19.6.11

Cipayos



Ricardo Gutman

Cipayos era el nombre que identificaba a una de las divisiones de elite de caballería del Imperio Otomano. Para hacerlo más comprensible, gozaban del prestigio que tenía un caballero medieval europeo, incluso con los mismos privilegios. Como se puede ver, los feudos no son solo una cosa europea. Por estas latitudes también ocurría más o menos lo mismo. Pero continuemos por allá. Lo que antes fue una denominación de honor se fue convirtiendo, con el tiempo y gracias a la acción del Imperio Británico, en la denominación del soldado indio nativo más raso del ejército inglés en la India. En nuestro idioma cipayo denomina a aquel vendido, que trabaja a sueldo para el enemigo de la patria. Es evidente la intencionalidad de la denominación. Cosas raras las del lenguaje, de cómo una denominación honorífica termina siendo un adjetivo peyorativo. La historia no está exenta.
Pero hay ciertas diferencias. Hoy cipayo es una persona encargada de reproducir el colonialismo intelectual de las grandes potencias sobre lo que se denomina pensamiento nacional o interés nacional. Por extensión este pensamiento se instala en aquellos que reciben el mensaje y reproducen las condiciones y el pensamiento cipayo, creyendo ellos que la idea, lo que dicen y lo que piensan, es absolutamente personal. Los reproductores difícilmente se percatan de la situación porque tienen el pensamiento colonizado. Los unos y los otros son tangibles, la diferencia que unos son a sueldo, hacen su negocio, y los otros no, lo que los transforma en una mera mercancía de aquellos que perciben un sueldo.

Descolonizar el pensamiento no es una tarea fácil, de hecho es una lucha diaria porque la batalla se da en el campo de las ideas, en lo discursivo, por el control de la opinión pública. Y no es una lucha fácil porque los recursos modernos apuntan a ese lugar, los grupos multimediáticos más que grupos económicos son grupos de control. Si bien los diarios son hoy uno de los medios menos leídos son los que estructuran la agenda informativa y los temas de debate y su reproducción en todos los otros soportes de la información. Lo que escucha una persona dice mucho de ella. La mayoría de las personas no piensan por ellas mismas, son pensadas, pero ellas creen que lo que piensan lo piensan ellas. Es decir, ignoran las influencias.
Hete aquí los que conocemos, nuestros cipayos. Pero los cipayos indios no fueron tan pasivos. Ocurrió en 1857 y fue conocida como la Rebelión de los cipayos o como la Rebelión de la India de 1857. El tema viene más o menos así: desde fines del 1600 operaba en la India la Compañía Británica de las Indias Orientales bajo la autorización de la reina Isabel I de Inglaterra, un grupo de inversores autorizados para realizar el comercio en India de manera exclusiva. Lo que en un principio fue una empresa comercial se convirtió en la autoridad política del país, estableciendo sus propias leyes que beneficiaban su expansión comercial (y por lo tanto la del imperio) y hasta su propio ejército, es decir, el ejército no pertenecía al imperio directamente sino que respondía a las órdenes de la compañía. De esta manera el Imperio Británico se beneficiaba y a la vez se desentendía de la administración política y burocrática del país. Perdónenme que lo diga de esta manera  pero así cualquiera pone una empresa.
Si bien esta situación beneficiaba al imperio se pensó en un momento otorgar estas licencias de comercio a otros grupos inversores pero en 1609 la Cía consiguió un permiso de manera indefinida, consolidando así el monopolio de la comercialización de el algodón, seda, índigo y té, los principales productos del grupo. Y no me puedo olvidar del opio. En el interín mantuvo varias batallas con potencias europeas, derrotándolas, y mantuvo el control de la región al menos unos 150 años. Mucho tiempo.
Alguna vez alguien se tenía que rebelar y eso ocurrió en 1857. La rebelión tuvo muchas causas, como cualquier movimiento de esas características, pero haremos hincapié en las más importantes. Uno fue el trato diferencial entre las tropas británicas de las indias. Se calcula que la Cía. contaba con un ejército de 240 mil efectivos; de esa cantidad un 15 por ciento eran británicos y el resto nativos. Ese quince por ciento británico tenía privilegios sobre los nativos, como un mayor sueldo y una mayor consideración y por lo general no contaban con los beneficios extra de la conquista y la expansión. La mayoría de ese ejército profesaba las creencias hindúes o musulmanas y muchas costumbres de la vida occidental eran mal vistas por los nativos, como el hecho de salir de India a hacer expediciones militares, ya que la costumbre mandaba que si se salía de India perderían la casta en sus tribus, o las conversiones impulsivas al cristianismo.
Oficialmente la revuelta comenzó por un fusil, el Enfield 1853. Este fusil tenía particularidad; un rumor decía que los cartuchos de papel que servían para cargar estaban embardunados en grasa animal, más específicamente se decía que en grasa de vaca –recordemos que la vaca en India es sagrada y por creencia no se puede comer nada derivado de ese animal- y los soldados debían pelar el cartucho con los dientes, lo que era realmente una ofensa terrible. A pesar de que los ingleses trataron de persuadirlos de que no era así, los indios se rehusaron a utilizar el cartucho y a pesar de ser amenazados  con artillería y caballería se resistieron. Este incidente originó una resistencia que se expandió por todo el país y tuvo en vilo a la Cía. por el lapso de un año. La rebelión se extendió más allá de las fuerzas armadas pero no tuvo el efecto esperado porque los indios no estaban unidos en su totalidad, los grupos que se sumaban tenían cada uno sus propias reivindicaciones y perseguían objetivos diferentes, además de mucha especulación. Todos buscaban su rédito con la caída de los ingleses.
Un año después y luego de varias lecciones aprendidas, más que nada por la subestimación a la resistencia, los ingleses fueron retomando el control del país. Para aquellos que participaron de la revuelta establecieron una pena realmente cruel: a los condenados se los ataba a la boca de cañón y se los ejecutaba de esa manera. Cuando la carga del cañón explotaba el cuerpo era descuartizado en cientos de partes. El castigo no solo era cruel en la práctica sino en lo religioso, principalmente a los hinduistas, ya que un cuerpo descuartizado no puede reencarnarse, condenándolos al desprecio divino.
Si bien la Rebelión de los cipayos fue sofocada esto trajo grandes consecuencias. Para la Compañía A causa de la rebelión la casa real le quitó toda influencia administrativa todo lo concerniente a la Cía. pasó a manos del reino, quedando la India formalmente como colonia británica. La compañía se disolvió en 1874. No espere lo mismo de nuestros cipayos, ellos están muy cómodos. Y muy bien pagos.

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