14.11.10

Soñar no cuesta nada


Ricardo Gutman

Hace tiempo que me debía este post. No por ustedes, lectores, sino por mí; es decir, si ustedes leen estas líneas sepan que más que estar dirigidas a ustedes están dirigidas a mí; me escribo para mí, más que nada por esa necesidad de tratar de ordenar esas cosas que durante toda la vida me han dado vueltas en la cabeza y que la escritura permite (aunque a veces no lo logra) hacerlo. No hay por qué negarlo, soy un chico progresista y por eso escribo. Es lo que mejor me sale, así y todo.  Qué se le va hacer, es lo que hay y lo que puedo hacer.
Soy un chico progresista, repito, y al repetirlo vuelvo a reincidir en esa  costumbre maldita de cuestionarme todo. Si me convenciese fehacientemente de lo que pienso me iría mejor, al menos un poco, pero siempre tengo que complicarme la vida. En resumidas cuentas me pregunto por qué soy progresista, por qué me considero progresista. Es que está tan de moda la palabra y a mí las modas me asustan, tienen algo de uniformes que me repelen. Y porque a la larga se repiten, con distintas variaciones, pero se repiten. Y algunas decididamente son horribles.

He descubierto que no soy tan contemporáneo que digamos, no soy tan posmo. Hay cosas que no acepto que me afirman y estoy orgulloso de esas cosas. Porque no todo da lo mismo y no existen millones de verdades en tanto millones de individuos. Ese relativismo no me cierra, no es consistente. Si creyese en él no me cuestionaría nada. Si eso fuese verdad todos estaríamos bien y no estamos bien. Nos hicieron creer que todos teníamos razón y lo repetimos hasta el cansancio sin saber lo que decíamos. No estoy diciendo que los puntos de vista no afecten al objeto, estoy diciendo que algunos de esos puntos de vista es incorrecto o por lo menos no el más beneficioso porque atenerse a esa afirmación es no pasar del grado de cero del análisis. Hemos hecho del principio de respuesta la respuesta toda, esa afirmación es sólo una pista no la conclusión entera. Es la expresión más simple de la complejidad de lo humano. Porque algunas cosas deben ser de una manera y no de otra. No sé si soy claro.
Todavía nadie ha definido qué es ser progresista en este país. Llegado el caso todos se dicen progresistas entonces descoloca a todos. Es hora de empezar a identificar, de manera real, quienes son progres.  Si me vuelven a apurar digo que ya era hora. Y sí macho, ya no se puede estar discutiendo cosas que no tienen sentido. No se puede ser progresista de distintas maneras, no puedo decir que abogo por la distribución de la riqueza y rechazar la 125, no puedo militar por la democratización de las instituciones y estar en contra de la Ley de Medios. No se puede sino cualquiera es progresista. No puedo decir que quiero construir una agenda socialdemócrata y juntarme con todo el gorilaje. Con este criterio Binner es progresista, ¿me entendés? Hay que marcar la cancha, esto es esto y lo otro es lo otro, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa diría Panigazzi.

De qué lado estás, amigo
Ser progresista no es fácil, es mucho más fácil ser de derecha. Es simple. Para ser de derecha hace falta tener plata o querer tener plata y vivir para hacerla, pararse en cierto sentido común más o menos acomodable, no tener ética y usar los beneficios materiales para condicionar la realidad. Nada más. Pero ser progresista es extremadamente complicado de explicar, es como el creyente que quiere hacerle comprender al ateo algo que es una experiencia absolutamente personal e intangible como la fe.
Ser progresista está de moda. Decirse progresista está de moda. Es políticamente correcto decirse progresista, es vestirse con buena pilcha, posar de intelectual, de avanzado, de tipo que la tiene clara. Sirve para situarse, caer simpático si se quiere, por eso cualquiera se dice progresista. Binner se sitúa como progresista, Alfonsín se vende como progresista, Pino Solanas es re PROgresista, el PDP se dice progresista. Hasta Lilita Carrió fue progresista en este país. De última, es pura pose y de esa manera denigran un pensamiento a una simple cáscara, un lindo traje, un lindo diseño, un John Galliano si se me permite identificarlo.
 Y dentro de todo ese menjunje el FPV, la opción más progresista con poder real sin lugar a dudas. Ese carácter dinámico del FPV genera hacia adentro del kirchnerismo (me animaría a decir cristinismo a estas alturas) los debates de apropiación, es decir, qué es el kirchnerismo, a quién pertenece el kirchenrismo como identidad política. Para la ortodoxia política es peronista, para la progresía que se identifica con el FPV es una superación del peronismo. En un momento CFK se pone la camiseta de la juventud sindical y después se reúne con las Madres. Y mientras todos discuten si el kirchnerismo es una superación del peronismo o una variante del peronismo la fuerza va juntando fuerza.
Si vamos en tren de sincerarnos lo más progresista, al menos desde lo discursivo, es Sabbatela.  De todos los dirigentes políticos es el que dice la cosa más osada de todas: el techo del kirchnerismo es nuestro piso. Afirmación osada si las hay ya que si la Presidenta Cristina Fernandez elige profundizar el modelo el techo siempre va a ser más alto, en este caso, el piso de Sabbatela. Si se me permite soñar, una fórmula CFK-Martín Sabbatela para el 2011 sería una apuesta, un gesto real por parte del FPV de la vocación de profundizar el modelo. La dupla es hermosa de sólo nombrarla. A mí se me caen las babas. Una dupla de esas características permitiría al progresismo argentino asumir esa identidad real de una buena vez, o por lo menos encauzarla,  y demostrar que está a la altura de las circunstancias.
Si vamos a jugar ajedrez político y pensamos no en 2011 si no en 2015, descontando a CFK como ganadora en 2011 poder lograr que Sabbatela en Buenos Aires y Rossi en Santa Fe sean gobernadores 2011-2015 permitiría darle un horizonte de continuidad al proyecto pensando el 2015 con una excelente fórmula de las dos provincias más grandes del país. Además se pondría en concreto la capacidad de gestionar un territorio grande, en el caso de Sabbatela y comprobar el fuste de conducción de Agustín Rossi. Pero es un sueño, aunque no imposible, el kirchnerismo ya nos ha acostumbrado a que cuanto menos lo esperás te corre la línea, y además hay Cristina para rato. Yo por lo pronto ya sé dónde voy a jugar. Y vos ¿de qué lado estás amigo?



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