4.1.12

Confesión de parte




Ricardo Gutman

I
Pido disculpas antes de empezar. No tendría que hacerlas pero más que nada las hago por simple decoro, por costumbre. Pido perdón más que nada, con plena conciencia de lo que puede acarrear en otros pero sinceramente es menester sacarlo, echarlo a la luz, y que se aclare de una buena vez. Sé lo que puede pasar pero ya estoy acostumbrado. Y es necesario que pase. Es que lo tengo atragantado desde el año pasado, año movido si los hubo, en todo sentido, y ya no tengo ganas de tenerlo ahí guardado. Un año que empezó con un viaje, en todos los sentidos que pueda abarcar la palabra, debe terminar tranquilo. Aprendí, entre otras cosas, que de una buena vez debo hacerme caso. A mí, a lo que siento, a lo que percibo, a lo que me dice en medio de todo nuestro quilombo que es preferible hacer las cosas como siento que hay que hacerlas que intentarlas hacer con las recetas de los otros, ya caducas. No tanto a lo que pienso porque lo único que hace es llevarme a otro lado, desenfocarme si se quiere, yo que durante tanto tiempo pensé que lo cultivaba me encontré renegando en un vivero, como tantos otros brotes, prestándole atención a los otros brotes, olvidándome de mi raíz. Pero a las plantas suelen pasarles ese tipo de cosas. Competencia dicen que se llama la relación. Como esas filas de árboles interminables y hermosos que dibujan cosas maravillosas en sus fondos pero que no son otra cosa que la manipulación de los hombres para hacer papel. Árboles hechos para hacer papel, juntitos todos unos al lado del otro. Algo huele mal. Porque por empezar ese árbol no tendría que estar allí. Pero está. Y encima lo hacen ser otra cosa. Sin ningún sentido.


