongo que hablaríamos de todo este escándalo mundial de los cables de la diplomacia yanqui, de los videos esos de Daño Colateral, de minas y de fútbol, tanto argentino como australiano. Le preguntaría si tiene algo del escándalo de las tarjetas de los planes sociales y la financiera de hace un tiempo. No podríamos obviar el tema del momento: los cables de la diplomacia estadounidense. Mis amigos me conocen, por eso quizás no tengo muchos, son pocos y son buenos, saben bien como soy. Si te quiero estoy en la obligación de decirte las cosas. Y Julian debería entender. Eso supongo.
Con mi proverbial honestidad brutal, esa que me hace ganar amigos, le diría que, lisa y llanamente, se mandó una de aquellas -por no ser explícito- y que tendría que haber medido las cosas a la hora de publicar las filtraciones. Y sí, convengamos que es poco serio, por lo menos lo que se sabe. Más que nada es puterío diplomático, algo más sustancial debe haber en 250 mil cables.  Lo bueno es que eso confirma que todos somos humanos y compartimos las mismas cosas en diferentes niveles, algunos más sofisticados que otros pero al caso este no hace la diferencia. El puterío está presente en todos los niveles. Pensar que esa gente estudia y hace carrera dentro de la diplomacia que si no no sé que pasa. Como el inglesito ese que bardeó al Papa. En Alaska debe estar.
Yo no sé que quiso buscar Julian Assange con todo esto, mientras lo  imagino tomándose el primer vasito del primer porrón de la tarde, tranquilaucha, sin mayores problemas. Supongo que dos cosas: prensa, que la tiene seguro, y afectar la imagen pública internacional de Estados Unidos. Pero eso no es nada que ya no sepamos, es decir, ya sabemos cómo piensan de nosotros, el desdén imperial no es nada nuevo; nadie va a cambiar la imagen de EEUU que tenía por esos cables y nadie espera que EEUU cambie su relación con el mundo después de estas filtraciones.  A lo sumo lograste blanquear las cosas Julian, pero es como llegar tarde. Quizás Hillary renuncie, pero hasta ahí. Sos una persona inteligente viejo, tus títulos al menos dicen eso. Tenés que aceptar que estratégicamente razonaste fuera del recipiente. El tipo no me dice nada mientras se traga su primer tanda de maníes. Algunos, los menos, van a parar al vaso.
La costumbre me la copió a mí, los australianos no toman la cerveza fría, se compran esas latas en packs de Fosters y se las zampan calientes, como los alemanes, que en vez de latas usan esos copones. Lo del porrón caliente no va, al menos para mí. No podría hacerlo aunque quisiera. Y la batería siempre tiene que estar.
La pifiaste macho y aunque no lo creas afectaste la credibilidad de Wikileaks, demostraste que tenés llegada a fuentes directas y que giles como el que te dio la info sobran en el mundo. La pifiaste porque al menos tendrías que haber arreglado con los diarios a los que le diste la información que tendría que haber salido primero, lo sustancial, lo importante, pero los diarios son diarios y se inclinaron por el amarillismo. Quieren vender Julian. Tu objetivo es otro. Al menos eso creo. Y si bien todo este quilombete puede tener efectos durante los próximos meses lo único que lograste es que la potencia del norte empiece a buscar maneras de blindar el acceso a ese tipo de información, porque lo polenta polenta, disculpame que te diga, todavía no salió. Además no tenés nada del escándalo de la financiera local.  Y en las redacciones se están matando para encontrar nombres de las trolas de Berlusconi. Lo sé yo, desde San Cristóbal. Imaginate.
Lo imagino inmutable, haciendo como que me escucha. Yo, en mi habitual resistencia, empino el segundo vaso. Me pide ir adentro porque afuera hace mucho calor. El Tano prende el aire acondicionado. Julian tenía razón, adentro está más lindo. Me dice que espere la próxima que va a estar bueno. Dijo estar sentado sentado sobre 5 gigas de información del Bank of América. Ahí se pone linda la cosa. Esas son cosas sustanciosas. Ahí hay que revolver, en esa podredumbre. Ya vas a ver como saltan, los que cometen los peores delitos te van a acusar de delincuente. Ya sé que lo sabés. Memos de los bancos durante la crisis financiera, documentos de ese tipo, ahí hay que poner la bala macho. Ya sé que ni siquiera develaron el 10 por ciento de lo entregado en los cables, pero al ritmo que van los diarios nos va a agarrar el 2012 y hay noticias que si pasa el tiempo pierden vigencia. Es más, es probable que hasta Obama se haya ido. Los diarios tendrían que haber sido inteligentes, repartirse la desclasificación, pero ni eso. Menos mal que no se los diste a Clarín. Espero la del Bank of América. Esa va a estar buena.
No es tarde pero Julian ya está cansado y decide irse a caminando al hotel, que está a la vuelta del drugstore. Ya miró las chicas del lugar, ya fichó algunas. “Son hermosas” me dice. “Ya sabía” le contesto. Está tranquilo. Sabe que acá no lo van a encontrar. Mañana iremos a Pekos a jugar unos pooles y a mezclarse entre la gente. Todo eso si estuviera en San Cristóbal, el lugar al que nadie sabe llegar. Pero Julian está en Londres. Eso no habla bien de él. Ahora hace la vida de Yasser Arafat. Si estuviese en San Cristóbal eso no le pasa. Estaría bueno tomarse un porroncito con Julian Assange.

2.12.10

Manhattan no es lo que creía

Ricardo Gutman

Agitado domingo con ruido a puertas, con ruido a aberturas. Si tan sólo la puerta se quedara quieta y nadie entrase trayendo nada ni preguntando cosas que se olvidarán apenas crucen de nuevo. Si nadie entrase, si nadie molestase como lo están haciendo estaría más tranquilo, les juro, por lo menos me quedaría en el molde. Si nadie entrase no pasaría nada. Un poco de paz no más, un poco de quietud. Yo, la pieza, la cama y una película.
La ventana se sacude de acuerdo al deseo de la puerta, si la puerta se cierra la ventana se abre, si la puerta se abre la ventana se cierra y cada vez que lo hace la ventana se estrella contra su marco, oscureciendo la pieza, llenándola de tierra y cosas que vienen de afuera.

