25.9.10

De interés



Ricardo Gutman

Soy lento, vio, que se le va hacer. Me enteré que los concejales de la ciudad buscan declarar de Interés la vieja Usina del ferrocarril, lo cual no me parece mal, me parece TARDE. Es decir, “tarde” es la manera políticamente correcta de decirlo, podrían haber llegado ANTES, antes de que se choreen todo y la dejen en el estado en el que está, total ahora una vez destrozada viene el Estado a arreglarla, el archiconocido y nunca bien ponderado Estado bobo tan en boga en tiempos de la comadreja de Anillaco.
Ya sé, usted dirá “este píbe se pasó casi un mes sin postear y postea esta gilada marca pajarito” y la verdad es que lo más probable es que tenga razón. Es que soy lento, vio.  Como usted, que no dijo ni hizo nada mientras desvalijaban el patrimonio histórico local y nacional. Y algo que es de interés.

2.9.10

Los cuentos de Nilda

Otra entrega de cuentos y poesías, esta vez el turno es de Nilda Moraz, quien grabó dos cuentos y una poesía, todos de su autoría. El Master Recording (uuuuaaaa!!!!!) es el gran Tete Díaz. Hasta la próxima y buena vida.





30.8.10

La juventud está perdida


Ricardo Gutman

Hacía mucho que no salía. No soy de los boliches, soy de los bares. En los boliches hay mucha gente junta, prefiero Pekos, donde me dejan programar la música, o Picasso cuando el negro se pone las pilas y pasa esas selecciones de los 80 y los  90. Sí, me quedé en el tiempo, del 2000 a esta parte no conozco mucho, del 2000 para atrás tampoco. Es que hay tanto y tan bueno que todavía no llegué, musicalmente hablando, hasta esos tiempos. Podrán decir lo que quieran, que el 80 fue una década peleada con la estética y que los 90 fueron medio down, para abajo, entre tanto grunge y neoliberalismo y desocupación y la comadreja. Pero los que ya estamos pisando los treinta años y algunos que ya los pasaron por poco tenemos algo en común si hablamos de música: nosotros tuvimos educación musical, tuvimos la suerte de escuchar buenas bandas, una época plagada de buenas bandas y de músicos legendarios. Y eso es mucho. También estaba Jazzy Mel, pero bueno, son cosas que pasan.

