14.3.12

Una cuestión de fe



Ricardo Gutman

Debemos agradecer, no sé a quién, que los guionistas de The Walking Dead hayan dado el volantazo necesario para levantar ese somnífero en que se había convertido la serie. Si me preguntás a mí, ya era hora de que se ponga seria la cosa. Básicamente porque se estaba diluyendo, desgranando, un lugar donde sólo Shane salía ganando. Y no soy partidario de tipos como Shane. El lunes, a las tres de la mañana, después de bajarlo por la red, terminé de ver Better Angels, el anteúltimo episodio de esta temporada de The Walking Dead. Temporada que me las fumó cuando la cortaron allá por octubre y como todo el mundo tuve que esperar hasta febrero. Alguna vez nos explicarán si es una cuestión marketing. Sinceramente espero que se haga una costumbre la de levantar la serie en los últimos capítulos de la temporada para dejar el gancho puesto para la próxima. No digo que no sea válido, digo que dosifiquen mejor. El problema es que empezaron muy arriba.  
Estos últimos dos episodios le pusieron la carga emotiva que se venía relajando desde el fusilamiento obligado de Sophie. Esta no es una serie de zombies. Todo aquel que la vea debe entender eso. El zombie es un riesgo, no menos peligrosos que los humanos que andan desperdigados en grupo, paranoicos; miedosos. Y armados. En momentos hasta parecen decorado. La serie es Rick. Siempre fue Rick. Y es por eso que la confusión de Rick en todos estos episodios hizo que The Walking Dead quedase en un stand by donde Shane era el encargado de conducir la tensión. Si bien la búsqueda de Sophie en la que se vio involucrado el grupo sirvió para adentrarse mejor en cada personaje en última instancia terminó por convertirse en un bodrio. En medio de esos capítulos llenos de historias de relleno, Shane se transforma en el centro de la serie básicamente porque Rick empieza a desentenderse un poco de su responsabilidad de líder. La tensión se manifiesta entre aquel que quiere ser líder pero no es legitimado y el que es aceptado como líder pero todavía no acepta su función. Antes que llegue Rick el grupo funcionaba en lo que podría llamarse una dictadura blanda comandada por Shane, situación que se aceptaba básicamente porque hacía un mes todo rastro de civilización se había ido al carajo y había que reorganizarse. Hasta ahí era entendible. Hasta que llega Rick. Ahí empiezan los conflictos.
La toma del prisionero marca el alejamiento definitivo de ambos personajes. Shane es el cinismo funcional con el que nos manejamos en la realidad, Rick es la proyección de lo correcto/posible, el que cree que las cosas están mal y deben ser de otra manera. Shane ya perdió la fe. Rick se debate entre perderla y no perderla. Es ahí donde Dale se hace fuerte porque Dale sabe que Rick no puede darse el lujo de perder la fe. En medio del caos lo único que prevalece es la fe, sino no hay manera de seguir. La muerte de Dale acelera y cataliza el conflicto en Rick hasta llevarlo a comprender lo que Dale quería decir. Después de ahí no hay vuelta atrás para ambos, ya no hay nada más que maquillar. Si hubo una amistad fue en otro tiempo, en otro lugar, en otra dimensión.
A la larga o a la corta las cosas llegan, por más que hagamos lo posible y lo imposible por retardarlas. Rick fue entendiendo que el desenlace final del último episodio era imposible de evitar. Uno de los dos debe irse. Ninguno de los dos quiere irse. Entonces uno de los dos debe morir. La decisión de Rick es inmolarse o sobrevivir. Shane a estas alturas no tiene dudas respecto a eso: no quiere ser Rick, quiere lo que Rick tiene, que no es nada que el no pudiese tener, pero no lo tiene. Si yo hubiese conocido a Shane lo hubiese mandado a comprarse un perro y sacarlo a pasear, así tenía una vida. Sigamos. Y Rick elige. Obligado quizás, pero elige. Y al hacerlo zanja la cuestión del liderazgo. Ya no hay dudas. Lo que queda para más adelante es sustancioso, no hay que olvidar que Merle, el hermano de Daryl, todavía anda a las vueltas. La tercer temporada promete mucho, con 16 episodios,  incluso antes de terminar la segunda. Espero que no se caiga en el tedio en el que cayó la serie esta temporada.
Si se me permite la analogía, los conflictos en The Walking Dead son políticos porque básicamente son conflictos por el poder. No sólo de quien lo maneja sino también de como el resto se acomoda dentro de la estructura. El más interesante es Daryl, que poco a poco crece en la trama en la medida que su realidad va cambiando. De ser casi un animal va transformándose paulatinamente en una persona. Todo lo que Shane pierde en el camino de humano lo va tomando y puliendo Daryl. Y viceversa. Daryl tiene algo muy interesante, alguien que conserva algo desde sus comienzos en la serie, algo que la mayoría no tiene: Daryl nunca duda. Glenn pobrecito todavía trata de encontrar su lugar en el mundo. El papel de las mujeres todavía no es tan preponderante, de hecho parecen estar sujetas a cómo pueden acomodarse en base a lo que hagan los hombres, sean esposos, amantes ocasionales, padres o amigos. A modo de pronóstico supongo que ahora Lori va  a estar un poco más tranquila en ese ida y vuelta que planteaba entre Shane y Rick y Andrea va a ver de que manera puede acomodarse en el esquema, donde considero muy probable que quiera cepillarse a Glenn o a Rick ya que es muy parecida a Shane en eso de envidiar vidas. Párrafo aparte quizás es la llamativa ausencia en la serie de mujeres. Pienso que si hubiera más mujeres en ese mundo no habría tanto lío. El drama es que está lleno de hombres. Veremos que pasa.  

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