27.5.12

Prejuicio de Monster


Mi primer experiencia, digámosle real, con el animé fue Death Note, serie de la cual hice una sinopsis, una opinión, que si quieren pueden leer como para refrescar la cosa. SuperCampeones, Mazinger Z , Robotech y DragonBall son los animé que más recuerdo pero jamás leí sus mangas. Nunca fui un fanático, digamoslo así. Siempre fue más entretenimiento que otra cosa. Hoy volvería a ver Robotech, ya de grande, para agregarle otras cosas. Es por eso que Death Note estuvo copada de ver, fue el primer animé que miré concientemente que tenía recursos argumentativos más allá de las peleas, las piñas y las maniobras lisérgicas dentro de una cancha de fútbol. Pensar que había gente que creía posible de hacer las maniobras de los hermanos Korioto o que la chilena se hacía girando en el aire y cayendo sobre sus pies cual Oliver Atom. Debo reconocer que estuvo bueno ver Death Note. De ahí a explorar hay un solo paso. Intenté seguir la fiebre con Evangelion pero me dormí. Es decir, me durmió. Un bodrio del cual no hablaré mucho porque no miré mucho más que diez capítulos. En el interín, recomendaciones al por mayor. Internet puede confundirte muy fácilmente. En ese lapso me recomendaron Ghost in the Shell, que vuelva a ver Evangelion o que mire una que se llama Code Geass. Ahora que recuerdo también vi una media boluda de una historia de amor que nunca se realiza de dos adolescentes que se desencuentran o algo así. El pibe va en un tren y hace un frío de morirse y habla sólo y busca a una chica que nunca llega y así sustantivamente diría el chavo. Pero el problema en sí fue Evangelion. Quizás me acostumbré tanto al subtítulo que doblada me produjo algo de rechazo. Quizás Mazinger Z es mi límite en cuanto a mechas. Quizás ya estoy podrido de las peleas sin sentido. No sé. La cuestión es que dejé de ver animés. Hasta ahora, en que empecé a fumarme Monster.
Son de esas preguntas que nunca tienen una respuesta unívoca, concreta, pero la realidad es que todavía no sé que carajo me llevó a ver Monster. Me cago en el momento en que decidí a sentarme a ver Monster. Estoy con las bolas hasta el piso de Monster. Lo más curioso es esta conducta obsesiva de continuar viendo Monster a pesar de que es absolutamente insoportable. Lo resumo en este simple recuento: cada capítulo tiene en promedio 20 minutos y ya me vi 40 capítulos, por lo tanto son 800 minutos. Esta simple cuenta me lleva a la conclusión de que estuve mirando doce horas de una miniserie que todavía se siguen desarrollando historias contextuales a la trama central. Y eso no es nada. Todavía me faltan unos 34 capítulos si mal no recuerdo. No cierra. Una miniserie en 12 horas ya estaría relativamente trabajada, argumentalmente hablando, lo suficiente como para encauzarse. En Monster todavía se va trabajando que es lo que dio origen al monstruo. La verdad que rompe las pelotas. Y ya no sé que esperar porque si todavía me faltan 34 capítulos más un extra el Dr. Tenma bien puede convertirse de eximio cirujano en jugador de fútbol americano en Alemania. Encima está la tentación siempre presente de avanzar hasta el final de una vez por todas. Ventajas de nuestro ecotono histórico, de mezcla de épocas, tenemos las costumbres viejas que se mezclan con las prácticas tecnológicas nuevas. Todavía estamos acostumbrados a ver las series en su día y horario y no nos gusta que nos cuenten el final de la película. Por más que esté disponible en un archivo rmvb en el corazón de tu computadora personal. Todavía tenemos que ponerle suspenso a las cosas. Elegimos fumarnos algo cuando podríamos acelerar la cosa cuando quisiésemos. No se si es costumbre u obsesión pero debo seguir viento esta serie. No sé para que pero tengo que terminar de verla. Quizás para decir que de principio a fin es un absoluto bodrio. Quizás el final se guarda algo. La serie no termina de definirse si se inclina por lo fantástico o bien por lo realista. Te venden Monster como un buen thriller realista pero la tentación de complejizar la trama hasta volverla insoportable la hace caer en el cliché ese de que el personaje malévolo (como me gusta esa palabra) es un homónimo de Keyser Soze. Esa es la pata por donde cojea, Monster: se presenta como una historia real, más humana, pero terminan anclándose en un componente inhumano como Keyser Soze. Como personaje Keyser Soze es maravilloso, ya que permite solucionar ciertos puntos de la historia, un Deus ex machina del guión. , algo que soluciona los puntos flojos de la trama pero también por eso los revela. El tema es que no se reconoce eso porque si se reconociese se estaría hablando de una animé fantástico, más tirando a Death Note pero sin los shinigami. Pero lo que más me jode es esta especie de obligación de seguir viéndola a pesar de que cada capítulo que pasa me embola más. Raras son las conductas que nos ha impuesto el intercambio de archivos internet mediante: antes uno seguía la serie en el día y en el horario, hoy, si queres, ya podes saber el final de la serie sin siquiera verla. Eso es lo que me pasa con Monster, ya me están tirando avances del final en todos lados pero quiero resistir la tentación de ver el final que está a mano, en mi computadora. Una extraña mixtura que creo propia de estos tiempos donde uno va dejando cosas de antaño y asumiendo la contemporaneidad. Pero no puedo hablar ni escribir más si no termino de verla. Esta semana es la clave. Esta semana voy a tener tiempo de fumarme todo lo que me falta de la serie, desde la mañana hasta la noche si quiero, siempre y cuando mi hermano abogado no tenga que salvar a nadie. Esta semana es la última licencia del año. Es ahora o nunca. Te venceré Monster, te venceré

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