13.7.11

Veinte puntos


Ricardo Gutman
Veinte puntos es mucho, no solamente sorprendente o imprevisible. Es mucho. Y ni siquiera estaba previsto por nadie, lo cuál quiere decir que no se puede confiar en las encuestas. Ni en las propias ni en las ajenas. Que Macri ganase por una diferencia de veinte puntos en primera vuelta es como pensar, en su momento, que River podía descender: imposible de creer, pero pasó. Creo que ni Macri se la esperaba. Ahora hay que aguantarlo. El operativo para que Filmus sae baje de la segunda vuelta empezó a eso de las 21.15 del domingo, una vez conocidos los primeros guarismos.
Contrario a lo que uno esperaba, en ningún lugar del FPV alguien salió a hacer alguna autocrítica. Tampoco nadie salió a pedir la cabeza de nadie. De hecho las interpretaciones de la elección se posaron en lo cualitativo, resaltando que es la mejor elección del FPV del 2003 a esta parte. La verdad que más que una lectura es una justificación. Yo diría que una subestimación de la situación. A veces admitir las equivocaciones –no creo que sean errores- es de grandes. Y son equivocaciones, cosas posibles de redireccionar. Si bien a esta altura es hasta faraónico revertir semejante diferencia bien se puede reducir, potenciando la lectura política de la situación.

Nunca subestimes a nadie. Ni siquiera a Macri. Porque Macri será lo que será, es lo que es, pero no está solo. Mauricio Macri es la figurita, algo que no es menor, la encarnación pública de un entramado mucho más complejo donde ninguno de los que está ahí se chupa el dedo. Subestimar a Macri desde el principio fue un error. Estos veinte puntos de diferencia lo demuestran a las claras. La equivocación fue centrar la campaña en el ataque a Macri y no al PRO. Porque es el PRO la base de sustento de Macri, y viceversa. Es una simbiosis perfecta para la derecha y centroderecha argentina. El PRO le otorga a Macri estructura y Macri le da al PRO una figura digerible y competitiva políticamente. No es lo mismo Macri que Rodríguez Larreta ni que Michetti ni que Biondini, no sé si se entiende.
Atacar a Macri no es una opción porque Macri es una persona. Para decirlo de manera más clara: Macri es una persona que representa personas, por lo tanto si se ataca a Macri se ataca a aquél que siente que la figura de Macri lo representa. O a aquél que no le importa mucho la política y se come la victimización mediática, aquel al que le cuesta hablar en público, que odia a los políticos,  que habla en los bares de la cosa pública y que a la hora de votar castiga. Parece que nadie entendió donde radica el repunte de la Presidenta y porque va a ser reelecta en octubre próximo. De hecho parece ser que la única que lo entendió fue CFK. Cuando todos los medios se ensañaron después de la 125 con el gobierno y focalizaron en CFK el blanco de las críticas, el gobierno dejó correr agua por el puente. Respondió, se defendió, pero dejó correr agua, siempre del lado del atacado. Hasta el menos cauto se dio cuenta de que era demasiado, que no podía ser tan así.
Incluso con sus deficiencias lingüísticas Macri se las ingenia para vender bien una gestión que en los papeles deja mucho que desear. Puede gustar o no, pero está bien vendida. Dice lo que tiene que decir, no más, lo otro, lo negativo, siempre es culpa del otro. Macri exporta la culpa y al exportarla genera la reacción, lo que lo sitúa en el centro del debate. Todos le pegan a Macri. Pobre Mauricio.
Si es que existe una receta, la clave del éxito del PRO-Macri consiste en la desideologización del todo político, cero discurso, una pizca de victimización y un aparato infernal de marketing detrás, apoyado en la preferencia no disimulada de los medios de comunicación. Es un discurso vecinal que se potencia por ser Buenos Aires la capital del país. Sí o sí está instalado en la agenda nacional. Si lo único que se hace que se hace es atacarlo centrando los defectos en su persona ya se está errando el tiro, desde entrada, porque todos saben que una sola persona no puede manejar los destinos de una metrópolis así. Si se elige centrar las críticas en la negación de Macri a asistir a un debate televisivo abierto es perder el tiempo de manera deliberada. Además se lo sitúa a Macri en el centro de la escena, se lo potencia como protagonista. Y ahí siempre perdés por más que pongas plata en los medios para la campaña, es decir, vos salís una vez matándolo y el tipo sale cincuenta veces al día más sus respectivas repeticiones con sus diferentes secretarios anunciado cualquier cosa. Te destrozan.
Pero parece que nadie le encuentra la vuelta a Mauricio, que incluso acusó un golpe en 2009 pero del cual se recuperó con creces, incluso a costa de Pino. La lectura cualitativa del FPV no pasa de ser una tenue justificación. Encima Filmus en los últimos días no da pie con bola en las declaraciones ni en el mensaje. No es que no se le pueda ganar a Macri, es que Filmus no le puede ganar a Macri. Si el gobierno nacional entrase de lleno en la ciudad, paraleleando si se quiere, con obras, un candidato competitivo e ignorando discursivamente a Macri, corriéndolo del eje de la polémica, ganar la ciudad de Buenos Aires es posible si se empieza desde ahora. CFK puede hacerlo, tiene la legitimidad para llevarlo a cabo, más teniendo en cuenta que ningún candidato del sector que se identifique con el gobierno nacional en los grandes distritos del país llega a los niveles de aceptación que la Presidenta, que encabeza en distritos donde no es gobierno. Desde ahí sí se puede.