Tirado en la cama intento ver Manhattan, intento entender Manhattan, intento entender algo o dormirme, quien te dice, lo primero que pase. Miro a Guillermo dormir pacífico. Me tendría que haber emborrachado, haberme acostado ya salida la mañana del domingo y tirarme así hasta las tres, cuatro de la tarde, sin pensar en mucho, roncando al por mayor, con la boca abierta.  Pero ya no me puedo emborrachar porque no me aguanto al otro día, ya ni siquiera puedo tomar un porrón como la gente sin que al otro día me pese la cabeza, ya no me puedo emborrachar ni con amigos, menos que menos sólo, ni discutir de estupideces y mujeres que a lo mejor, quizás, se hubiesen dignado en alguna noche como la de esa vez en Esperanza darnos bola a nosotros, los mismos de siempre, los antisociales, los tipos que nunca entenderán a las mujeres.
Guillermo duerme pacífico, tirado en toda su largura o su extensión, cruzado en diagonal sobre el colchón para entrar en la cama, y todos que entran y salen en la mañana del domingo feriado largo, ni siquiera en feriado largo. Si siguen así se van a  comer la puteada de su vida. Pero todos entran creyendo que hacen un favor y te miran y te das vuelta porque si los mirás los escupís, ni siquiera en feriado, ni una puta vacación de porquería entendés, ni tres días miserables.
Y el que entra te saluda como si te hiciese un favor y la panza te entra a picar pero no es hambre y te entrás a desesperar porque sabés que no te vas a mover de ese lugar. Si tan solo alguien engrasara las aberturas. Te estás poniendo nublado. Llové de una vez, déjame abrir las ventanas siquiera. O que queden abiertas, que importa, pero que se queden en un lugar. El ruido del ventilador de pie enloquece. Y la puerta que no deja de abrirse ni de cerrarse. Y el Guille que sigue ahí, dormido en diagonal de tan largo que es, sin inmutarse. Siempre fue así, desde pendejo. Siempre durmió más que yo. Desde cuando teníamos cuchetas. Manhattan no es lo que creía. Ni Woody Allen. Lo prefiero en otras como Love and Death. En Manhattan es muy patético. Un gil. Pero me hace reír. Conozco tipos así. Después se arrepienten.
Aunque no parezca necesito unas vacaciones pero como nunca me puedo ir siempre me quedo acá, en este lugar que es la vacación de los demás. Algo así como vivir en Bariloche. Entonces es como si nada. A veces haría un cambiazo. No es que no los extrañe, es que yo también necesito irme. A tirarme unos días en San Javier, en unas de esas cabañas al lado del río que dicen que son tan lindas, comer pescado todos los días, con un vinito fresco en una reposera. Cuando me invitan a San Javier o algunos de esos lugares todos me quieren llevar a pescar. Sinceramente, me importa un pito pescar, no lo hago desde que le ensarté el anzuelo a Mariela en el dedo gordo derecho. Mi tío quería enseñarme a lanzar la línea. En la Dorca creo que era. O en algún puente al lado de la ruta. No me acuerdo. Recuerdo que Mariela volvió puteando con el pie colgando de la ventana del auto, mi tío puteando por el accidente y mis hermanos que no puteaban pero que me miraban con esa cara de haberles arruinado algo hermoso. Desde ahí nunca más. Para qué, siempre me mando algo. Nunca fui a San Javier. Tampoco a Manhattan. Iría a cualquier lugar. Necesito unas vacaciones.
La puerta se vuelve a abrir. El Guille hace como que abre los ojos por la claridad que entra. La abuela pregunta algo mientras sigo tratando de escribir algo decente. Le digo que el Guille duerme. Ni siquiera sé lo que me preguntó. No quiero irme de mambo con nadie, estamos en familia después de mucho tiempo y no quiero que se me salga la chaveta. Pero no sé por qué todos entran y salen del dormitorio. Me está subiendo la temperatura. Ellos no tienen la culpa. Seguro. Yo necesito unas vacaciones. Ojalá lloviese.

23.11.10

Vamos los pibes

Ricardo Gutman

Si yo hubiese imaginado lo que se venía hubiera asegurado que era uno de mis sueños más locos. Por decirlo de alguna manera casi formal, mis sueños siempre me han traicionado. Para ser lo más verosímil posible, mis sueños siempre son más grandes que lo que verdaderamente pasa. Aprendí con el correr de los años a desconfiar un poco de mis sueños, siempre que imaginaba algo ese algo, pobre, no llegaba a la altura de lo que había imaginado. Y terminaba frustrándome. Alguien me dijo una vez que mi problema era que tenía sueños grandes. Frase jodida si las hay. Tenés que tener sueños más chicos, más comunes, menos ambiciosos, era lo que decía la frase. Era como esa palmada que te dan los mayores en la espalda cuando te dicen “tenés razón, pibe”. Una mojada de oreja. Generalmente aquellos que enarbolan esas frases son los que te dicen como vivir tu vida, los que tienen la posta, la verdad de la milanesa. Son tipos que te inducen a ser mediocre. Son tipos que, en definitiva, te van obligando a no soñar si es posible. En lo que a este escriba respecta, son tipos tristes. Esos son los verdaderos giles. Y el mundo está lleno de giles. Es lo que sobra. Y nadie te puede decir como vivir tu vida. Juira perro.

