12.6.11

Olimpo Newells


Ricardo Gutman

“Si la Historia la escribe los que ganan, eso quiere decir que la Historia es bilardista”
Barcelona N°212 pag.20

Viernes. Olimpo Newells. Que agenda. Como siempre que le pido un café chico, Carlitos me trae un café mediano. Va mejorando. Al menos ahora no los chorrea por los costados. Y me trae el azúcar. Y hasta la cuchara. Supongo que Bahía Blanca estaba pendiente del partido. El Tano, que es hincha de River, dio la orden de no mover de canal. Parece mentira. Un viernes a la noche mirando Olimpo Newells. Y yo que no soy hincha de ninguno de los tres.
Hay cosas que son lógicas que pasen. Verlo jugar a Olimpo es entender porque Olimpo está peleando la promoción. Uno no ve el partido por el volumen de juego. A lo sumo lo ve por el suspenso. Y porque siempre hay un amigo hincha de River al que es lindo gastar. En Bahía Blanca se deben querer morir. Alambrar por un equipo que juega horrible. Pero alambrar igual. Eso es amor. Y es admirable.

Ahora andan todos con las calculadoras en la mano. Del Tano me lo puedo esperar, es un tipo que sabe de fútbol, al menos lo suficiente como para ser comentarista. Del resto no puedo decir lo mismo, gente que nunca se imaginó ver a River en esta situación pero que sufren tanto como los de Bahía Blanca. A todos les llega muchachos. Tampoco es para morirse. Esto es la AFA. River no va a ir al descenso. Ni a palos pasará lo que le pasó al Juventus. Tranquilos. Pero no está mal un poco de suspenso. Y el suspenso nos gusta a todos.
El partido es horrible. Últimamente todos los partidos son horribles. Últimamente el fútbol argentino es horrible. Ya sé que un equipo que está peleando el descenso no es la mejor muestra para opinar sobre fútbol argentino. Es verdad que hay clubes  que tienen una campaña regular, que muestran otro juego, llámese Vélez, Lanús o Godoy Cruz, pero eso no dice nada. No estoy hablando como hincha, estoy hablando como espectador. Y argentino.
El comentarista del partido le pone toda la onda, pero no pasa nada. El fútbol argentino es cualquier cosa. No solamente en cuestión de resultados sino en estética de juego, en identidad de juego. Hoy debe haber más hinchas del Barcelona que de Colón de Santa Fe en esta provincia. No estoy diciendo que el fútbol paraguayo o guatemalteco sea mejor, estoy diciendo que lo que veo no me gusta. Con este fútbol es muy fácil ser comentarista deportivo. Nuestro fútbol, el fútbol nuestro de cada día, se ha vuelto previsible.  La ceniza enturbia los restos del café. El único mérito acá es del Horacio Testa, que tosta el café como los dioses. Y de Darío, obvio.
Rose va y viene, requerida por los clientes. La mejor moza de los últimos tiempos. Mira el partido esperando que termine, como yo, pero no entiende la ley del off side. Ni le importa tampoco. Es viernes y estamos todos mirando un partido horrible que sintonizó el dueño del bar. El dueño se fue, hastiado de tanto perro profesional corriendo en el verde césped de un estadio se fue para su casa con una hamburguesa completa y nos dejó el partido. Todos miran pero nadie cambia. Si quisiesen podrían cantar los pases antes de tiempo, previéndolos. El bar es una sarta de zombies mirando un partido horrible.
Todos los partidos de primera son como Olimpo Newells. No se sabe a que juegan los equipos argentinos. Los entendidos dicen que un equipo lindo para seguir es Vélez. A mí me disculpan, yo no sé nada, pero para eso sigo al Inter. Y si por esas casualidades de la vida hay un equipo que la mueve se desarma para el otro campeonato. O lo bombean, como al Huracán de Cappa. Lo único rescatable de los campeonatos es que desde que no están bajo la órbita de Clarín salen campeones otros equipos que no sean los grandes. Por lo demás no hay ningún equipo que sea admirado por su juego. Hemos llegado al extremo de admirar a equipos compactos que ofrecen resistencia y regularidad como Godoy Cruz pero que después no llegan a nada en competencias internacionales. O el caso de Independiente, que todavía se preguntan como hicieron para ganar una sudamericana y no encuentran la manera de tener un campeonato local decente.
Todos los planteos son iguales, la diferencia entre uno y otro vendría a ser la materia prima, los jugadores del plantel, y el estado físico que tengan. Esa es otra discusión que siempre me terminó rompiendo las pelotas: ¿cómo puede ser que un jugador de primera de Argentina se queje si tiene que jugar dos partidos por semana pero cuando va a Europa juega hasta tres partidos por semana sin chistar? Seguro que los morlacos mandan pero sáquense el cassete muchachos, la levantan en pala mecánica –acá, ni hablar en Europa- y encima se quejan porque tienen que correr. Déjense de joder.
No es necesario hablar de resultados, que brillan por su ausencia. Es hablar de identidad de juego. ¿Alguien me puede decir que característica tiene el fútbol argentino que lo diferencie de otros fútboles? Lo pido por favor, para saber más o menos como vamos o a dónde vamos. No hablemos de la selección ni de logros a nivel internacional, eso es otro tema pero también es un reflejo de que la crisis no sólo es deportiva, sino también institucional. Se acerca una Copa América en estas latitudes (¡Copa América!) y estamos deseando que se le cumpla el sueño a Messi, que ahora quiere ganar este torneo con la selección de su país. Que no es Catalunya. No sean jodidos che, el pibe es argentino.
Y en el medio de todo, siempre Grondona.
Mientras tanto la noche se va y Olimpo Newells resulta en un empate. Los fanáticos de River están contentos porque eso todavía los saca de la promoción. Lo peor va a ser escuchar a Distansio, el tipo ese que trabaja los domingos a la noche con Fantino, que todos los domingos se convierte en TT de Twitter. Es todo negocio.    


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