II
Es central atender a los equívocos porque las elecciones se ganan con votos. Y para eso hay que seducir al electorado. Sí, así de simple, seducirlo. Y para eso hay que estudiarlo, establecer cuales son las prioridades de la gente. Eso es muy fácil de hacer desde el oficialismo, ya que existe la posibilidad de responder a las necesidades o bien crear otras, crear agenda. No se puede obligar a nadie a que vote lo que no le gusta, lo que no le atrae. Y menos que menos criticarlo porque no vota la opción que uno está ofreciendo. No hay porque no reconocerlo, en la mayoría de los casos los votos no son ideológicos; sí existe un núcleo ideológico duro pero no es la mayoría, la mayoría vota por lo que se les ofrece. Voto mercantil, pueden decir, y no es desmerecimiento reconocerlo. Como la inmensa mayoría de radicales sancristobalenses que van a votar por CFK en las próximas presidenciales.
Por eso es esencial establecer agendas y propuestas para los distintos sectores de la sociedad. Se ve que muy pocos aprendieron de Harvey Milk. La política moderna no apunta a las mayorías homogéneas sino a la inclusión heterogénea de diversos universos sociales que conforman una mayoría electoral que otorga legitimidad a la propuesta electa. No se gana sólo con los pobres. Una deuda del peronismo es la interpelación a los sectores medios de la sociedad. El peronismo ha logrado el ascenso social de las clases postergadas pero al momento en que esas clases postergadas acceden a otra configuración el peronismo deja de generar políticas que atiendan las nuevas demandas. Por lo general los sectores medios han sido caracterizados como el motor de nuestro país, de hecho lo han sido. Pero es una definición cuanto menos anacrónica. Ocurre que cuando los sectores medios están bien posicionados todo es obra y gracia de su esfuerzo, del sacrificio personal, nunca obedece a una planificación política macro, a la generación de condiciones de crecimiento, a un diseño. Y cuando pierde lo que tenía, como ocurrió en los 90, no es porque hayan votado a Carlos Saúl, sino que se lo robaron. Inmorales estos políticos.
Los sectores no tienen las mismas necesidades ni los mismos discursos. Los sectores medios por lo general tienen necesidades burguesas, que van desde el trinomio Trabajo-Casa-Auto hasta el estado del tránsito, la recolección de basura, el costo de los impuestos, las vacaciones, la educación de sus hijos en todos los niveles. El que no tiene nada tiene otros problemas, otras necesidades. No sé, se me ocurre, todavía no hay un plan de construcción de albergues estudiantiles en las universidades nacionales por parte del gobierno central o la apertura de nuevas unidades académicas de la UTN en otros lugares del territorio que no sean los principales centros urbanos. No son las mismas necesidades. Digo, de pronto, me parece; por poner un ejemplo.
Es triste de aceptarlo, podés indignarte si querés, pero después del resultado del domingo es evidente que hay mucha gente que no le importa la situación de los internos del Borda, ni las patrullas de la UCEP, ni el Fino Palacios, ni el caos vehicular, ni la adjudicación directa de netbooks al Grupo Clarín, ni la alarmante deficiencia habitacional de la Capital Federal, uno de los territorios más ricos del país, claros escándalos y deficiencias de gestión del PRO. Hay mucha gente que no le presta atención a eso. Ni a 678.

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