Tenés que tener sueños más chicos. Repito la frase y cada vez parece más violenta. Podía haberle hecho caso pero no fue así. Entendí, luego de un tiempo, que soñar así era parte de mí, que me conformaba, que me describía, pero que para cumplir los sueños tenía que correr riesgos y aprender que los sueños grandes no se hacen de la noche a la mañana, que llevan tiempo y que los sueños se construyen. Que eso no se negocia. Y que nadie te dice como hacerlos realidad.
Los pibes están viniendo, día a día, de a poquito, pero sin pausa. Cada día que pasa son más y más gente se suma. Durante mucho tiempo yo también me comí el cuento ese de que a los pendejos no les importa nada. Cada día que pasa tengo que tragarme mis palabras. Desde hace unas semanas estamos conformando la juventud kirchnerista de San Cristóbal, “La gloriosa JK” como la bautizaron los chicos en un acto que de solemne no tuvo nada pero si de fundacional. Ellos se dieron el nombre, ellos se denominaron así. Y saben donde están parados. Saben que están ahí para adquirir las herramientas que necesitan, no piden permiso y te llevan por delante. Y está bien que así sea porque los pibes intuyen que hay otra cosa, que la realidad es más complicada, y ya están cansados de que se la cuenten. La quieren contar y compartirla. Y agarrate Catalina porque se están buscando, se traen, se juntan y te obligan.
Saben que no será fácil pero eso no los amedrenta y para un tipo como uno que todavía sigue siendo “joven” aunque ya está bastante crecidito y que tiene más de una desilusión arriba eso es hermoso. Piden pista. Ya obligaron a abrir el local partidario todos los días. Ayer lunes feriado nos reunimos. Y contagian a los grandes, que dicho sea de paso no ocultan las babas. Muchos de ellos se acercaron después de la muerte de Néstor, conmovidos por la cantidad de pibes que fueron a despedir al tipo que les devolvió las ganas de hacer política. En esos días un relato de la realidad se cayó y ellos lo vieron. Algo picó adentro y han decidido conformar un grupo político para crecer y formarse. Para ser parte de un proyecto y de un sueño personal, el de ellos, y el colectivo, el de todos.
A veces pienso que estoy soñando. Tengo plenarios de lunes a jueves. Ya ni tiempo tengo para escribir. Sé que esto me va a cambiar los tiempos y los días. Ahora discuto política todos los días, busco documentos, me rompo la cabeza pensando estrategias para que la formación política sea más eficaz e integradora, hablo con la gente, convoco sin miedos y convencido. Ya me cambió a mí, que venía tan cabizbajo. Me imagino lo que se viene este verano que será movidito y de allí en más. Me voy a tener que comprar una agenda, yo, que las pierdo siempre. Y organizarme los días para hacer todo lo que tengo que hacer.

16.11.10

Peko´s


Ricardo Gutman


Me vendría bien una luz. Arriba. La gente habla del tiempo. El Chiche dejó su bicicleta en el poste de luz, como siempre, y me saluda mientras me jode porque le gané el lugar, al lado de la ventana. “Te apèrsonaste el escritorio” me dice después de saludarme. Me rio porque no se me ocurre otra cosa mejor. Rarao que el Chiche venga a esta hora, ya es tarde, usualmente viene más temprano. Quizás habrá estado en el Central, mirando los partidos. Quizás jugó River. Y Darío que no pone un televisor. Pintó todo, quedó espectacular, pero no puso un televisor. En el fondo los vagos juegan al pool. El Gino bardea a todo el mundo, como de costumbre. Darío se frota las manos atrás de la cafetera rota que en cualquier momento manda a arreglar. Ya encontró el punto de la noche. Ahora el Gino empieza a agitar por guita al pool. El foco de la calle se apaga por un momento y vuelve con su luz amarilla. Mi mano entorpece la luz y la sombra se proyecta en el papel. La gente sigue entrando y saliendo del lugar. El Puchi me pregunta que voy a hacer. Todavía es sábado. Yo le contesto que nada mientras escribo esto. El Puchi se queda parado, esperando una mejor respuesta, una mejor argumentación, mientras me mira escribir. Le explico que no tengo un mango, el me dice que está igual. Yo pienso en la imposibilidad de dejar de decir lo mismo de siempre. Estoy harto de no tener guita y encima repetirle a todo el mundo que no tengo guita. Para peor, el Gino ganó y lo busca al Oscar. El Oscar va a la mesa sin decir nada, acomoda las bolas tranquilo. Ya el sábado pasó a domingo. El Oscar gana. El Gino empieza a putear y le echa la culpa a la mesa. Empezó el show. Desde atrás el tipo me putea con más ganas que antes porque desde el otro lado del bar me río de los insultos y las excusas. Darío le dice que ya va a cambiar la mesa, que espere tranquilo. El problema del pibe es que no cree que pueda perder. Porfiado pide la revancha y el Oscar se la da mientras tira bandas con la blanca sacándose la bronca, echándole la culpa a la mesa, a las bandas, a la caída, al Darío, al Oscar, a lo que se cruce primero.
Me vendría bien una luz, bien arriba, amarilla, no importa, pero que no me haga sombra mientras escribo, fantasma negro que persigue la tinta. El Negro me manda un mensaje diciendo que no va a venir, que comió mucho y chupó mucho al mediodía y le cayó para atrás. Lo perdono y le deseo Felíz Día. Ya es el día de padre, otro día que ya no festejo. El Gino le gana al Oscar y todo el bar se entera. Le gana pero deja el taco y se va atrás de la barra. El Oscar se puso a jugar con el Chiche, que ya empezó a cebollear sin tocar el taco. La misma costumbre de siempre. El negro me contesta el mensaje y me pregunta que voy a hacer esta noche. Le contesto que nada. El Darío me dice que sale un rato y que ya vuelve y me deja la billetera. Eso quiere decir que estoy de “encargado” palabra absolutamente referencia porque acá todos se sirven por su cuenta y después pagan. Sólo tengo que rogar que no llegue nadie nuevo, nadie desconocido que atender. Estas cosas me ponen nervioso. Yo no nací para atender bares, yo nací para frecuentarlos si se quiere. Siempre me mando una cagada, se me rompe un vaso o algo por el estilo. No sé que habrá pasado. Y ya se hizo costumbre. No sé hasta que hora estaré clavado acá. Mas bien siento que me clavan, que me obligan a quedarme aunque no me quiera ir. Pero no le puedo decir que no a Darío. Quien sabe por qué habrá salido. Afuera la gente pasa y mira, mira y sigue. El teléfono suena y mi vieja me pregunta si voy a comer. Le digo que me guarde algo frío, que cuando llego como, que no importa. Darío volvió. Esta vez fue corto. La máquina de café, la que anda, empezó a calentar. Uno de los vagos prendió la cafetera apenas llegaba Darío. Le digo que me haga otro café. “Ya sale” me dice. Ya sé lo que quiere decir eso. El Tito pasó saludando rápido y se fue para la barra, al lado de Los 4 Fantásticos, que todavía hacen la previa . Esta es la hora que tiene algo de raro: parece que nunca hay gente pero Peko´s es el bar que más trabaja. Miro para atrás y pienso que si quisiese contar cada historia de cada persona no podría, no me alcanzarían las lapiceras y los papeles. Una sola persona ya me frustraría. El Gino pide que Darío le anote una cerveza. “Menos mal que agitás por plata al pool” le grito desde el lugar del que no me moví aunque los muchachos llaman desde el fondo. “Callate guampudo, horrible” me responde el Gino, mientras se viene a la mesa con la cerveza que Darío le acaba de fiar. Se sienta en la otra silla, le pide al Darío que le traiga otro vaso y me sirve cerveza. No me dice nada y me mira escribir. Me dice que me tiene que contar algo que no tiene que saberse. Le digo que cuente con confianza. Lo escucho. “Bien” es mi única respuesta. El Gino no me dice nada por un rato y yo vuelvo a escribir. Me pregunta que voy a hacer esta noche. Le digo que nada, que me voy a quedar acá hasta que me canse. El Gino se va a bañar y augura que nos veremos en un rato. Le acepto la mentira. Apenas el Gino sale por la puerta del bar Los 4 Fantásticos dejan la barra y van para la mesa que está al lado. Yo cierro el cuaderno y me apenco a la mesa porque acaba de empezar otro show. Después dicen que acá no pasa nada.
    