Recuerdo una anécdota particular: como fue costumbre en mucho tiempo, yo trabajaba de noche en el kiosco 25, ese que estaba abajo de la pasarela, que funcionaba veinticuatro horas. Mi turno era el más feo de todos salvo por los sábados hasta las dos de la mañana en que las chicas pasaban a comprar puchos y chicles de paso al boliche. Todos los días de 22 a 6, salía del instituto y me iba para el laburo. Fue una buena época, llevaba la carrera al día y cuando terminaba las cosas que tenía que hacer escuchaba al Negro Dolina que todavía estaba en Continental, costumbre que me quedó de Santa Fe gracias al Chino y a Hernán Boggino, amantes del metal y fanáticos de Metallica. De Santa Fe también me traje Héroes. Pero el Negro se terminaba y había que esperar hasta el otro día para volver a escucharlo, eso si se tenía suerte y los vientos me dejaban captar la señal de la radio, bastante débil por esta zona.
Trabajar de noche te cambia todo y te tenés que acostumbrar, en el caso del kiosco, a trabajar solo; entonces, por obligación si se quiere, hay que llenar el tiempo. Una vez que Dolina se iba quedaba un horrible espacio vacío que había que llenar. Estaban los libros, que siempre acudieron en mi ayuda, y después un programa de AM Ciudad de Buenos Aires de un tipo que leía libros durante la madrugada. Una semana leyendo un libro por radio, si eso no es resistencia no sé que es. Porque hay que hacerlo, no cualquiera se anima.
Después de las 12 la noche se hace más lenta, por más que estén los libros al lado las horas, que dicen tener sesenta minutos al igual que las otras, duran el doble por lo menos. Las tres de la mañana es la peor de las horas, la mitad de la madrugada, allí las horas no corren nunca. Mientras tanto hay que llenar la madrugada.
Como después de las 2 de la mañana no iba nadie al kiosco varias veces ponía la FM del Pablo, la Full, que pasaba una excelente selección de rock and roll y me ponía a cantar con mi voz de ganso a más no poder, no sé si para despertarme o para darme el gusto. Una noche como esas yo me encontraba cantando en un inglés más patético que el de Roberto Kennedy Dulce niña mía, de los Guns (parece que no pero es necesario aclarar), absorto en tratar de imitar el tono de Axel y tratando de emular en el aire sin el más mínimo atisbo de acierto el punteo de Slash, de espaldas a la ventanilla. En unos de esos movimientos ondulatorios que hacía al ritmo de la guitarra descubro a un pibe que miraba desde afuera, medio confundido y medio tentado de ver a semejante estúpido ofreciendo ese espectáculo a las tres de la mañana. En medio de mi bochorno pedí disculpas y pregunté que quería. El vago quería puchos. Me cargó un poco por mi espectáculo y me sorprendió cuando me preguntó qué estaba escuchando. Yo creí que me seguía cargando pero el tipo no sabía que estaba escuchando. Me llamó la atención porque tenía una remera de La 25. No conocía a los Guns. No podes no conocer a los Guns, pueden no gustarte si querés, te lo respeto, pero de ahí a no conocerlos o ni siquiera saber que canción es Dulce niña mía…. Pocas veces en mi vida me enervé tanto. Empecé a nombrar bandas para saber si el vago las conocía y nada, es decir, estuve hablando una media hora de bandas que me gustaban, yo que no sé nada, que no puedo pasar de decir que me gustan, con floja argumentación si se quiere, recomendando trabajos, canciones y videos. El pibe me escuchó. Después no supe que fue de él, si me hizo caso o si siguió poniéndose remeras de rock. La noche se acortó un rato, pero todavía me quedaban dos horas. La juventud está perdida, señores, está perdida.
