5.7.11

Cosas para hacer frente a Las Meninas


Ricardo Gutman

1. Lea algo antes de entrar, no vaya crudo a ver que pasa. El guía es el guía y si bien sabe mucho no le dirá ni un octavo de lo puede saber. Para él usted no es más que otra persona que visita el museo; es muy probable que el guía sea un estudiante becado totalmente flexibilizado en lo laboral haciendo las últimas materias de su carrera, cansado de hacer el mismo recorrido todos los días, convirtiéndolo a usted en algo meramente rutinario.
 
2. De gracias de estar en El Prado, puede parecer un sinsentido pero cada vez que se accede a lugares como esos uno tiene que agradecer a la vida poder estar ahí. Puede parecer fácil, hasta natural si se quiere estar ahí, a esa hora, en ese mismo lugar, con la ventana que le da la luz por la derecha al cuadro pero no es así. Usted tiene que estar ahí, en ese momento, por algo. Agradezca, eso no es casual. Pasó mucho antes de que usted esté ahí, comúnmente lo llaman Historia.
3. No pierda tiempo en estupideces. Piense en la finitud del hombre, de usted, frente a una simple tela pintada. Es duro de aceptar, pero su cuerpo es nada frente a Las Meninas. Usted pasará y Las Meninas quedarán. Incluso hasta Velazquez quedará y usted pasará.
4. Teniendo en cuenta el punto anterior, con toda esa maraña de emociones surgidas por la cuestión esa de la finitud, es, cuanto menos primordial, replantearse que es lo que usted está haciendo de su vida. No tiene ningún sentido llegar hasta ese lugar, con todo lo que eso acarrea no solamente desde su plano sino desde el histórico, contemplar la obra y comprar una postal como recuerdo. Sepa que si hace eso está desperdiciando la vida. Es que después de admirar Las Meninas usted no será el mismo. Eso es, en definitiva, el trabajo del arte.
5. Resista a la tentación de decir algo. Más que decir algo es preferible que sienta algo. El mundo está lleno de sujetos creyentes que deben decir algo por cada cosa que ven, esto se hace extensivo a aquellos amantes del arte y del discurso intelectual. No trate de impresionar a la gente ni de hablar en voz alta, es patético y lo único que se logra es mostrar nuestro carácter campechano, cierto deseo absurdo de sobresalir. Haga hincapié en sentir algo, que no es otra cosa que lo que le dice la obra, y sólo diga algo, en definitiva eso que siente, al que se lo pregunte. Y sea discreto.
6. Admirar es una conducta que muchas veces se confunde con la salamería. En este momento usted está viendo de lo que es posible el genio humano. Las Meninas es, además de una obra de arte, un producto histórico. Velázquez llegó a pintar Las Meninas en su madurez artística, muy cerca de sus últimos años. Es decir que usted está viendo lo mejor de alguien. En esa tela no hay bocetos sobre la superficie, todo se hizo con pinceladas directas del artista sobre la obra. Si usted puede ver la conexión entre el hombre y la tela, los estados de ánimo puestos allí, en las sutilezas de las texturas  ya consiguió acercarse al alma de la obra.
7. Piense en lo que todos piensan, para quien está hecha la obra. Piense a quien está dedicada, no solo el encargo, sino como el genio del artista sobrepasa la tela. La obra cuenta una historia de nunca acabar. La pintura es todo lo que usted cree que es. Y más.
8. Ríase como un nene. Ignore las delegaciones de turistas.
9. Sí, Velázquez es el que está pintando en el cuadro.
10. Practique la irreverencia hacia Velázquez, se lo merece. No se quede con nada. Échese para atrás unos centímetros mire de frente la pintura y exclame a viva voz “Que hijo de puta”. Esta es una opción posible, la otra es variar la exclamación con un sonoro “Que te pasa la concha de tu hermana”. No se haga problema, Velázquez no se enojará. A lo sumo algún personal de seguridad le llamará la atención por su conducta pero nada más. Por lo pronto no creo que sea algo digno de punir, la gente suele tener conductas inexplicables ante las obras. Para muestra basta un ejemplo: conocido es el caso del robo de la pintura de Edvard Munch, El Grito, de la Galería Nacional de Noruega en febrero de 1994. A pesar del robo o a consecuencia del robo, la gente se juntaba en el museo a ver el espacio vacío de la pintura ausente.  
11. Después de todo, después de hacer lo hecho trate de no hacer nada más que mirar. Vea. Por más que sea difícil de hacer, trate de callar la mente. No escuche. No piense. Olvídese de que está donde está. Olvide todo. Trate de no entender, no busque nada. Mire, vea, si logra entender que el momento es perfecto, que en definitiva todo los que están en ese momento componen una suma individual de momentos individuales perfectos. Lo maravilloso es ser consciente de lo que está viviendo, puede que los otros lo estén viviendo pero no se den cuenta que lo están viviendo. Lo que está enfrente es una fracción de lo sagrado y lo sagrado en sí. No hace falta entenderlo.

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