15.11.10

De un tiempo a esta parte


Ricardo Gutman
No sé, lo siento en el aire. No me quiero ir de mambo pero lo siento, lo presiento. Algo está pasando, no sólo en el país, sino acá, en el pago chico. Desde hace tiempo. Fue duro en un momento. Recuerdo, no hace mucho, esos tiempos en los que discutía con viento en contra, difíciles días de la 125, cuando no podías decir nada sin que nadie te atacase. Estaban envalentonados. Lo digo porque lo sufrí en carne propia. Días en los que ibas a la carnicería y cualquier caído del catre, que no había hecho mucho más en su vida que lo que uno ha hecho de la suya, que no le ganó a nadie ni el tiró el chico a la mierda a nadie, empezaba a los gritos a decir que esa yegua tenía que irse. La yegua era la Presidenta. Esa persona, como muchos otros de su misma estatura, gritaban en cualquier lugar, frente a incluso a quien no le interesase el tema, su perorata destituyente. Y nadie le decía nada. Nadie, ni siquiera los que apoyaban al gobierno. Y yo me preguntaba quien carajos era ese tipo para pedir la renuncia o la destitución de una autoridad elegida por la mayoría.

Mientras tanto aquellos que no pensaban igual no decían nada porque cada vez que abrías la boca saltaban todos a la yugular. Existe un proverbio que dice que nunca discutas con un idiota porque la gente puede no notar la diferencia. No siempre lo respeté y en esos días menos que menos hasta que me cansé. Con algunos tuve intercambios buenos, con otros sinceramente perdí el tiempo. También me comí algunas apretadas. Soy como soy, que se le va a hacer. Por esos tiempos empecé a ver, en concreto digamos y grosso modo, la definición de hegemonía que postula Gramsci. Siempre pude entender que si algo afecta tus beneficios grites y patalees, es lo normal, lo que nunca entendí fue que el oprimido defienda al opresor. Es más bien una resistencia de clase, la necesidad de pertenecer a un grupo al que no puedo acceder pero en el que me gustaría estar. Como no puedo estar en ese grupo por mérito, en este caso, dinero, entonces lo planteo desde lo discursivo. Algo así como conformarse, hacer cosas con palabras es que le dicen. El Negro Caula me lo planteó bien: que el lobo se quiera comer a las ovejas es lo lógico, es natural, pero que las ovejas quieran que el lobo se las coma sólo demuestra que son ovejas. No sé de quien es la frase pero es genial. Lo cierto es que no sólo encuentro cada vez más ovejas sino que cada vez encuentro más ovejas que no se reconocen como ovejas. Eso es lo loco.
De un tiempo a esta parte varias cosas han cambiado. Lo sentí en el bar, cuando un día me doy cuenta que no discutía estas cosas solo sino que en vez de yo contra el mundo ya éramos cuatro contra cinco. Después vino la Ley de Servicios Audiovisuales y el Matrimonio igualitario y ya el número era parejo. Hoy por hoy ya no me prepean como antes, con esa suficiencia descarada del número y esa soberbia de tener la posta, hoy ya se discute de otra manera. Hoy se discute, aunque todavía falta mucho, y conservo buenas opiniones de aquellos que no piensan como yo pero que se prestan a atender la posición del otro a diferencia de aquellos que todavía atacan por atacar. A los primeros los respeto, a los segundos ni los escucho. Debe ser que ya no estoy tan solo y ya mucha gente se cansó de escuchar siempre la misma cantinela.
Tampoco es para hacer de esto algo de otro mundo, está naciendo, está creciendo y lo que necesita es solidificarse, organizarse y nutrirse de herramientas teóricas y prácticas. Y entender que la política es maravillosa y que es necesario que los mejores, esas personas que uno admira, entren en ella porque si no los lugares siempre serán ocupados por los mediocres. Y no sólo aquellos a los que uno admira, si no aquellos que cada día quieren mejorarse, para adentro, y crecer. Esas son las personas que debería tomar la política.
Y es tiempo de que entren los soñadores. Me lo marcó el Tano, que a su vez se lo marcó Negro, mientras volvían de Santa Fe de una interna gremial de APYME: se terminó el tiempo de los tipos correctos, bien vestidos, de hablar preciso, eficientistas, asépticos; llegó el tiempo de los soñadores, de los desgarbados, de los tipos reales, de los políticamente incorrectos, un tiempo en que toda aquella persona que tenga un sueño y pueda darlo a conocer y contagiar tiene un capital político, toda aquella persona que pueda contagiar a la otra de la posibilidad de un futuro mejor tiene la potencia suficiente para lograr lo que quiera en política. Y todo por una muerte que lo único que hizo fue desatar algo latente.
Corren otros tiempos, pasan otras cosas, para aquellos que conocimos el gris de los 90 en una ciudad como ésta algo está pasando, algo está cambiando. Hay que atreverse a soñar y compartir los sueños. Lentamente va surgiendo, con paso tranquilo, sin levantar la perdiz si se quiere. Todavía le falta animarse pero lo está haciendo Y no crean que eso es poco.          