Pero volviendo al tema, el sábado salí. La noche empezó temprano, en Pekos, donde uno puede encontrarse con gente especializada en música. Hay expertos en todo, solo es cuestión de preguntar. Desde el dueño que es una autoridad en Miguel Mateos pasando por Germán y su conocimiento de Sumo y Las Pelotas, Cóndor y su sapiencia en Sabina, el Chino Avila, enfermo de Soda, cuando va con el Puchi, experto en Cacho Castaña, Dyango y Cali, el Viru y la música electrónica, todo eso sin contarlo al gordo Mariano, que hace mucho que no lo veo. Diversidad garantizada. Después fuimos a la casa del Puchi a comer un asado, una pequeña previa y salimos con Martín para Picasso. Afuera nos recibieron el Tito y Joselo, nos dijeron que los esperásemos, que Joselo le iba a mostrar la casa al Tito que no la había conocido porque había estado en Salta el último tiempo. Nos sentamos en la barra. De pasada la vi, de reojo, y me pareció muy parecida.
Nos acomodamos en la barra, el Rolo nos trajo una cerveza, yo serví los vasos y para mal mío me senté de frente a la barra, dándole la espalda a todo el bar. La piba estaba sentada en una mesa con otra chica, tomando unos tragos. Yo no dejaba de girar la cabeza y creo que ella se dio cuenta. Era muy parecida, que querés que te diga. No sé quien era pero si me hubieran puesto un chumbo en la cabeza hubiera asegurado que era ella. Pero no era, de eso estoy seguro.
Era igual a ella. No importa si era ella pero le tendría que haber dicho gracias, agradecerle haberme hecho recordar todo aquello que había olvidado. Fue un rato no más, lo que duró sentada en esa mesa mientras yo giraba la cabeza para volver a mirarla y los lentos minutos posteriores a los que se fue, los vasos sucios sin terminar, los cigarrillos en el cenicero. Por unos momentos estuve unos quince años atrás y empecé a recordar, a recordarme. De Kurt, de nuestros pantalones rotos, del gusto por las camisas leñadoras que hasta el día de hoy conservo, de las tardes eternas en la casa de Gonzalo escuchando La Renga, de Fabio y del Chapi con los Red Hot, del Kuta y los Les Luthiers en ese TDK negro que ya es leyenda, del Chano y del Che y de ese poster de Charly que le conseguí en Santa Fe en medio de una pegatina, de los viajes a La Verde, del laguito, de Miriam, de Jorge y del kiosco, de las siestas, de ese amor platónico de toda la secundaria, de las primeras pequeñas traiciones, de Los Tero Di Carlo, de las miles de estupideces que nunca me arrepentiré, de mi constante afirmación de que sería abogado y de cómo eso me marcó para el resto del viaje, de mi extraña capacidad para tomar las decisiones equivocadas, de Gogol y todos mis miedos, de esa eterna pregunta sin responder de porqué siempre que piden en la radio  un tema de Nirvana te pasan El hombre que vendió el mundo habiendo tantas otras canciones hermosas del trío de Seattle. Era tan parecida.
Todo se me cruzó y entre medio de eso me vino esa noche de tertulia, noche de estrellas, de ella ahí y yo bajando las escaleras, del mástil que hoy no está, de mi primer beso, torpe e inexperto pero beso al fin, de mi incrédula certeza de no creer si lo que me estaba pasando era verdad, de la mínima confirmación de que alguien podía querer besarme. Era tan linda. Pucha che, era hermosa. Y después me dejó, lo bien que hizo, porque yo siempre fui un boludo. Y comprendí que desde ese tiempo hasta esta parte los errores siempre fueron míos. Hay cosas que no cambian por más que pasen los años.
Se nos hizo tarde con Martín, decididamente no llegaríamos al boliche. Cruzamos la avenida con la versión unplugged de La ciudad de la furia. Apenas unos minutos pero algo es algo. Hacía frío. Lo saludé corto, sin más protocolo y me metí en la cama lo más rápido que pude. Quien sabe por qué me vino a la cabeza los primeros versos de Where did you sleep last night y no la pude imaginar sin el timbre de Kurt. Me pregunté dónde dormiría mi chica esa noche. Siempre que escucho esa canción me largo a llorar. No sé por qué. Pero lo hago. Estoy hecho un viejo choto.



