15.3.11

Los dioses están aburridos


Ricardo Gutman
@rickygutman

La moraleja, en el sentido más pedagógico del término, en el sentido más positivo de la cosa, sería así: cuando los dioses están aburridos las consecuencias las pagan los humanos. Bien lo dijo Borges, ser inmortal es baladí. La frase adquiere sentido en todos los planos dimensionales, por así decirlo. Cuando JLB la dice en el cuento El Inmortal, en el que narra la vida de Joseph Carthapilus, que no es otra que la del ciego más conocido, la contextualiza en el plano de lo concreto, el mundo en sí. Una persona inmortal en un mundo finito está predestinado a vivir todas las experiencias. No importa el tiempo, a la larga o a la corta vivirá todas las experiencias. El problema es el después.
Si la misma situación la trasladamos al plano de lo infinito, donde viven los dioses, no es nada raro intuir para un simple humano finito que la experiencia solo se potencia, aunque sigue siendo lo mismo. Pobre de los dioses. Los griegos lo sabían muy bien. Todos los líos dignos de relatarse en una mitología no son más que dioses aburridos que juegan con los humanos. Incluso tomando parte, como en las guerras. O cansados de sus mujeres. O lanzados a una desbocada carrera epicúrea. Los dioses juegan con nosotros porque están aburridos. Así de simple.

La situación es de lo más rutinaria. Imaginate que vas caminando por la calle muy campante, tranquilo, tu vida es un cúmulo de situaciones que suceden de acuerdo a lo planificado por tu mente acostumbrada a que todo sea como ella quiere. Las mujeres te adoran. Los hombres te respetan. Tu padre está orgulloso y tu madre jamás te critica. Tu hermana te jode no por molesta sino por admiración. Tu vida es prácticamente perfecta. Yo conozco gente así, la mayoría son mujeres.
Pero volvamos que no es cuestión de irse. Imagínate que vas caminando por la calle, pensando en lo mismo de siempre. Tu vida no tiene mayores complicaciones. Entonces en el medio de la vereda, por esas cosas de la casualidad, casualidades como las de contestar un teléfono público por el solo hecho de que estás cerca, no sabés si es para vos pero lo contestas igual, encontrás un cuaderno. El cuaderno tiene instrucciones sobre cómo usarlo porque ese cuaderno no es un cuaderno cualquiera, ese cuaderno sirve para matar gente. Escribís el nombre de aquel que querés que muera imaginando su cara y si no detallas su muerte en los próximos seis minutos cuarenta segundos el susodicho muere en cuarenta segundos de un ataque cardíaco.
Y como la curiosidad mata al gato probás. Ocurre. No crees. Comprobás. Te convencés. No sabés porqué eso cayó a tus manos pero te convencés de que es por algo. Las cosas no pasan porque sí. Entonces buscás sentido a lo que hacés. Y te embalás. Pero el problema es que el cuaderno no es tuyo, pertenece a un Shinigami, un Dios de la Muerte oriental, similar a una Valquiria si se quiere en funciones, que dejó caer la Death Note, el cuaderno de la muerte, en el mundo de los humanos. El Shinigami te encuentra y te explica como son las cosas. Si bien el cuaderno es de él ahora lo administrás vos y él se quedará con vos, más que nada vigilando el cuaderno, hasta que el dueño del cuaderno muera.
Así comienza Death Note, el animé que en los últimos días me tuvo preso, bajando los archivos desde Taringa y mirándolo en la PC. Los primeros cinco capítulos son imposibles de dejarlos pasar porque las implicancias del caso te llevan a seguir el derrotero de Light, el protagonista de la serie, en su uso del cuaderno. La pregunta surge al momento: ¿Qué harías vos en lugar de Light?. Light elige matar, matar con la intención de crear una sociedad más justa eliminando a los criminales. Light quiere ser un Dios y es imposible que no lo quiera ser si maneja casi a voluntad la muerte de los otros. Pero Light sabe que todo en esta vida tiene un precio y se lo pregunta Ryuk, el Shinigami en cuestión. “No hay precio” es la respuesta del Shinigami “quizás el precio es cargar con la Death Note” razona el dios. Si no hay precio aparente que pagar, si uno no entrega su alma a cambio de ese poder, es lógico preguntar como lo hace Light porque Ryuk dejó caer la Death Note en el mundo de los humanos. “Porque estaba aburrido” es la respuesta del dios.
En el mundo de los Shinigamis todo es muy quieto. Desde su posición los dioses de la muerte observan a los humanos vivir y eligen a quienes matar. El negocio dela cosa consiste en que el resto de vida que le queda al mortal se lo apropian los Shinigamis. Una muerte de vez en cuando le aporta unos treinta años más de vida al Shinigami. Y eso es todo lo que hacen: mirar, elegir, matar, agregarse años y seguir mirando, en un círculo eterno. Matan para no morir en una existencia completamente monótona. Y es por eso que los dioses se aburren y pasan todo el día apostando. Matar para seguir viviendo así casi que no tiene sentido; por eso Ryuk le encuentra más sentido a la misión de Light que a su misma función. Y se divierte.
El mundo como teatro de los dioses, como un simple divertimento. Lo que al principio creí que sería una versión moderna de Crimen y Castigo, con Light en lugar de un Raskonikov atormentado por la misión que eligió tener de crear un mundo más justo deviene en un policial, un muy buen policial, que no puedo dejar de ver.
A pesar de todo recién voy en la mitad del animé, mis tiempos y mi conexión de internet no me permiten avanzar tanto como quisiese. No me imagino como puede terminar semejante embrollo, tremendo argumento pero creo tener una pista. A pesar de todo somos muñecos de dioses aburridos.

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