14.11.10

Soñar no cuesta nada


Ricardo Gutman

Hace tiempo que me debía este post. No por ustedes, lectores, sino por mí; es decir, si ustedes leen estas líneas sepan que más que estar dirigidas a ustedes están dirigidas a mí; me escribo para mí, más que nada por esa necesidad de tratar de ordenar esas cosas que durante toda la vida me han dado vueltas en la cabeza y que la escritura permite (aunque a veces no lo logra) hacerlo. No hay por qué negarlo, soy un chico progresista y por eso escribo. Es lo que mejor me sale, así y todo.  Qué se le va hacer, es lo que hay y lo que puedo hacer.
Soy un chico progresista, repito, y al repetirlo vuelvo a reincidir en esa  costumbre maldita de cuestionarme todo. Si me convenciese fehacientemente de lo que pienso me iría mejor, al menos un poco, pero siempre tengo que complicarme la vida. En resumidas cuentas me pregunto por qué soy progresista, por qué me considero progresista. Es que está tan de moda la palabra y a mí las modas me asustan, tienen algo de uniformes que me repelen. Y porque a la larga se repiten, con distintas variaciones, pero se repiten. Y algunas decididamente son horribles.

He descubierto que no soy tan contemporáneo que digamos, no soy tan posmo. Hay cosas que no acepto que me afirman y estoy orgulloso de esas cosas. Porque no todo da lo mismo y no existen millones de verdades en tanto millones de individuos. Ese relativismo no me cierra, no es consistente. Si creyese en él no me cuestionaría nada. Si eso fuese verdad todos estaríamos bien y no estamos bien. Nos hicieron creer que todos teníamos razón y lo repetimos hasta el cansancio sin saber lo que decíamos. No estoy diciendo que los puntos de vista no afecten al objeto, estoy diciendo que algunos de esos puntos de vista es incorrecto o por lo menos no el más beneficioso porque atenerse a esa afirmación es no pasar del grado de cero del análisis. Hemos hecho del principio de respuesta la respuesta toda, esa afirmación es sólo una pista no la conclusión entera. Es la expresión más simple de la complejidad de lo humano. Porque algunas cosas deben ser de una manera y no de otra. No sé si soy claro.
Todavía nadie ha definido qué es ser progresista en este país. Llegado el caso todos se dicen progresistas entonces descoloca a todos. Es hora de empezar a identificar, de manera real, quienes son progres.  Si me vuelven a apurar digo que ya era hora. Y sí macho, ya no se puede estar discutiendo cosas que no tienen sentido. No se puede ser progresista de distintas maneras, no puedo decir que abogo por la distribución de la riqueza y rechazar la 125, no puedo militar por la democratización de las instituciones y estar en contra de la Ley de Medios. No se puede sino cualquiera es progresista. No puedo decir que quiero construir una agenda socialdemócrata y juntarme con todo el gorilaje. Con este criterio Binner es progresista, ¿me entendés? Hay que marcar la cancha, esto es esto y lo otro es lo otro, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa diría Panigazzi.

De qué lado estás, amigo
Ser progresista no es fácil, es mucho más fácil ser de derecha. Es simple. Para ser de derecha hace falta tener plata o querer tener plata y vivir para hacerla, pararse en cierto sentido común más o menos acomodable, no tener ética y usar los beneficios materiales para condicionar la realidad. Nada más. Pero ser progresista es extremadamente complicado de explicar, es como el creyente que quiere hacerle comprender al ateo algo que es una experiencia absolutamente personal e intangible como la fe.
Ser progresista está de moda. Decirse progresista está de moda. Es políticamente correcto decirse progresista, es vestirse con buena pilcha, posar de intelectual, de avanzado, de tipo que la tiene clara. Sirve para situarse, caer simpático si se quiere, por eso cualquiera se dice progresista. Binner se sitúa como progresista, Alfonsín se vende como progresista, Pino Solanas es re PROgresista, el PDP se dice progresista. Hasta Lilita Carrió fue progresista en este país. De última, es pura pose y de esa manera denigran un pensamiento a una simple cáscara, un lindo traje, un lindo diseño, un John Galliano si se me permite identificarlo.
 Y dentro de todo ese menjunje el FPV, la opción más progresista con poder real sin lugar a dudas. Ese carácter dinámico del FPV genera hacia adentro del kirchnerismo (me animaría a decir cristinismo a estas alturas) los debates de apropiación, es decir, qué es el kirchnerismo, a quién pertenece el kirchenrismo como identidad política. Para la ortodoxia política es peronista, para la progresía que se identifica con el FPV es una superación del peronismo. En un momento CFK se pone la camiseta de la juventud sindical y después se reúne con las Madres. Y mientras todos discuten si el kirchnerismo es una superación del peronismo o una variante del peronismo la fuerza va juntando fuerza.
Si vamos en tren de sincerarnos lo más progresista, al menos desde lo discursivo, es Sabbatela.  De todos los dirigentes políticos es el que dice la cosa más osada de todas: el techo del kirchnerismo es nuestro piso. Afirmación osada si las hay ya que si la Presidenta Cristina Fernandez elige profundizar el modelo el techo siempre va a ser más alto, en este caso, el piso de Sabbatela. Si se me permite soñar, una fórmula CFK-Martín Sabbatela para el 2011 sería una apuesta, un gesto real por parte del FPV de la vocación de profundizar el modelo. La dupla es hermosa de sólo nombrarla. A mí se me caen las babas. Una dupla de esas características permitiría al progresismo argentino asumir esa identidad real de una buena vez, o por lo menos encauzarla,  y demostrar que está a la altura de las circunstancias.
Si vamos a jugar ajedrez político y pensamos no en 2011 si no en 2015, descontando a CFK como ganadora en 2011 poder lograr que Sabbatela en Buenos Aires y Rossi en Santa Fe sean gobernadores 2011-2015 permitiría darle un horizonte de continuidad al proyecto pensando el 2015 con una excelente fórmula de las dos provincias más grandes del país. Además se pondría en concreto la capacidad de gestionar un territorio grande, en el caso de Sabbatela y comprobar el fuste de conducción de Agustín Rossi. Pero es un sueño, aunque no imposible, el kirchnerismo ya nos ha acostumbrado a que cuanto menos lo esperás te corre la línea, y además hay Cristina para rato. Yo por lo pronto ya sé dónde voy a jugar. Y vos ¿de qué lado estás amigo?