II
Siempre me gustó el verso ese. “Hasta el estrabismo mismo de los huesos”. Te retuerce el coxis. Es una buena descripción. Una excelente descripción. Me suena a algo que ya no se puede agotar más, que llegó hasta el tuétano. Es de Girondo, el que se pronuncia con G y no con Y, tal como te enseñaron en la escuela. Algo así como lo que le pasó a Cortázar cuando citó en el epígrafe de El Perseguidor a Dylan Thomas y todos lo nombraban como Dailan Thomas. Snobismo. Se llama Dylan y se pronuncia como pronuncias Bob. No es tan difícil. Oh make me a mask. Yo me la sacaría más que hacérmela. Es más barato. Y más sincero. Pero al mismo tiempo más complicado. Porque es más fácil hacerse una máscara que sacársela. Implica verse. Y eso es algo que no hacemos regularmente. Usualmente tratamos de ayudar a otros en vez de ayudarnos a nosotros sin entender que ayudarnos a nosotros es la mejor manera de ayudar a los otros. Quién diría che, el compañero se me volvió capitalista. Imperialista. No, nada más lejos de la realidad. No estoy diciendo que ayudar a los demás esté mal. Digo que ni siquiera lo hacemos como lo tenemos que hacer. No ayudamos a los demás porque queramos hacerlo; ayudamos a los demás porque es más fácil que hacerlo con nosotros mismos. Ni siquiera somos lo suficientemente brutales como para sernos sinceros, porque somos bien cobardes para reconocerlo. Porque nos damos miedo.
Permítaseme desconfiar. No me creo ni yo. Que querés que te diga. Que te mienta. No me creo ni yo. Así de simple. Nos estuvimos mintiendo tanto tiempo que hasta me es lícito desconfiar de todo aquello que me pasa por la cabeza. Desconfío de cada palabra que escribo, que digo y que pienso. Sobre todo de las que pienso. Forras. Sé que no son mías. Siempre son de alguien más. No paran, una tras otra, diciendo algo, pesando algo, juzgando algo. Sobre cualquier cosa. Ser original es algo extremadamente difícil. Uno en trescientas vidas. No sé si la cazas. La culpa no es mía, es de Umberto Eco. No ves que te digo. Lo peor de todo es que me hago problemas por palabras y pensamientos que no son míos. Concha de su madre. Pero de algo estoy seguro: las cosas no pueden seguir así. El idiota cree que sus pensamientos son suyos y que si amarroca la plata suficiente estará blindado de cualquier inconveniente. Lo peor es que está convencido, aun cuando en el fondo mismo de su silogismo sabe que lo que dice no tiene sustento. Pero el trata de arreglar la fisura para que la mesa no se tambalee. Y yo trato de explicarle que tanto él como yo somos presas inconcientes de algo que no manejamos, que por más guita que le genere el almacén si algún turro manda bajar la cotización del poroto mandarín el va a quedar culo pal norte igual que yo, o peor, porque si la cosa se pone jodida le van a desvalijar el supermercado. Los boludos creen que la gente debe mantener la calma y la civilidad bajo cualquier circunstancia, como si pasarse una semana sin comer no amerita cualquier cosa. Lo estúpido es creer que el orden es posible con el desequilibrio adentro. Yo te desvalijaría el almacén llegado el caso. El sistema en el que vivimos y estamos inmersos es inmanejable. No se puede seguir viviendo así.
No da macho, ya no da. Esto no se arregla con un Robin Hood o un Lumberjack como en el Age of Empires. Lo mejor de todo es cuando me mandan al carajo o se me burlan con aparente educación. Lo cómico de esta última es la intención de querer dejarte como un ignorante de manera no agresiva. WTF. Ahora resulta que el imbécil soy yo porque me parece que las cosas están un poco para el orto. En pocas palabras me reconocen que soy bueno, demasiado bueno para este mundo quizás pero que “desgraciadamente” (calá el término) las cosas no son así. Pero claro boludo, ya sé que no son así, te estoy diciendo que las cosas están para el ojete y lo mejor que tenés para responderme es que te volviste idiota a sabiendas de todo. Sos funcional y cómplice y como si fuera poco encima te quejás. Si te gusta el durazno bancate la pelusa. El tema es que a mí no me gusta el durazno y me tengo que bancar tu pelusa  
El tema es simple. Todos saben cómo son las cosas y todos saben cómo deberían ser. No hay discusión. No he encontrado a hombre tan guapo como para mantener la misma posición después que su posición lo haya afectado a él. El tema es que a la hora de decidir entre hacer las cosas como se debe y las cosas como son la mayoría elije –sí, elije- las cosas como son porque hacer las cosas como se debe implica resistir, y eso implica esfuerzo. Y resistir no implica ser un revolucionario radical antisistema. Resistir también es plantarse pero entender que hay cosas que el sistema rechaza como el “conformismo sustentable” –no se me ocurre mejor término-, algo así como no necesito más que lo que tengo. Es decir, que necesidad tenés de cambiar de auto cada dos años. Si ya sé que eso no es bueno para el sistema de acumulación pero en el mundo se fabrican tres productos por segundo, ¿es necesario? No te estoy diciendo que no consumas, te estoy diciendo que consumas lo justo y necesario. Si a la hora de evaluar lo único que necesitás para vivir, biológicamente hablando, no son más cosas que las que podés contar con los dedos de una mano ¿para qué necesitás todas las otras cosas? Todavía hay gente que no entendió que para que las cosas estén así se necesita que mucha gente pierda.
Pero el boludo soy yo. Yo soy el que sueña.

III
Así fue durante mucho tiempo. Cansador. Convencido de que tenía que explicar cada cosa que pensaba a cada cristiano que se me cruzase. Por eso nunca deseché una discusión, porque siempre creí que siempre existe una posibilidad. Confieso que los odié. Si ya pesa decirlo, escribirlo, imagínense sentirlo. Y aceptarlo. Aceptar que los odiaba. Durante mucho tiempo los odié, simplemente porque no los entendía. Y porque ustedes no entendían nada de lo que les decía. Yo no los entendía a ustedes ni ustedes a mí. Y era lógico. Eso llevó a que nos relacionáramos de manera casi automática, funcional. Percibía que debía devolver lo que me daban. Nunca se los dije porque nunca quise líos. Siempre quise evitarlos. Siempre quise evitarlos hasta que entendí que es imposible hacerlo y que en realidad estaba evitando enfrentar las cosas que debía enfrentar, cosas que ustedes no iban a enfrentar por mí.
Ya fue. Entiendo como son las cosas. No pueden ser de otra manera. Ustedes piensan que las cosas son de una manera y yo creo que deben ser de otra. Y está bien que sea así porque yo soy el que debe creer que las cosas deben ser de otra manera (que lo serán) porque ustedes simplemente no pueden creerlo. Por ahora. Y esa es la parte que me toca. Yo voy a creer por ustedes hasta que ustedes puedan hacerlo. No se hagan problema.

IV
Que hermosa que es Isabelle.

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