29.8.10

Fibertel o porque llegado el caso la culpa no es del chancho




Ricardo Gutman

A primera instancia, ni siquiera tendría que tener la intención de escribir sobre esto. Como ya sabrán los lectores, siempre llego tarde a los grandes momentos dignos de ser analizados. Es que soy de razonamiento tardío. Mala suerte. De hecho no tendría que escribir porque no me afecta, al menos directamente. Nunca tuve Fibertel porque Fibertel no llega hasta acá. Ninguna de esas empresas llega hasta acá, ni las telefónicas con sus nuevos productos ni los supermega módems esos que se llevan a cualquier lado. En el interior del interior esas cosas todavía no llegaron. Y hay que arreglársela con lo que hay. Hasta ahora la conexión del Walter se la banca. Hasta por ahí no más. Lo suficiente como para subir este texto. No debería escribir pero igual voy a escribir, que importa.

El gobierno decidió quitarle la licencia a FiberTel por estar floja de papeles. No, no lograrán que quien suscribe caiga en la trampa de la manipulación de la opinión pública. Pero la cosa no es simple. De hecho no sé si la puedo analizar. Pero haré el intento. ¿Qué querés que te diga? No puedo obviar el contexto, hay una pelea, existe, es pública, ambos bandos juegan y, personalmente, en esa confrontación, me tiro para el bando de Cristina. No me pidan que juegue para el lado oscuro de la Fuerza.
La decisión no es criticable. Ni siquiera desde el punto de vista de los usuarios. Existe una ley (sí, fuera de joda, existe una ley) que fue aplicada. Listo el pollo cocinada la gallina. A otra cosa mariposa. En un país donde el ciudadano medio critica el hecho de que no se cumplan las leyes que se aplique el peso de una ley sobre alguien que la corrompe (recuerdo que no es cualquiera el que la corrompe sino el grupo económico de más peso en la Argentina) no debería generar ningún tipo de réplicas. No admite discusión. ¿No vivimos bajo la égida del capitalismo? La libre competencia es inherente al capitalismo. Es así. Y al que no le gusta que se joda.
Es una medida. Por un lado el gobierno la implementa y por otro los diputados salen a defender los intereses de un privado. Los privados accionan. Horror. Pánico. Emiten supuestas encuestas y sondeos de opinión en Facebook y en Twitter donde supuestamente una jauría de ciudadanos alborotados que pagan sus impuestos al grito de ¡¡¡¡¡¡¡Renuncie Yegua Montonera!!!!!!! se oponen a la medida, arman grupos en Facebook y se creen re locos. Clarín, que solo refleja la realidad, les da prensa en su edición electrónica. Sin querer se cola el video de Moreno en Papel Prensa. El resto de los medios replican la medida pero no emiten opinión, por lo bajo disfrutan esta debacle del grupo. Pino Solanas se deschaba y empieza a articular senilidades. Alberto Fernandez publica las explicaciones en su blog. Los tuiteros y blogueros que apoyan al gobierno salen al cruce del tema. Cientos de twits inundan mi timeline con los hagstag #fibertel y #esdelgrupoclarin. Los diputados dan lástima por los programas de cable, dicen defender a los usuarios. Todos hablan del tema, parece que ahora es un ataque a la libertad de expresión. Mucho mucho ruido. Ya han pasado varios días y yo tengo la impresión de que hay algo que tapa el bosque.
Políticamente esta jugada del gobierno se inserta dentro de la lucha declarada y pública que mantiene con Clarín. Es, más que un ataque, un mensaje directo e indirecto a otros jugadores para que vean que es lo que pasa si no cumplís y busca aislar empresarialmente a Clarín. El que quiera oír que oiga. Y está bien que así ocurra. Afirma posiciones, marca la cancha, algo absolutamente necesario si se está haciendo política. De allí la necesidad de las fotos de Magnetto. Pero llegado el caso no es nada más que una medida aislada que al situarse como objeto de discusión tapa el bosque de las deudas. Ojalá fuese parte de un todo. Como me gustaría.
Planteada como está, la discusión de los monopolios no alcanzará la dimensión que tienen que alcanzar porque, entre otras cosas, el kirchnerismo no traslada la discusión a otros actores; aunque todavía le falta unos días el caso FiberTel perderá su relevancia y más allá del grupo Clarín la cosa no prosperará. Clarín no es el único monopolio, es el único que acciona movidas desestabilizantes de manera ya pública y nada sutiles. Ante esta situación, el gobierno reacciona y de un tiempo a esta parte viene capitalizando esa lucha, no por aciertos propios sino por inducir a un enemigo como Magnetto y Cía a cometer errores, que llegado el caso no es lo mismo pero es igual. A esta altura de las cosas, y esto es mérito del gobierno y de la Presidenta, la cresta de la ola en la que se manejaba Clarín al final de la 125 ha sido revertida de manera clara y hoy el grado de credibilidad del medio es cada vez menor salvo por esos grupos, no sé si menores pero sí cada vez más expuestos, que le otorgan a Clarín la representatividad de su gorilismo.
Pero las formas son importantes. No es cuestión de pose, son importantes y Martín Zariello plantea el tema muy bien en este artículo. No está mal que una empresa que no está en condiciones de operar sea dada de baja o no autorizada, es la forma en que implementa las medidas lo que da de comer a los chanchos y les permite salir en cadena nacional a posicionarse; hay que recordar que por más que Clarín pierda su credibilidad día a día todavía sigue siendo el grupo mediático más poderoso del país con una estructura replicativa impresionante.
Sin ánimo de comparar, porque las dos situaciones no lo ameritan, la táctica empleada es la misma y es la táctica en sí, no la estrategia, la que desnuda las falencias del kirchnerismo. Es que la táctica puede arruinar la estrategia, como el caso de la 125. En estos casos la táctica es la forma. Anunciar que Fibertel no está autorizada para operar por estar incumpliendo el reglamento no es incorrecto, lo incorrecto es anunciar la medida solo tocando a Fibertel. El sólo hecho de aislar la medida da pasto a los chanchos que no tienen ningún empacho en salir a comer, en este caso a replicar. ¿No hay acaso otras empresas en las mismas condiciones que Fibertel? Digo, ¿no se puede armar un paquete con empresas en la misma infracción? Dudo que en este país Fibertel sea la única, de hecho el gobierno informa que en lo que va del año se dieron de baja tres licencias por el mismo caso, pero pongamos el caso de que lo sea ¿por qué hacer las cosas de manera tan desprolija? ¿No se puede contextualizar la medida? Porque todo bien, existen en el país más de 500 empresas en condiciones de suplir a Fibertel pero salir un día después con solicitadas en los principales diarios del país explicando eso es volver a mostrar que el árbol tapó el bosque y que la medida no fue otra cosa que un ataque en una guerra.
Es un error recurrente y me parece que ya es hora de empezar a pulir esas impurezas porque no es cuestión de darle de comer a los chanchos. Porque cada vez queda menos tiempo para el 2011. El problema radica en que cuando se cometen esos errores se cae el decorado, salta a relucir eso que se espera que un gobierno que se tilda de progresista haga y no hace, eso que varios estamos esperando del kirchnerismo y no ocurre. Si se van a meter con los monopolios háganlo de verdad; no estos tiros aislados. Ya es hora de empezar a discutir las cosas importantes porque por más que parezca lo contrario tiempo no es lo que sobra.