8.11.10

Al basurero

Ricardo Gutman



Hoy ha muerto Emilio Massera, una verdadera lacra humana. No te extrañaremos. Ni olvido ni perdón.

Lacadé lacadé lacadeeeeee...

Ricardo Gutman
Esta es la única academia que tiene onda, la otra está para atrás mal.
Mirá lo importante que será que recién ayer me enteré, ya entrada la noche, más pasando a lunes que domingo, en una nota del diario UNO del domingo que la RAE salió con sus periódicas pelotudeces. Ya algo había escrito días antes el amigo Al Márquez en su blog NavegArte pero para ser sincero no le presté atención. Leí el artículo derecho, sin hacer caso de los links, grueso error de homo sapiens 2.0. Pero para mala sangre leí con atención lo publicado en el matutino de Santa Fe y, una vez más, haciendo gala del anacronismo y la brutalidad cultural que ya forman parte de su currículum, la RAE volvió a descarrilar.
Pocas instituciones más insignificantes en la vida de los hispanoparlantes existen como la RAE pero cada vez que sale con sus proscripciones lingüísticas y gramaticales dan ganas de bombardearla. Una vez más la RAE ha vuelto en su intento de querer uniformizar una de las cosas más dinámicas que tiene el hombre, el leguaje, y encima el español, lengua que todavía está históricamente hablando en tiempos de evolución y lejos está como otros idiomas de tener una forma establecida, acabada. Básicamente el español que hablamos es una lengua mutante, viva, nosotros, los hablantes, la vamos reformando todos los días y contrariando esa dinámica está la RAE con su sarta de estupideces regulares y crónicas y uno se pregunta para qué carajos sirve la RAE.

Estos reales imbéciles parecen no haber entendido que el lenguaje es producto de una construcción histórica de las sociedades, es el resultado histórico de un pueblo que decide en un momento y en un lugar empezar a nombrar las cosas de una manera definida. Estos señores pretenden que los más de 400 millones latinoamericanos hispanohablantes hablen como los 45 millones de españoles, ignorando de cuajo la diversidad cultural y riqueza lingüística de nuestras latitudes y nuestros pueblos. Es, sin ninguna duda, imposición cultural sin medias tintas en nombre de un cierto purismo que ya no detentan. Es violencia simbólica y cultural, en resumidas cuentas nos están diciendo que somos una manga de brutos detentando un poder que no les dio nadie.
Quizás deba explicarles a los académicos como me manejo con el lenguaje escrito. Quizás deba explicarles que sé como se escribe trashumante y un millón de palabras más no porque las haya buscado en el diccionario o en el manual sino porque las leí en algún lado, quizás deba explicarles que las reglas ortográficas nunca me sirvieron para mejorar la ortografía porque, en mi caso, las palabras siempre quedan fijadas en mi cabeza. Quizás deba explicarle que siempre que pienso en perro no pienso primero en la figura perro sino en la palabra perro, quizás debiese hacerle entender que así siempre me fue más fácil, quizás debamos explicarles que nadie le presta atención a las reglas de la RAE, que a esta altura son barbarismos.  
Es muy probable que la academia ande corta de guita y por eso se apure a largar estos sinsentidos a los que ya nos tienen acostumbrados, apurando las ediciones de los diccionarios de 2011 y los manuales de lengua que los maestros y profesores deberán comprar para no quedar desactualizados (¡¡¡oh, pecado!!!). De acuerdo a lo informado el borrador de modificaciones será oficial el próximo 28 de de noviembre en Guadalajara; deben andar cortos de tiempo. Ojalá los maestros se rebelasen, encima que cuesta un Perú enseñarle las reglas de acentuación a los pibes y ahora van a tener que enseñar que las palabras agudas llevan tilde cuando terminan en n, s o vocal a excepción de los monosílabos con diptongo como truhán o guión. Ya es demasiado con que al corrector del Word tenga que agregarle palabras por mi cuenta.
 “Se trata de evitar la dispersión”, “Les va a costar (en América Latina) aceptar la uve y a nosotros (los españoles) lo de y” reza Salvador Gutierrez, coordinador de los trabajos de la nueva ortografía. Un ortiba importante el señor éste, posta mal que este tipo debe ser el presidente de Fan Club de Andrés Bello. Macho, tenés que entender algo, tienen que entender algo las 22 academias de las lenguas: es al cuete. Siempre vas a quedar atrás. Podrán imprimir en los manuales que ahora en vez decirle ve corta a la v se le debe decir uve o que la doble ve (w) debe denominarse doble uve o que la i griega (y) ahora es ye. Podrán poner las reglas que se les cante pero siempre correrán con la desventaja de que la oralidad y la costumbre te destrozan la regla. Que hubiera sido de Cortázar si les hubiera o hubiese prestado atención a la hora de escribir 62 modelo para armar.  

