20.5.11

Lejos del knockout

Ricardo Gutman

No tendría que ser justamente hoy el día en que escriba. Es verdad que hace mucho tiempo que no escribo nada para el blog pero creo que sabrán comprender, la campaña insume gran parte de mi tiempo y para pesar mío la actualización del blog ha quedado relegada.
Y es que alguna vez tenía que pasar. Escribir es hermoso, analizar es un trabajo que produce muchas satisfacciones y plasmarlo en una publicación es siempre un hecho maravilloso. Esta posibilidad de publicar de manera independiente, no al menos desde las estructuras ya establecidas, genera otro tipo de relaciones con el lector. Sin ir más lejos pueden comentar lo que uno escribe, por más que muchos comentarios persigan la descalificación o crean que de alguna manera uno se va a amedrentar ante esa agresividad cobarde. Ni siquiera se hacen cargo de lo que escriben.
Pero alguna vez tenía que pasar. Hablar de política es hermoso. Y hasta cómodo. Pero no es lo mismo que estar adentro, en el cuadrilátero, dando la batalla. No es lo mismo relatar una buena piña que sentirla en la quijada. No señor. Duele más adentro del ring. Y así, todo magullado, aunque recién empieza la cosa, me pongo a escribir.


Es un monstruo grande y pisa fuerte
San Cristóbal no es una ciudad efervescente. Lejos está de serlo. Estas primarias han sido bastante previsibles en cierto punto. Conociendo la lógica del adversario (jijiji) los movimientos de los partidos han sido previsibles. Incluso hasta se puede decir que las primarias fueron aburridas. “Anodina” me dijo alguien en lo que quizás pueda considerarse un ataque de adjetivación electoral sin precedentes. Yo que soy un pacifista considero que de vez en cuando alguna botella tiene que volar de un lado para el otro. Cómo para ponerle sal digo. Y por que hay botellas para tirar y de lo lindo.
Las diferencias de estructuras han sido evidentes. Obvias. Y la verdad, no me asustan. Trabajamos con lo que tenemos, desde nuestro lugar, y creo que eso ha marcado una diferencia. Creo en la dignidad de las personas y creo que alguna vez la gente, ese difuso concepto legranesco, explota. No puedo decir cuando, eso sería hacer futurología y esa es una de las tantas cosas que no he estudiado, pero explota. En algún momento explota. Te la aguantás durante un tiempo. Hasta que te plantás. Y decís basta. Nadie se deja oprimir toda la vida y si eso pasa se pagan los costos. Eso no es vida.
Comprendo realmente todas las situaciones. Comprendo incluso porque ocurren las cosas de cierta manera. Comprendo los compromisos. Puedo comprenderlos, no compartirlo, pero ese es un problema mío. Contextual e histórico a la vez. No es algo transferible. No sé si me explico.
La cuestión radica como se entiende a la persona dentro de un esquema político. En criollo, qué es la otra persona para vos. Y ahí es donde se plantean las diferencias más tajantes. Es pedagogía, no didáctica, es saber qué es lo que querés lograr con el otro. Son diferencias de concepción, son diferencias de objetivos. En definitiva es pensar para que querés al otro. Si el otro es sólo un instrumento para lograr tus objetivos, y por lo tanto una pieza más dentro de un engranaje interminable, es lícito que sienta pena por quien piense así. Esa lógica implica que unos pocos ganan y una inmensa mayoría pierde. Y para que esa minoría gane es necesario reproducir condiciones que garanticen ese usufructo. Eso no es progreso, por más que te lo vendan como tal.

En el ring
Así estamos. Es lo que que hay. Linda frase. Arriba de las cuerdas. Es una cuestión de estilos. Uno puede cambiar de estilos, es lícito. Incluso sirve para desorientar al rival. No es lo mismo pararse de zurdo que derecho. Cambia la posición y la perspectiva. Eso es casi una obviedad. Es verdad también que existe el riesgo de convertirse en otra cosa muy distinta a la que uno creía que era, o al menos aspiraba. Preguntale a Oscar de la Hoya. Ojalá no hubiera vuelto.
Arriba del ring siempre quedan dos. Nadie pelea sólo. Si vamos a hablar de estilos, siempre me gustó Alí. Elegante y demoledor. Alegre y calculador. Sufrimiento y diversión. Y hasta te metía rimas. Hoy estamos arriba del ring y enfrente está Tyson. No nos movemos como Alí sino más bien como Rocky Balboa, a puro corazón. La idea es llegar a ser Alí y para eso hay un camino para recorrer. Hay tiempo, estamos bastante lejos del knockout. Todavía hay mucho por ganar. Y puede pasar cualquier cosa. Sino preguntale a Foreman.         

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