Esta vez le toca al Angel

Ricardo Gutman

Pido disculpas por la demora en la publicación, me dormí y tuve que prestarle atención a otras cosas, todo junto, demasiado para mí. En esta oportunidad le toca al Angelito, que relatará un cuento de Jorge Luis Borges y una poesía hermosa denominada Sueño Nuevo. Espero que lo disfruten.




Cuento: Historia de los dos que soñaron.
Autor: Jorge Luis Borges.
Relatos: Angel Alassia.
Grabación: Tete Díaz




Poesía: Sueño Nuevo.
Autoría y relato: Angel Alassia.
Grabación: Tete Díaz

23.8.10

Se va la segunda

Ricardo Gutman



He aquí la segunda entrega de cuentos y poesías. En esta oportunidad lee Verónica Capellino un poema y un cuento suyo a La Fortaleza, esa casa tan sancristobalense tan venida a menos. Espero que lo disfruten.

Obra: Poema y cuento a La Fortaleza.
Autoría y Relatos: Verónica Capellino.
Grabación: Tete Díaz.

22.8.10

Y un buen día empezamos a grabar

Ricardo Gutman 


Lo único que faltaba. Para ser sincero la idea me venía rodando desde hace rato y como siempre hay un roto para un descosido alguien me prestó atención y lo empezamos, como quien dice. Lo empezamos digo porque la idea es seguir, de ahora en más este blog publicará cuentos narrados y poesías recitadas tanto de autores locales como de los dioses del olimpo literario, los de los ilustres desconocidos y de los que se nos ocurra. Uno por día, para que no te empaches, lo bueno de estas cosas es que cuando juntás a la gente las cosas empiezan a salir; un día de grabación y ya salieron propuestas buenísimas. La verdad, no sé en lo que va a terminar. Por lo pronto, y como soy buen anfitrión, publicaré un cuento de Javier Villafañe titulado El metal y la madera narrado en la voz de Rodolfo Costa y un back de fotos de lo que fue la tarde de grabación. De más está decir pero igual lo voy a decir, que agradezco infinitamente el apoyo de esas maravillosas personas que son Verónica Capellino, Angel Alassia, Nilda Moraz, Rodolfo Costa y Tete Díaz , sin ellas no podríamos haber empezado. Bueno, basta de palabras escritas, acá va el primer post, aviso que la puerta está abierta para cualquiera que tenga ganas de contar un cuento así que toque timbre no más, no se haga problema. Para eso estamos. 

Cuento: El metal y la madera. 
Autor: Javier Villafañe. 
Relato: Rodolfo Costa . 
Grabación: Tete Díaz


Así fue el backstage

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