Como nos traicionó la vida Negro



Ricardo Gutman 
La vida avanza. La vida avanza y poco a poco te muestra las cartas. Puta madre. Tres tipos en una mesa de un bar gritando a más no poder, solos en la madrugada. Otra madrugada más. Otra madrugada igual, o casi igual.  “Como nos traicionó la vida” pregona el Tano a eso de las cinco de la mañana. Los envases se acumulan en la mesa redonda, incómoda, y cada vez hay menos espacio. Nunca la pegaron estos tipos con los muebles. Ya no es posible ser como antes. Ya no da el cuero. Si para ser Bukowski habría que llevar una vida acorde voy muerto antes de jugar. No nacimos para rockstar. Gardel hay uno solo muchachos. Uno solo. El resto es perrada. El camino del exceso es sólo para los elegidos. Y acá estamos, el Negro, el Tano y yo, a las cinco de la mañana, haciendo como que no importa, acumulando envases que en cualquier momento se van a caer, sabiendo lo que espera una vez que nos vayamos de acá, intentando dormir o algo parecido, yéndote un rato.  Y recién es martes. Y a ésta hora está todo cerrado. La mesa baila entre el desnivel del piso, cubierto de colillas de cigarrillo. Estamo frito angelito. A esta altura ya no es triste. Es patético. Hace rato que tendría que estar durmiendo, mañana está el trabajo que pedí durante tanto tiempo y que ya no aguanto. Me he vuelto predecible, tan predecible que ya podría afirmar a que hora me atacará la tos de la mañana. Pero acá estamos, a las cinco de la mañana, riéndonos para no llorar, sabiendo que todos fuimos un deseo, una posibilidad, otra cosa, pero riéndonos al fin. Y creo que por ahí se nos cuela la rebeldía que nos queda. El Tano parece haber encontrado un axioma y lo repite tanto, hasta el cansancio, que la verdad revelada ya no es más que un tic, ya no es más que otra frase articulada por tres borrachos contagiados en el filo de la madrugada de algo más grande que no entienden y que se pierde en el aire. Mañana la olvidaremos o quizás la recordemos y nos dará vergüenza saber que hemos llegado al quid de la cuestión por casualidad, por error, porque la cosa pasa por otro lado. Pero ahora la gritamos a voz de cuello porque en el bar no hay más nadie que nosotros. Estamos jugados. Y a los gritos el Tano va a buscar otra cerveza al freezer. “Como nos traicionó la vida Negro, como nos traicionó la vida” grita el Tano mientras yo no digo nada, como siempre, sin nada interesante que decir. El Negro se ríe. El gas se escapa de la botella. Afuera no pasa nadie. No esperamos que nadie llegue. Y un silencio inesperado se sienta entre nosotros. “Sin espuma para mí” le digo al Tano rompiendo la quietud, recostado en el espaldar de la silla, fumando el cigarrillo número cien de la noche que empezó temprano, allá por las nueve. El Negro le dice al Tano que cambie la música, que ponga algo más movido. Yo ya estoy enteramente entregado. Ellos se irán a dormir en un rato y controlarán sus vidas, sus horas, sus responsabilidades. Yo he llegado a la casilla en la que las responsabilidades lo controlan a uno. Yo ya no voy a dormir porque sé que no me levanto. Las horas se me han ido. El Tano sabe lo que dice cuando dice que la vida nos traicionó. Nos hace un favor a todos porque sabe que no es así. Creo que lo dice a propósito, como mantrándola. Pero igual la gritamos una vez más, total que más da, nada va a cambiar en estas horas que nos quedan hasta que salga el sol. Podríamos haber sido lo que quisiéramos pero somos lo que somos y los tres sabemos por qué. La noche nos hace precio. Un perro pasa por la vereda y se nos queda mirándonos por los ventanales. Los tres nos reímos y el perro se echa al lado del ventanal que eligió para mirarnos, se da vuelta y queda como vigilando la vereda. “Tenemos seguridad” digo yo. El Tano sale a la vereda y le dice al perro que pase. El perro ni se mosquea. “Éste está más acompañado que nosotros” dice el Tano desde la puerta mientras se lleva el filtro del cigarrillo a la boca. El perro tiene mirada de perro, esa mirada que tienen los perros como pidiendo algo, esa mirada que tienen los pibes y las personas tristes y los borrachos crónicos que se pueden ver acodados en las barras de los bolichones. Pero este perro no suplica y en cierta medida tiene más dignidad que nosotros a esta altura de la noche que se va de a poco. Afuera está fresco dice el Tano pero nadie hace el más mínimo esfuerzo por salir del calor de adentro. El Tano nos increpa desde fuera y el viento le hace flamear la remera. Está más flaco de lo que parece. Salimos. Dos viajes para llevar el envase y tres vasos. Nos sentamos en el ventanal, al lado del perro, con cuidado de no romper el vidrio ya roto mil veces. Un móvil de la policía pasa por la calle y nos miran desde adentro. El viento está hermoso y nos despabila la cabeza y los pulmones. El sol empezó a despuntar a nuestras espaldas pero hemos jurado no movernos hasta que el perro se levante.

7.11.10

Más de Mónica y Gabriela

Ricardo Gutman

Ahora los cuentos son de ellas. Espero que disfruten esta nueva entrega. Nos vemos.









En breve las transcribiré y podrán disfrutar lo mismo pero desde otro lugar. Hasta la próxima.

3.11.10

Más cuentos

Ricardo Gutman

Hacía bastante que no subía ninguna cosa linda como estas. En esta ocasión le toca a Moni Díaz y Gabi Meneghini, que leyeron dos cuentos hermosos de Cortázar y Moyano.




2.11.10

Yo lloré por otras cosas



Ricardo Gutman
@rickygutman

Usualmente la gente cree que ante una muerte se deben tomar las clásicas conductas de condolencias y usualmente la gente se te acerca, te pone la mano en el hombro o te abraza y te dice las mismas palabras de siempre: “te acompaño en el sentimiento”, “que terrible pérdida” o la clásica pregunta “¿Cómo fue?”. Siempre pensé en la inutilidad de estas cosas porque básicamente no producen nada sino que acentúan el sufrimiento y porque simplemente uno no puede ponerse en el lugar del otro. Es inútil que te digan que te acompañan en el sentimiento porque no pueden sentir lo que estás sintiendo y menos en ese momento. Después están los otros que dicen que no es justo, que por qué se tenía que morir justo ahora. La gente se muere, está comprobado científicamente, y nadie la tiene comprada. Puede ser dolorosa, repentina, inesperada, si, no te lo niego, pero nadie la tiene comprada. Así y todo se agradecen esos gestos porque siempre es mejor que nada. Al menos es un poco.

