3.8.11

Cristina Popstar

Ricardo Gutman
No es la primera vez que viajo a Buenos Aires. Mis regulares viajes anuales a la Feria del Libro me hacían visitar Capital al menos una vez al año, sin contar alguna que otra manifestación. Una vez que terminé la facultad fueron prioritarias las manifestaciones y alguna que otra excursión, Feria del Libro también incluida, que no fue lo mismo que cuando iba seco, sin un mango, volviendo en el día. Parece una locura pero una cosa te hace valorar a la otra. Y viceversa.
La cuestión es que de vez en cuando me pego una vuelta. Siempre hay algo nuevo. La primera vez que vi la casa Rosada la vi atrás de las rejas de Plaza de Mayo. Era de mañana, temprano, hacía un frío de morirse y yo iba en medio de una excursión. Nunca aguanté las excursiones grupales, esa necesaria programación no se compara con la independencia de vagar pero de vez en cuando uno tiene que hacer de tripas corazón y seguir. Como ese viaje, en medio de la 125 y el humo de los campos que invadían Buenos Aires, donde me tuve que comer la lengua para no hablar de política mientras las gorilas despotricaban a sus anchas y se llevaban media Feria en los bolsos de plástico, en efectivo y con tarjeta. Tenía especial recomendación en  no hablar de política porque los que me conocían sabían que podía pudrir el viaje. Y lo hice, a disgusto, pero lo hice. A partir de ese día me dije que nunca más, fueron tiempos en que  empecé a entender que no solamente yo tenía que tragar sangre.
La cuestión es que era una mañana fría, yo estaba del lado de afuera de las vallas pisando los pañuelos pintados en la plaza. Recuerdo haber visto una persona durmiendo en un banco a esa hora, arropado con lo que podía. El primer sol de la mañana acentuaba el frío. Turista, le saqué una foto con el celular.

Ayer Martes
A última hora me confirmaron que podía viajar a la Rosada para una reunión entre los candidatos del frente Santa Fe para Todos con los Ministros para “debatir” como viene la cosa con la elección del 14 de Agosto. Después habría un encuentro con la Presidenta. Nada más y nada menos.
Le pedí la cámara al Tete porque estaba seguro que la mía me iba a dejar a pata. Avisé donde tenía que avisar y es muy probable que el que revise mi perfil de Facebook crea que el traje del casamiento del sábado no me lo saqué hasta ayer Martes. Salimos a las ocho de la mañana en el auto de Cristian, con Julián y su papá. El Héctor se merece un monumento y Cristian bien podría ser guía turístico además de concejal.
La cuestión es que llegamos a horario a pesar de las demoras. Nos hicieron pasar por adentro. Nos encontramos con Cristiano Ratazzi que salía de la Rosada como pancho por su casa y los saludamos como viejos amigos. No sé de donde nos conoce pero el tipo nos saludó. O no le quedó otra, la verdad que no sé. Estacionamos dentro de la Rosada, donde descubrimos que el Héctor era amigo de Boudou y hacía mucho tiempo que no lo veía. Simpático el ministro.
A las cinco y media de la tarde estábamos esperando la acreditación, del lado de adentro de las vallas. Del lado de afuera la manifestación por los muertos en Jujuy comenzaba. En ese momento las vallas tomaron toda su dimensión; no sé si se entiende.
En el salón de las mujeres del Bicentenario estaban los que pudieron entrar. En el frente Abal Medina, Randazzo, Boudou y De Vido. Randazzo fue el encargado de empezar la reunión, en una especie de “consulta” con la intención de intercambio hacia la militancia sobre cómo trabajar la primaria nacional, teniendo en cuenta que el objetivo de los otros sectores políticos y los mass media  es lograr la menor participación posible.
Pasó lo que tenía que pasar, los primeros tiraron flores y los últimos empezaron a mandar fruta. Todos con razón. La reunión pasó hasta que llegó ella y pareció que el salón se prendió fuego. Ya todos sabemos que cuando habla Cristina aquellos que estamos con el proyecto nacional se nos cae la baba, a esta altura es un clásico. Lo más loco vino después.
Es deber dejar en claro que la mayoría que estaban en las primeras filas tanto como en las últimas son dirigentes partidarios o funcionarios políticos de distinta importancia, pero dirigentes al fin. Cuando la Presidenta terminó de hablar se armó el desmadre. Ahí se vio el quid de la cuestión: nadie fue para hablar de las elecciones del 14 de agosto, fueron para sacarse la foto con la Presidenta.
Hordas de dirigentes provinciales apretujándose para llegar al frente y sacarse la foto como sea cual niña adolescente fanática de los TeenAngels, tipos grandes a los codazos, secándose la transpiración como si terminasen de correr una maratón con una cara de feliz cumpleaños inexplicable, pibes subidos a las sillas tratando de enfocar dentro del tumulto, un viejo de unos setenta años trepado a una silla detrás de los de seguridad se abalanzaba desde arriba con tal de tomar una foto .
La mejor la hizo una piba, que supongo militante, que en medio de tanto quilombo y desmadre se llegó a la mesa de los ministros y le tomó el agua a los ministros, cosa que los de seguridad no dejaron pasar y la sacaron al toque. Al carajo el protocolo.
Y yo ahí, mirando como todo pasaba, testigo risueño de la ocasión. Es que Cristina despierta pasiones. Cristina Popstar.      

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