Mis conductas en los velorios son básicamente simples. Cuando me entero, por lo general lo suficientemente tarde, busco a los deudos, los beso, los abrazo fuerte y no mucho más. A veces digo algo como “que cagada” o “es una mierda” pero habitualmente no digo nada. No tengo porque decirlo, prefiero que me vea ahí, al lado de él, en ese momento de mierda, y me pongo a hablar de cualquier cosa. Tengo la tendencia a hablar mucho pero en velorios me doy licencia para tirar algunos chistes, para ponerle onda más que nada. Es una reacción. Como la de reírme solo al recordar Conducta en los velorios de Cortázar. Siempre que voy a los velorios me acuerdo de ese cuento y como si fuese casi un deseo inconsciente mi fuero más íntimo espera alguna vez presenciar fielmente una situación así aunque la realidad nunca llegue ni a pisarle los talones.
Yo no lloré a Néstor Kirchner. No por nada en especial sino que simplemente ya no lloro a los muertos. La muerte de Néstor Kirchner me sorprendió no tan temprano en la mañana del miércoles, unas horas después de la confirmación de su fallecimiento, en la computadora. A medida que repasaba el timeline de Twitter una sensación de incredulidad me fue invadiendo. Tuve que chequearlo en la tele. Después me cuestioné esa conducta, la de chequearlo en la tele, como si eso fuese garantía de algo. No pensé en Néstor, automáticamente pensé en Cristina. No era el único, a esa altura la nota de Rosendo Fraga había recorrido de manera viral la red. Asco profundo, inmenso, oceánico, cuarenta y cinco minutos después de morir los buitres se abalanzaban sobre el cadáver y encima le decían a la presidenta lo que tenía que hacer. Ya ni tacto tienen para operar.
Yo no lloré a Néstor Kirchner pero eso no quiere decir que no haya llorado. No sé por qué, pero siempre tengo esa sensación de por estar donde estoy no estoy donde debería estar. Si yo hubiese estado en Buenos Aires hubiese estado en esa cola al igual que miles de argentinos. Y seguro hubiese estado en la plaza el miércoles por la noche. Pero estoy acá y tuve que ver eso, como tantas otras cosas, desde la televisión, hablando con mi vieja, tratando de analizar, al menos un poco, que pasaría de aquí en más. Se que ella hubiera estado ahí también, conmigo, yo con ella. No es necrofilia ni cholulismo, esos argumentos se los dejo a los otros, a aquellos que no pueden bailar una cumbia ni comerse un chori ni se toman un tetra por miedo a agarrarse un buen pedo porque eso es cosa de negros. Es otra cosa lo que pasó.
Fue ahí, ya para las 20 horas, en que dejé de pensar en Cristina, al menos como venía pensando. Fue ahí, a esas horas, donde empecé a emocionarme de verdad, al ver a la gente reunida en Plaza de Mayo. Ahí se me reveló aquello que Agustín Rossi se había esforzado en demostrar días atrás en el Club Unidad: el kirchnerismo no sólo era un movimiento político sino un constructo cultural, con un relato propio de las cosas, con un sentido. Fue ahí, al ver tanta gente reunida con un sentido, un dolor y un objetivo común, cuando se me piantó el primer lagrimón. Pensé en el dolor de la gente, del militante. Lloré por la gente, no por Néstor.
Para aquellos que amamos la política, para aquellos que consideramos a la política mucho más que un currito, que creemos que es la herramienta de transformación absoluta de la realidad, la figura de Néstor Kirchner sintetiza aquello que uno espera de los dirigentes políticos: pasión, convencimiento, capacidad de gestión, trasgresión, todas cualidades poco comunes en un mundo de políticos timoratos. Más allá de las diferencias y las deficiencias, hasta sus detractores más acérrimos deben admitir que tener un tipo así enfrente plantea desafíos, al menos teóricos, y eleva la actividad política; alguien que te plantea como hacer lo que querés hacer te obliga, te empuja, te presiona a pensar. El tipo te obligaba a discutir, te marcaba la cancha, te dibujaba la agenda. Lo quieras o no. Después vienen las chicanas o el facilismo, esa es una decisión que toma cada uno y cada uno carga con su propia cruz.
No soy un cultor de Néstor Kirchner pero sería de estúpido no reconocer los logros de su gestión. No se puede no decir que transformó al país. Personalmente considero a Cristina Fernández muy superior a Néstor Kirchner, admiro mucho más a Cristina que a Néstor pero no se puede obviar que juntos eran un tándem soñado por cualquier organización. Por eso me preocupé por Cristina, si los chacales ya habían mostrado los dientes a minutos de una muerte ¿qué era posible de esperar para más adelante? Al ver a la gente en la plaza dejé de pensar en Cristina, al menos como pensaba en ella horas antes, dejé de preguntarme ¿y ahora? y me empecé a reír de los buitres, empecinados en afirmar que era hora de cambiar rumbos.
Yo no lloré por Néstor, lloré por la gente que desfilaba y por Cristina ahí, estoica en su dolor real, y me sentí orgulloso y seguro porque entendí que no caíamos en saco roto, lloré porque al verla ahí también me acordé de mi vieja, que tuvo que hacerse cargo de tres pibitos de menos de 6 años cuando mi viejo falleció hace ya casi unos 24 años. Sé por experiencia propia de lo que son capaces de hacer las mujeres y la mayoría de las veces nos pasan por arriba. Cómo somos los argentos, ¿no?, recién ahora entendimos que las cosas no solo tienen un padre sino también una madre. Por eso la pendejada también estaba ahí, en la calle, bancando a Cristina, porque todos sabemos que a la vieja no se la toca.
Los días pasaron, los giles de siempre hablaron y escribieron de manera esperada, los grandes medios sufrieron en carne propia el síndrome de la totipassmanización y después vino la cadena nacional de ayer. Y ahí estaba esa mujer mostrando todo su dolor y agradeciendo a la gente, hablándole a todos aunque a muchos no le importase, diciéndole a todos que estaba dolida pero que seguía al frente. Y yo volví a pensar en eso que pensé el jueves de que por estar en donde estoy nunca estoy donde debería estar y lamenté no haber podido estar ahí para gritarle como tantos otros ¡Fuerza Cristina!        

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